viernes, 6 de marzo de 2015

COLUMNA

Estudiantes que no estudian

Apolinar Castrejón Marino


Como no podemos generalizar, diremos que no todos los maestros son flojos y revoltosos, solo vamos a referirnos a los “maestros” que dicen estar muy preocupados por nosotros, y que para “ayudarnos”, en defender la educación pública….bloquean las carreteras, asaltan las grandes tiendas, y atracan los camiones que transportan comestibles y bebestibles.
 Y nosotros, les estamos muy agradecidos, que en la ciudad de Chilpancingo haya desabasto de cocacolas, pero queremos que nos expliquen por qué los estudiantes tienen que gastar enormes cantidades de dinero para ir a la escuela, ya no se diga en sus carreras profesionales, sino desde la educación secundaria. 

Un enorme gasto lo representan las Tecnologías de la Información y comunicación (TIC), que surgieron a finales del siglo pasado, y que las autoridades educativas y los intelectuales opinadores, nos presentaron como la gran revelación que nos convertiría en eruditos, ágiles, e intensos. 
De repente, todos estuvimos convencidos de que era imprescindible que compráramos computadoras, para estudiar, para trabajar y para comunicarnos. Los padres que tenían posibilidades económicas, se apresuraron a comprarles a sus hijos sus computadoras, como un juguete lujoso. Se les llamaba ordenadores, o computadoras personales (PC). 
Luego, las empresas iniciaron una gran estrategia de ventas a crédito de aparatos, asesoramientos y cursos para el uso del Internet, e instalación a domicilio. Y ya estábamos listos para gastar nuestros ahorros, vender algo, o pedir prestado, para comprar una computadora.
Y ahora que hay tabletas y “lap-tops” los maestros se atribuyen el derecho de exigir a sus alumnos, que hagan sus tareas y trabajos “a computadora”. Si los papás tienen dinero para comprarles a sus hijos, se encontrarán que las lap-tops son un gasto inacabable, por los “consumibles” y periféricos. Hay que pagar una línea de Internet, y además comprar “programas”, memorias y adaptadores usb, discos, conectores, etc, etc.
Hasta resulta más barato darle dinero al hijo para que se vaya al “cyber” a trabajar, pagando 5 pesos por hora. Y así se evita que lo anden regañando porque enchufa su “Lap” a los contactos de energía eléctrica en la cafetería, lonchería u oficina, para “cargar” su “lap”. Y también se evita que lo anden regañando, porque al llegar a cualquier casa, se dirige al módem a copiar la clave de internet para agregársela a su “compu” o su “cel”.
A los “maestros” que están muy preocupados por la educación pública gratuita, que nos digan en donde está lo gratuito, o que nos digan cómo avanza la educación, cuando los niños y jóvenes dependen completamente de la Internet para hacer sus tareas y “trabajos”.
 Porque es tal la dependencia de los aparatos, que ya no utilizan los libros para investigar, ni cuadernos para tomar notas y apuntes, lo que se traduce en un abandono casi completo de la escritura y la lectura. No necesitamos recurrir a las cifras que aportan las encuestas nacionales, para comprobar el atraso de nuestros niños y jóvenes.
 Pruebe con el niño o joven más inteligente de su familia, o de su casa. La prueba consiste en que le dé algo para leer, un periódico, un libro o cualquier escrito impreso, se supone que después del 6° grado de educación primaria, deberían poder leer cualquier escrito.
 Casi de inmediato comprobará que no saben leer, es decir, pronunciar las palabras con claridad y fluidez, respetar los signos de puntuación, y dar cierta entonación. Pero lo peor es que no saben escribir. Es decir “tomar dictado”; si quiere usted que escriban algo, les tiene que repetir hasta 3 veces cada palabra, y en ocasiones, deletreárselas.
 El lunes de la semana pasada, acudimos a presenciar el homenaje a la bandera en una escuela secundaria muy acreditada de Chilpancingo, y ahí presenciamos la participación de la alumna más adelantada de la escuela, la del mayor “aprovechamiento”, a quien le correspondió leer las efemérides de la semana.
 Fue el espectáculo más bochornoso, pues en cada renglón del escrito tenía de menos 2 errores prosódicos, y solo en una cuartilla de la lectura tuvo 12 errores sintácticos. Les explicamos, la morfología es la rama de la gramática que dicta las reglas a que se sujeta la construcción de las palabras. Pero si los jóvenes no saben cómo se construyen las palabras, tampoco sabrán cómo se pronuncian.  
Los jóvenes de hace 40 años tenían un vocabulario de 2500 palabras; mientras que los jóvenes de ahora solo tienen un vocabulario de 1500 palabras. ¿Usted cree que con estas deficiencias, estén en condiciones de aprender algo?

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