miércoles, 1 de julio de 2015

COLUMNA

Evaluación, con calmita 

Apolinar Castrejón Marino

Escuchamos un viejo programa de radio llamado “La tremenda Corte” con un reparto bien singular. Una dama a quien llaman “Nana Nina”, mujeruca cubana entrada en años y en carnes, que en todo está, menos en misa, pero que le pone muy buen humor a los conflictos. 
El personaje principal es José Candelario “3 patines”, un gandul y sinvergüenza que con tal de no trabajar es capaz de vender a los héroes de Cuba. Luego está un pobre gallego que peca de ser muy recto y honesto, pero también muy ingenuo, creyente, y confiado.

Los 3 acuden a la corte a pedir justicia por una  disputa comercial que se presentó en el negocio del gallego, en donde Nana Nina fue a comprar chícharos para hacer su comida. Rudecindo Caldeiro, la atendió amablemente y le surtió lo que la dama pedía. La disputa se inició porque Nana Nina alegaba que los chícharos no le iban a alcanzar para mediar con el arroz que preparaba para acompañar la jaiba que tenía planeado devorarse.
El gallego argumentaba que todo estaba subiendo de precio, y que le estaba despachando lo justo, que si quería más, le podía vender otra porción, pero que le tenía que dar más plata. Para complicar la cosa, estaba por ahí “Tres Patines”, quien intervino en favor de la dama diciéndole al gallego, que era una buena cliente y que le debía dar un trato especial, como hacerle un descuento.
Como no se podían poner de acuerdo, y armaron tremendo escándalo, llegó un policía para trasladarlos al juzgado, para que la autoridad les hiciera justicia…si era posible. El juez pidió que lo pusieran al tanto de los hechos, y cada quien le dio su versión. Lo más sobresaliente era que Nana Nina no estaba de acuerdo en la cantidad que le había despachado, pues según ella, Rudecindo de por sí era un tacaño y avaro.
Tres patines apoyaba todo o que decía la gorda, y el pobre gallego ya no sentía lo duro, sino lo tupido. El juez trataba de calmar los ánimos, pero eso parecía imposible. Hasta que al secretario se le ocurrió decir que reconstruyeran los hechos, y entonces el gallego mandó a traer todo lo necesario.
Cuando todos estuvieron listos para la demostración, el señor Caldeiro, tomó un metro de madera y lo puso sobre el escritorio del Juez. Enseguida se puso a acomodar los chícharos a todo lo largo del metro, hasta que estuvo lleno de uno a otro lado. Entonces le dijo al juez, que mirara, que era un metro exacto de chícharos.
Con un tono de comprensión, el juez le dijo al gallego: 
- “Pero Rudecindo ¿quién le dijo que los chícharos se miden por metro? ¡Por Dios! 
- Pero yo los tengo que medir, ya no estamos en el tiempo en que se despachaba “al tanteo”. 
- Pues sí. Pero Rudecindo, los chícharos y otras semillas se miden por litro ¿No sabía? 
- Bueno Señor Juez, ahora que me lo dice, pues al parecer es más rápido y práctico, y no desmerece la exactitud. Muchas gracias Señor Juez.
Esto viene a cuento por la mentada evaluación de los maestros. En el contexto educativo, evaluar es sinónimo de medir. Estaremos de acuerdo en que los maestros tienen derecho a que les digan qué les van a medir, y como los van a medir. Y desde luego no podría ser un examen de conocimientos.
A través de rumores, se sabe que les van a medir cómo están enseñando, lo cual parece razonable. Aunque, según se conduce este gobierno, lo más seguro es que ni ellos sepan que necesitan avaluar. Y esto mantiene a los maestros en pie de guerra, en perjuicio de la ciudadanía. 
Un tanto más a favor de los maestros es que a todas luces, el gobierno les tiene miedo. En el Estado de Guerrero se realizó una parte de la evaluación; la parte que nadie rehúye, porque tiene que ver con la promoción, o sea, concursar para obtener una categoría más elevada: directores y supervisores.
En la práctica, les están dando tiempo a los maestros “chocolates” para que “arreglen” su situación: aviadores, docentes sin perfil profesional, y “comisionados”. Algunos más están llegando a la antigüedad para su jubilación o su retiro. Total que nadie está interesado en la calidad de la educación, ni en proporcionar buena atención a los niños y jóvenes. 

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