lunes, 9 de febrero de 2015

COLUMNA

Mi patria es primero

Apolinar Castrejón Marino



La gente está presta a celebrar el Día del Amor y la Amistad el próximo 14 de febrero. Andan como alucinados buscando dinero para comprar el regalo, las flores, y buscando un restorancito para llevar a la amada.

Pero nosotros vamos a recordarle que ese día precisamente, hubo otro acontecimiento histórico muy significativo para la patria, el asesinato del General Vicente Guerrero, el 14 de febrero de 1831, en Cuilapan, Oaxaca.
Vicente Guerrero es una de las figuras más importantes de la lucha armada para independizar a nuestro país, del dominio español. Su frase inmortal “Mi Patria es Primero” se encuentra en el salón de plenos del Congreso de la Unión, y en los Congresos de todos los estados.
Guerrero se unió al ejército rebelde en 1810, a las órdenes de Don Hermenegildo Galeana, y luego gracias a su valor, escaló grados militares, realizó acciones grandiosas como la Consumación de la Independencia, y llegó a los puestos más elevados, como Presidente de México.
Pactó la independencia con Agustín de Iturbide, con el Abrazo de Acatempan el 10 de febrero de 1821, y el 27 de septiembre, el Ejército Trigarante entró a la Ciudad de México, consumándose la independencia. Fue miembro del Supremo Poder Ejecutivo, Ministro de Guerra y Marina y Presidente de México en 1829.
Después de la larga lucha de resistencia en contra las fuerzas españolas, con su ejército muy disminuido, escaso de armamento, y muy cansado, Guerrero se retiró a un segundo plano de actividad. A fines de 1830 consiguió una pequeña fortuna para comprar armas y pertrechos.
Era Presidente de México el General Anastasio Bustamante, y encomendó al ejército acabar para siempre, y a toda costa con Vicente Guerrero, quien amenazaba con avivar sus protestas.
El 14 de enero de 1831 en el puerto de Acapulco, Vicente Guerrero entró en trato con un traficante genovés llamado Francisco Picaluga, quien prometía venderle armas y parque “a buen precio”. Para pactar algunos detalles de la transacción, guerrero fue invitado a almorzar en una embarcación fondeada frente a la playa de Tlacopanocha, hoy “Playa Hornitos”.
Confiadamente, Guerrero llegó al barco, donde en lugar de “bisne” fue aprehendido de inmediato, y trasladado hacia costas de Oaxaca. Se sabe que Picaluga recibió 50 mil pesos de parte del ministro de guerra José Antonio de Facio.
Guerrero fue transportado al puerto de Santa María de Huatulco, donde fue entregado a cuatro oficiales, entre los que se encontraban el capitán José Miguel González, el teniente Fuentes y el alférez Maciel del 4° de Caballería. El 25 de enero, Guerrero empezó a ser interrogado por el fiscal José María Llanes, capitán del batallón activo de Jamiltepec, quien luego lo dejó en manos de Nicolás Condelle, juez-fiscal y alférez del 11° regimiento.
Este juicio sumario y amañado terminó encontrando a Guerrero culpable de traición a la patria, y condenado a la pena de muerte. Juan Álvarez fue enterado a destiempo del complot contra Guerrero, pero no puedo evitarlo. Fue fusilado el 14 de febrero de 1831.
En el año 1833, Álvarez se encargó de promover un juicio en contra de Bustamante y miembros de su gabinete acusándolos de tomar las armas simulando defender las instituciones, cuando en realidad buscaban defender sus intereses personales y de grupo.
Por Decreto del 16 de noviembre de 1833 fue declarado Benemérito de la Patria y en 1849 se creó en su honor el Estado de Guerrero.

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