lunes, 9 de marzo de 2015

COLUMNA

Lectura Política

Noé Mondragón Norato 

La tercera derrota del PRI
Para los priístas, la división de la izquierda en Guerrero, es motivo que parece suficiente como para madurar un eventual regreso al gobierno de la entidad. Pero hay factores que podrían reventar por anticipado, dicho escenario optimista. Porque en la lógica del poder, operan los más diversos intereses y las más acabadas estrategias con el fin de ceder o no ceder deliberadamente las plazas. Estas son algunas.

ASTUDILLO: ¿APOYO POLÍTICO REAL?- Si se mira bien, hay elementos que perturban en relación a la vendida unidad tricolor. Pero sobre todo, a los escenarios optimistas que muchos en ese partido ya dibujan y dan como hechos consumados. Se leen así: 1.- El presidente Peña Nieto, parece convencido de una situación política concreta: sus amigos tricolores le han traído muchos problemas a su administración. En la elección de enero de 2011, apoyó con fuerza al ex gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero, para que lograra la candidatura del PRI a gobernador. En su lugar llegó Manuel Añorve Baños, quien buscó afanoso al actual presidente del país, con el fin de obtener su venía y simpatías políticas. Fue incluso, a la ciudad de México con el fin de tomarse la foto con él. Pero era claro que Añorve  Baños no estaba en su ánimo político, pese a que Peña Nieto era gobernador del Estado de México, pero ya se perfilaba como el más notable aspirante a la candidatura presidencial por el PRI. Su adversario interno fue el actual diputado federal, Manlio Fabio Beltrones Rivera, cabeza del grupo político que impulsó a su vez, a Manuel Añorve Baños como candidato del PRI a gobernador. Había entonces, cierto recelo político entre Peña Nieto-Beltrones Rivera. Al final de cuentas, Aguirre Rivero ganó la elección. Se entendió de algún modo, que Peña Nieto también lo hizo indirectamente. Todo iba bien en la relación Aguirre-Peña. Hasta que sucedieron los hechos funestos del pasado 26 y 27 de septiembre en Iguala. Los entendimientos entre ambos personajes se fracturaron. Fue evidente. Una señal fue muy clara al respecto: la detención por parte de la PGR, de Mateo Aguirre Rivero –hermano del ex mandatario estatal-, por el delito de peculado. Y desde luego, su posterior encarcelamiento. Fue la coartada natural del presidente del país para mostrar su distanciamiento del aguirrismo. Los hechos ocurrieron en la víspera de que el PRD designara a su candidato a gobernador. Y en la lista apareció haciendo amarres y fortaleciéndose al interior de las tribus, el senador perredista, Sofío Ramírez Hernández, aliado político natural del ex mandatario estatal. Desde luego y tras el escándalo, terminó fuera de la contienda interna del partido del sol azteca. De ahí  vino lo demás. 2.- Héctor Astudillo Flores, fue designado como el candidato de unidad del PRI, para contender por el gobierno estatal en la próxima elección del 7 de junio. Es la segunda vez que competirá por ese cargo. En la primera perdió. Su arribo se observó como la cuota de poder cedida por el presidente Peña Nieto, al grupo político de Manlio Fabio Beltrones. También por segunda vez. Por esa razón, es previsible que, para los intereses políticos de la casa presidencial, no interese tanto que gane la elección de gobernador el PRD, el PRI o el MC. Porque está claro que el presidente Peña Nieto no juega con sus canicas en este proceso electoral. El más visible de ellos, era el dirigente estatal del PRI, Cuauhtémoc Salgado Romero, a quien también se identificó con el grupo político del ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer. Sin embargo, ya quedó fuera. Y en esta lógica, no se advierte que desde Los Pinos, vaya a fluir un apoyo político decidido para Héctor Antonio Astudillo Flores. Más aún si se parte de un hecho concreto: si el PRI pierde la elección, Peña Nieto tendrá una coartada política más para operar el debilitamiento de Beltrones Rivera, con la mira puesta en la sucesión presidencial de julio de 2018. Porque es obvio que éste último opera desde ahora, para lograr esa postulación, la cual disputó internamente al actual presidente del país en 2012. En esa vertiente, al equipo presidencial le resulta altamente rentable que la elección sea ganada por el PRD o por el MC. De algún modo, sabe que la entidad está más cargada electoralmente hacia la izquierda. Y con la crispación del clima local, derivado de los hechos de Iguala, lo que se advierte es una polarización de las fuerzas radicales ante un eventual retorno del PRI al gobierno estatal. Es decir, que el movimiento social podría generar un estado de ingobernabilidad peor al que hoy atraviesa la entidad. Por esa razón, el presidente Peña Nieto parece no tener demasiado interés en relación a lo que ocurra en Guerrero. Al final de cuentas, endosarle culpas y responsabilidad a otro partido político distinto al suyo, aligeran la carga de la presión y de la responsabilidad sobre el  presidente. Son las razones por la que el PRI podría perder por tercera vez.
dragonato@hotmail.com

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