jueves, 11 de junio de 2015

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

EL TRANSPORTE EN CHILPANCINGO
A la memoria de Don “Pancho Pistolas” y a su muy querida y respetable familia
Aunque algunas personas no lo quieran o no lo puedan creer, Chilpancingo tuvo una época de oro en que contó con verdaderos artistas del volante.
Choferes reconocidos por otros muchos choferes debido a su destreza, a la pulcritud con que manejaban carros de carga, trailers, autobuses, camiones de plataforma transportadores de trozo y madera de la sierra a Chilpancingo y, aún más, choferes de los coches libres: ¡Verdaderos artistas del volante!, al grado que algunos fueron contratados por gobernadores y funcionarios para que fueran sus choferes.

Se dice que la palabra chofer viene de la palabra francesa chauffeur que significa “el que calienta”, que a su vez proviene del latín “calefacere”. La palabra en Francia data del siglo XIX y se aplica también a los fogoneros de las locomotoras.
Con exactitud no se sabe por qué a los choferes les dicen “Jaime”. Se platica que porque una señora rica, cuando llamaba a su chofer le decía: Jaime. Y Jaime, Jaime, Jaime, cuando y que esa persona tenía otro nombre. “No me llamo Jaime, señora”. Y se dice que así se quedó lo de “Jaime” a los choferes de ricos o de funcionarios.
En Chilpancingo hubo muy destacados choferes. Muchos de ellos condujeron por años camiones transportadores de trozo o madera de la sierra o trailers. Después pasaron a ser choferes de autobuses o coches “libres” que así antes se llamaban a los ahora “taxis”.
Viene este tema a cuento porque en el Chilpancingo actual es muy difícil encontrarse entre los “taxistas” o choferes del transporte público (“urvans”) a verdaderos conductores preparados para desempeñar ese oficio.
Quién sabe dónde les dijeron que eran choferes y los permisionarios, sin hacerles ningún examen para poner en sus manos los caros vehículos, se los dejan. Lo único que importa al dueño es “la cuenta” del día, aunque maltraten el vehículo o la gente que sube a ese carro sea maltratada por el chofer.
Son en su mayoría personas desaseadas, sin educación y producto de alguna tara o un trauma que se manifiesta en que llevan en los vehículos un sonido estridente y poco les importa conducir a altas velocidades sin necesidad de ello, dada la vialidad tan congestionada en Chilpancingo y las calles hechas pedazo.
Debido al volumen alto no escuchan cuando alguien les pide que paren, para bajar del carro. Hace poco vimos anuncios en esas camionetas: “Suba, siéntese y cállese”. Hay otra: “No importa chipote con sangre, sea chico o sea grande”.
Se molestan y contestan con insultos a pasajeros que les hacen observaciones: “¡Parece que traer reses, amigo!”, reclama alguien. Y ellos contestan, “Pues si no le gusta, váyase caminando”.
Y no son cien ni doscientas “urvan” del servicio público. Son mucho más y todas convergen en el mercado. Y los señores agentes de Tránsito Municipal, algunos, ordenan a los choferes que no atraviesen sus vehículos en los largos estacionamientos que hacen y con ello producen caos viales, otros agentes se hacen de la vista gorda pero porque de los choferes reciben algunas dádivas. 
Y el director de Transito tiene que hacerse de la vista gorda para no infraccionarlos por los “convenios” que hay entre organismos de choferes y el alcalde.
Todo tipo de personas hacemos uso de ese servicio, particularmente estudiantes, amas de casa, ancianitas, ancianos, gente mayor de edad, niños, señoras embarazadas, personas discapacitadas, y a los choferes le vale madre. Ellos conducen como si transportaran bestias.
La gente no termina de sentarse cuando  ya echaron a caminar el vehículo y ha habido accidentes. Aceleran como si fueran a entrar a una autopista y al momento tienen que frenar ocasionando molestias entre los usuarios.
Tal vez no entienden o no reflexionan que del esfuerzo que realizan obtienen el dinero que llevan a la familia para que los padres, la esposa y los hijos coman.
A estas alturas del insultante crecimiento de la ciudad de Chilpancingo, es muy importante que contemos con autoridades responsables que de verdad se interesen por resolver los problemas cotidianos, como el aquí planteado.
Funcionarios que no sean corruptos; que sepan y conozcan el papel que están desempeñando como presidentes municipales, síndicos, regidores o funcionarios, directores o agentes de Tránsito.
Desafortunadamente los puestos de gobierno o municipales se reparten entre los amigos del jefe, no importa que no sepan ni a qué van a tal o cual dependencia. Y en cuanto a Transporte citadino llegó la hora de meterle la mano, intentando corregir lo que aún se puede como es el transporte público.
Por lo demás, Chilpancingo parece ser una madeja enredada donde no hay solución para nada, para el transporte, menos.
Tal vez quienes se sientan afectados por el sistema de transporte en Chilpancingo, tengamos que pedir la intervención del Dios de los cielos y de todos sus ejércitos  para que las autoridades apliquen las leyes. ¿Con eso es suficiente?, tal vez, pero…. ¿quién? ¿cuándo? ¿dónde? 

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