lunes, 9 de marzo de 2015

COLUMNA

La valiosa juventud 

Apolinar Castrejón Marino

Hoy vamos a recordarles un cuentecito, que entretuvo a las generaciones pasadas. Se trata de un niño llamado Peter Pan, que según la trama, vive en el país de “Nunca Jamás”, que es una isla remota que no figura en los mapas.


 Tiene el poder de volar y se encarga de imponer una versión de la justicia, desde la visión de los oprimidos. Se niega a crecer porque disfruta la vida como niño y lo tiene todo. El hada Campanita es su PlayMate (compañera de juegos), y tiene buenas relaciones con los indios y las sirenas que ahí habitan.
Se encarga de cuidar a los “Niños Perdidos” que llegan a la isla, y los hace vivir muchas aventuras fantásticas. Durante una de sus visitas al mundo civilizado, conoce a Wendy, que es una niña de 13 años, hermosa, inteligente y simpática, de la cual se enamora. Cuando se conocen, ella acepta seguirlo a la Isla de “Nunca Jamás”.
El escritor francés James Matthew Barrie, creó el personaje de Peter Pan para una obra de teatro que le encargaron, y que fue estrenada el 27 de diciembre de 1904 en Londres, Inglaterra. Peter Pan es un niño que supera a los adultos, pues con su inteligencia, domina y se burla de los piratas, que llegan a refugiarse y a abastecerse de agua a la isla. El Capitán Garfio es “su cliente”, al que hace muchas maldades.
Con esta introducción queremos comparar lo acontecido en México en la década de los ´60s, en que se presentaron los graves conflictos entre la autoridad y los jóvenes, que aún hoy siguen causando bajas (los muertos y desaparecidos de Iguala, hay que sumarlos a la tragedia del 2 de octubre de 1968).
En las décadas de 1960 y ´70 Los jóvenes mostraban de muchas maneras su inconformidad, pues estaban llenos de vigor, y tenían mucha iniciativa para incidir en la vida del país. Las ideas de los adultos se les hacían muy conservadoras, y para decirlo en pocas palabras: “Se les hacía chico el mar para echarse un buche de agua”.
Los jóvenes siempre han sido inconformes y rebeldes. Quienes hoy son adultos, alguna vez fueron jóvenes, y seguramente se sintieron inconformes con  la autoridad de los padres. “Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción” decía Ernesto, “El Ché” Guevara.
Los jóvenes demostraron su creatividad y originalidad en la música, los deportes y la literatura. Su forma de vestir era innovadora: pantalones “acampanados” y “a la cadera”. Sus cabelleras largas, sus bigotes y barbas, y su música estridente, eran un reto a la sociedad.
La señal que hacían con los dedos simulando una “V” inició con los dedos, índice, medio y anular hacia abajo, que representaba una exigencia de desarme nuclear, y después se transformó en el signo de amor y paz, con los dedos índice y medio hacia arriba. Pero no eran solo ocurrencias, ni modas al azar, eligieron la ideología de grandes escritores mundiales.
El filósofo francés Bertrand Russel, creó la filosofía pacifista, como un ideal de los jóvenes. El neurólogo alemán Sigmund Freud, con su teoría del psicoanálisis, había demostrado que las fuerzas que mueven a la humanidad son, el sexo, el dinero y el poder. Y el pensador alemán Martin Heidegger, inspirado por los presocráticos y Nietzsche creó un existencialismo sencillo, para las clases populares.
Los jóvenes se reunían en los campus de sus escuelas, en las plazas públicas y en las cafeterías a intercambiar ideas y conocimientos de la situación de la sociedad. Poniendo en práctica la teoría de Ferdinand de Saussure acerca de la teoría de signos, hablaban entre ellos en unos términos que los adultos no entendían. 
A los cigarrillos les llamaban “tabacos”, y en casos más inspirados “tabiros”. A las canciones les llamaba “rolas” y a las fiestas, les llamaban “tocadas”. Los géneros musicales estaban perfectamente delimitados: Fresas y Gruesos. Y en los conciertos nunca se juntaban.
El filósofo alemán Jean Paul Sartre, en su extensa obra, trató de convencer a la gente, que la influencia de la sociedad moderna sobre el individuo es tan grande que produce la pérdida de identidad, que es equiparable a la enajenación. Enseñó que el poder individual y la libertad sólo pueden recobrarse a través de la acción revolucionaria colectiva. Su pareja sentimental Simone de Beauvoir reafirmaba sus tesis por medio de novelas.
El científico y filósofo alemán Hebert Marcuse, expulsado de la Alemania hitleriana fue el miembro más explícito e izquierdista de la Escuela de Frankfurt, dedicado a impulsar políticas de emancipación, como la liberación de la mujer y de los jóvenes. Fue además un referente teórico para los movimientos juveniles de protesta, como el movimiento hippie.
En la actualidad los jóvenes van ganando la lucha generacional, a pesar de que dependen casi por completo de los padres ¿Cómo es esto posible? Los jóvenes imitan cómoda y cínicamente, lo que hicieron los jóvenes de aquellas décadas, porque carecen de capacidades y tienen una formación muy deficiente.
Siguen “atrapados en el rock”, pero ahora lo mezclan impúdicamente con música de “bandas” y narcocorridos y en sus “cabezas huecas” no solo existe la ideología del “FaceBook”.

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