martes, 5 de mayo de 2015

COLUMNA

Día de las madres


Apolinar Castrejón Marino
En la escala animal, las madres se comportan de muy diferente manera. La gallina empolla los huevos durante 22 días, y cuando la mayoría de los pollitos ha salido del cascarón, empieza a dar pequeños paseos, cacareando melodiosamente, como “hablando” a sus crías, llamándolos para mostrarles pequeños bocados para que empiecen a comer.


Al atardecer los llama, y los acurruca bajo sus alas para que duerman en la seguridad y tibieza de su plumaje. Así los cuida por un mes, y de ahí trata de alejarlos para que hagan su vida independiente.
Las tortugas del mar, se concentran en lugares especiales para depositar sus huevos en la arena de la playa, a pocos metros del mar; y los abandonan a su suerte. A los 15 días eclosionan los huevos de consistencia plastificada, y las pequeñas tortuguitas de inmediato corren hacia el mar, y de inmediato despliegan su habilidad en el agua para nadar y orientarse.
Las vacas lecheras son inseminadas artificialmente y después de 9 meses de gestación, nace un becerro. Casi de inmediato, el dueño le arrebata a la cría, en ocasiones para venderla, otras para sacrificarla, o simplemente para impedirle que consuma la leche de su madre, debido a que es un producto comercial. Según las apariencias, nada de esto afecta anímicamente a la vaca.
Los peces de acuario llamados “japoneses” o “pez dorado” se aparean en un medio propicio: la hembra deja escapar de su vientre unos 200 huevos, y el macho salpica sobre ellos su esperma. Los huevos fecundados se adhieren a cualquier superficie, y a las 24 horas, nacen los animalitos, tan minúsculos de aproximadamente medio centímetro del longitud y con el grosor de un cabello humano.
Los padres deben ser retirados del lugar, porque si no, empiezan a comérselos succionándolos con su boca que es como una ventosa. Pero el canibalismo en su máxima expresión suele darse en el vientre del tiburón hembra, pues los pequeños tiburones no nacidos empiezan a luchar a muerte, y devoran a su hermano más débil. 
¿Podremos decir algo de las madres humanas sin que se ofendan? Bueno. Pues al parecer, tampoco son todas son iguales, y su conducta con respecto a sus hijos puede resultar desconcertante.
La mayoría son fertilizadas de la manera tradicional y “natural”, pero un número cada vez más creciente son fertilizadas por procedimientos científicos. Las crías nacen de acuerdo a las posibilidades económicas: en una clínica de lujo, en hospitales públicos y en el domicilio particular.
En las zonas rurales, la madre amamanta al hijo directamente, según el régimen acostumbrado. En las zonas urbanas la madre prefiere aprovechar las ventajas de las “guarderías” para que atiendan a su hijo: le enseñen a comer, a jugar, y a socializarse. Por una módica cuota, lleva a “guardar” a su cría, y se dedica a aprovechar su tiempo libre.
Las madres en la actualidad, sobre todo si son jóvenes, que no quieren estropear su figura, rechazan amamantar a sus crías, y las obligan a consumir “fórmulas lácteas”, diseñadas para bebés sajones. Desde luego, no estamos insinuando que son descuidadas, renegadas, o que no quieren a sus hijos.
Sabemos de muchas que cuando sus hijos enferman, corren a consultar Internet para saber qué medicamento le van a suministrar. Y también estamos enterados que muchas madres están dispuestas a “endrogarse” para comprar un pantalla del tamaño más grande para que sus hijos se la pasen viendo televisión, y dejen de estar “jeringando”.
Entonces, expresamos nuestra admiración y cariño por las madres, en su día. Aún a aquellas que se emboban hablando por teléfono con sus “amiguis” o con su “chiquitito”, viendo sus telenovelas o enviando mensajes y fotos con su “cel”, sin hacer caso su hijo, que le está diciendo que “ya se hizo popis” o que quiere comer. 
Que reciban muchos regalos, abrazos y felicitaciones.

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