viernes, 8 de mayo de 2015

PRIMERA PLANA

Los niños trabajan y
ayudan a sus padres

Camila Monserrat.--Para más de la mitad de los infantes Guerrerenses, el día del niño es como cualquier otro; no hay obsequios ni paseos. Su día se traduce en ir a trabajar y ayudar a sus padres para que en casa haya algo que comer.

Guerrero ocupa el segundo lugar con población de 0 a 17 años en situación de pobreza y pobreza extrema con 77.1, por debajo solamente de Chiapas con el 81.7 por ciento. Éstas cifras fueron dadas a conocer por CONEVAL y UNICEF México, tras la realización del estudio “Pobreza y derechos sociales de niños, niñas y adolescentes en México, 2008-2010”, presentado en abril de 2013.
Según este estudio, en 2012, el estado con mayor porcentaje de población de 0 a 17 años en situación de pobreza era Chiapas, seguido de Guerrero, Puebla, Oaxaca y Tlaxcala. La población infantil y adolescente experimenta la pobreza en una proporción mayor que la población en general y que la población adulta. 
En 2012, 53.8 por ciento de la población de 0 a 17 años se encontraba en situación de pobreza en México; es decir que 21.2 millones de niñas, niños y adolescentes, presentaban carencias en el ejercicio de al menos uno de sus derechos sociales y vivían en hogares sin acceso a los recursos monetarios suficientes para adquirir los bienes y servicios requeridos por todos sus integrantes.
A su vez, 12.1 por ciento de las niñas, niños y adolescentes se encontraba en situación de pobreza extrema ese año, lo que implica que 4.7 millones de ellos presentaban carencias en el ejercicio de tres o más de sus derechos sociales y, formaban parte de hogares con un ingreso insuficiente para satisfacer sus necesidades alimentarias.
Marcos…
Abril es uno de los meses más esperados por Marcos pues sabe que en éste, aparte de ser su cumpleaños también es el Día del Niño.
Es un niño de 9 años. Delgado de piel bermeja, luce el uniforme de la escuela en color azul marino y unos zapatos negros casi impecables, relucientes.
Se dedica a estudiar e ir a clases de fútbol en una cancha que está cerca de su casa. Él dice que sus obligaciones son sacar buenas calificaciones en su escuela y es su mayor preocupación.
Por las tardes, después de hacer su tarea se sienta a comer y puede ver la televisión en tanto espera la hora de entrada a su clase de deportes.
Marcos espera con ansias el 30 de Abril. Sabe que significa una fiesta en su escuela, salir de paseo, ropa y juguetes nuevos. Marcos parece un niño normal, con una familia que si bien, no es millonaria, pero tiene el recurso suficiente para darle buena vida y una disciplina deportiva. 
Antonio…
Para Antonio, sin embargo, Abril es un mes como cualquier otro del año, sabe que se celebra el Día del Niño pero no representa nada en su vida.
Antonio es un niño de 10 años, delgado de piel morena. Viste un desgastado short que antes de percudirse, era blanco. Su par de tenis rotos y una playera roja parecen ser parte de su estilo. En sus manos carga una botella con agua y jabón, y un limpia parabrisas.
“Toño”, como le dicen sus compañeros, se dedica a limpiar vidrios en uno de los semáforos de Chilpancingo. Llega a trabajar a las 9:00 de la mañana y termina poco después de las 7:00 de la noche. No le da tiempo de ir a la escuela, según nos cuenta.
Su mayor preocupación es llevar dinero a su casa para que él, su mama y sus 4 hermanitos tengan qué comer.
Estudió hasta tercero de primaria pero tuvo que dejar los estudios porque sus padres se separaron. “Mi papa se fue de la casa y desde entonces no lo hemos vuelto a ver, algunos de mis vecinos se venían aquí a trabajar y yo me empecé a venir con ellos, porque mi mamá ya no me llevaba a la escuela y el dinero no alcanzaba”, expresa al momento de lanzar una sonrisa envuelta en pena. 
Sus mejillas se sonrojaban cuando ésta reportera le hacía plática. Eso opacaba la mugre en su rostro, provocada por el sudor que derrama al pasar tanto tiempo bajo el sol y apresurado para ganarle al semáforo cada vez que limpia un parabrisas. 
Para Toño, la separación de sus padres no fue nada fácil. Aparte de que tuvo que dejar la escuela, la situación en casa cada vez se recrudecía más. 
“Hay días en que no tenemos ni qué comer, esperamos hasta la tarde noche para ver cuánto junto y de ahí compramos huevos o algo barato”, se lamenta mientras su semblante cambia radicalmente. Ahora refleja tristeza.
Y agrega: “A veces veo si hay algún festejo cerca del semáforo, a veces regalan juguetes en las colonias y voy a formarme, pero luego ni me toca nada, así que mejor me pongo a trabajar el 30 de abril. Los choferes luego nos dan un poquito más si limpiamos sus vidrios”. 
Para este pequeño, el “Día del Niño” no significa nada. Es como cualquier otro; no hay pastel ni aguinaldos, es un día de trabajo, como cada uno del año. 
Las ganas de salir adelante, en Toño se notan a leguas. Es amable, sonriente y a veces tiene que soportar regaños o insultos de los automovilistas que se molestan porque pretende limpiar sus parabrisas. 
Así, sin importar todo eso, Toño tiene que seguir trabajando. Mientras platicaba con ésta reportera permaneció al pendiente del semáforo. Observó el color rojo y salió corriendo entre los carros a tratar de limpiar un parabrisas y recibir una moneda a cambio. (API). 

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