lunes, 27 de abril de 2015

ARTICULO

Ayuda perversa

Esteban Mendoza Ramos
Las fuerzas políticas representadas en el Congreso del estado rechazaron casi de manera unánime la posibilidad de convertir a Salvador Rogelio Ortega Martinez en gobernador sustituto. Las causas de esa actitud de los legisladores locales son evidentes: su falta de capacidad y de voluntad política para enfrentar la crítica situación que padece Guerrero.

Hasta hace unos cuantos días, la no ratificación parecía segura. El “ruido” provocado por el insensato senador de barandilla, Socorro Sofio Ramírez Hernández, asegurando que Angel Heladio Aguirre Rivero asumiría nuevamente la gubernatura y que él sería nombrado secretario general de gobierno, obligó a la intervención firme de la federación, a través del secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
El funcionario federal fustigó a Angel Heladio Aguirre Rivero para que desmintiera su posible regreso al poder estatal y el gobernador con licencia lo hizo con claridad y contundencia: no tengo la menor intención de regresar a la gubernatura, ni nombraré a persona alguna de mis confianzas en la secretaría general de gobierno; tampoco, dijo, influiré en la política del estado.
Después vino la postura de Osorio Chong, señalando que lo conveniente era la estabilidad en Guerrero, lo cual, leído en el sentido correcto significa la ratificación de Salvador Rogelio Ortega Martínez. La maniobra política del gobierno de la República comenzó y Bernardo Ortega Jiménez cambió su postura. A partir de ese momento inició su cabildeo para cumplir la instrucción del centro.
No ha sido tarea fácil lograr los consensos para darle una segunda oportunidad a Salvador Rogelio Ortega Martínez. En primer lugar, el propio Congreso padece una crisis de institucionalidad y de legitimidad, pues está integrado por un gran número de suplentes, lo que ocasiona conflictos entre las propias fracciones, por la poca experiencia política y legislativa de sus integrantes.
En un inicio, el PAN y Movimiento Ciudadano manifestaron su abierta oposición a que Salvador Rogelio Ortega Martínez permaneciera en el cargo. Con el cabildeo federal, al PAN ya se alineó, pero el MC todavía no. Y cuando parecía que se juntaban los votos para lograr la ratificación, el Partido Verde Ecologistas der México se sale del redil y aborta la operación.
Por supuesto que al pueblo de Guerrero lo tiene muy sin cuidado el hecho de que Salvador Rogelio Ortega Martínez se vaya o se quede. Ese asunto es de conveniencia para las élites políticas, como siempre.
El gobierno federal debería ayudar a combatir los estragos de la violencia, política y delincuencial. Robos y homicidios en el centro de Chilpancingo; decenas de asesinatos en Iguala de la Independencia y Acapulco, a pesar del despliegue de miles de elementos del ejército, la Marina y la Policía Federal.
No es aceptable la intromisión del Secretario de Gobernación en el asunto de la ratificación de Ortega Martinez, pues la animadversión de los diputados locales hacia él se la ganó a pulso, con sus desplantes groseros y el abandono de la coordinación entre poderes. En verdad que es intrascendente la permanencia o ausencia de Ortega Martínez. No podemos estar peor y a pesar de todo sobrevivimos.
No tenemos gobernador. Desde hace 45 días el Poder Judicial se encuentra anulado. El Congreso del estado está despedazado, los delincuentes desatados y los ciudadanos desesperados. Que más puede pasar. Así que la mejor es que se vaya Ortega Martínez y dejen a David Cienfuegos Salgado como encargado del despacho hasta octubre. Pero eso si, que corra a la gente de Salvador Rogelio que sólo llegó a robar.

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