martes, 11 de agosto de 2015

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

 DIALOGOS CON RAMON CARRETO SOTO
En un restaurante típicamente chilpanchingón, nos reunimos hace unos días con el excelente amigo don Ramón Carreto Soto, paisano destacado profesionalmente y quien hace algunos ayeres ocupó importantes cargos públicos, particularmente en la CONASUPO tanto en Guerrero como en otros estados del país donde dejó huella profunda en el corazón de muchas personas con quienes  cultivó la amistad como sólo él lo sabe hacer.
A raíz de que en este espacio citamos hace unos días el tema de Don Vicente Guerrero que según el maestro Herminio Chávez Guerrero, había sido posiblemente El Alquitrán, donde están las antenas frente a Mazatlán, Guerrero, el lugar donde se encontró con su padre que le traía el indulto de los españoles y dijimos que ahí Ramón había sufrido un percance, en la comida que nos invitó revivió esa historia.
Un buen día salió de cacería con don Susano, un señorón ya entrado en años y dueño de una larga y limpia trayectoria en la construcción en Chilpancingo, quien entre otras construyó los edificios de las familias Castillo Villanueva, Montaño Olea y la propia de los Carreto.

Don Susano (que vivía en las calles de Neri) llevó a sus dos hijos y don Ramón a su hijo, los tres frisaban entre los ocho y diez años de edad. Eso sucedió en 1985.
Pues, ahí van para El Alquitrán en una camioneta nuevecita. Cuando iban subiendo la pesada cuesta transitando un camino totalmente accidentado, encontraron un grupo de cazadores que venían cargando un venado ya destazado y quienes les recomendaran tuvieran cuidado porque más allá, atrás de las antenas había, como dice el corrido de “Camelia la Tejana”, sembradíos de yerba mala. Mejor denle pa’ ca, fue la recomendación y así lo hicieron.
Era mediodía y llegaron a un plan próximo a las antenas. Los niños iban felices, llevaban algo de comida y por ahí anduvieron cuando de pronto comenzó a nublarse y a lloviznar. La espesa neblina rápidamente cubrió la montaña y no permitía la visibilidad y, para acabarla, la camioneta no arrancó. El intentar bajar en medio de esas piedras resbaladizas, era exponerse a un accidente, por lo que decidieron esperar a que las condiciones climatológicas se superaran, pero, no. Imposible.
Ramón dijo a don Susano que iba a bajar caminando hasta Mazatlán para pedir ayuda para lo que habría de caminar unos ocho kilómetros aproximadamente. Hay que advertir que Ramón Carreto Soto siempre ha tenido gran condición física, no fuma, no bebe y ahí va. Hora y media caminando entre neblina y pedreguera y de pronto: ¡Zaz!, cayó cuan largo es… Pero se levantó y andó y ya no quiso continuar, regresó a la camioneta con una herida en la pierna.
Lluvia, frio, camioneta descompuesta, incomunicación, alto riesgo por los sembradíos y los niños manifestaron hambre. Consumieron las tortas que llevaban y así pasaron la noche. Por fortuna, dice Ramón, funcionó la calefacción y eso permitió que nadie se convirtiera en paleta. A las cinco de la mañana, ahí va Ramón nuevamente al intento de solicitar auxilio.
Pretendía llegar a un pueblo que se localiza casi al empezar a subir al Alquitrán, cuando de pronto ve pasar un jeep donde iban dos de sus amigos. Lo vieron y echaron reversa y le informaron que en Chilpancingo la familia y muchos amigos estaban preocupados, desvelados, solicitando auxilio a las autoridades. La esposa de Ramón, mortificada al extremo por no tener noticia de su hijo y de su esposo al igual que la familia de don Susano por él y los niños.
Así ocurrió la odisea. Pero viene todo esto a cuento por la cita que hace unos días hicimos en este espacio y Ramón carreto nos hizo favor de comunicarse con nosotros para hacer el comentario.
Pero hubo más. 
Se presentó, a fines de la década de los ochenta la oportunidad de que Ramón llegara a ser presidente municipal de Chilpancingo. 
Dueño de una trayectoria como servidor público envidiable por los cargos desempeñados en varias dependencias federales y varios estados del país, y teniendo la amistad con Raúl Salinas de Gortari con quien como funcionarios federales se conocieron en el norte de México, pudo haber solicitado el apoyo de él, pero prudentemente (que es la característica de Ramón) prefirió esperar y eso marcó su destino.
De pronto, y siendo gobernador de Guerrero José Francisco, hubo una diferencia entre él y Raúl y a raíz de ello y del silencio y la prudencia que conservó Ramón, no pudo solicitar el apoyo de quien años después sería “el hermano incómodo” de Carlos Salinas de Gortari.
Hoy, que como han pasado los años, las anécdotas, al calor de un diálogo salpicado de detalles de suma trascendencia, quedan como eso, como anécdotas de lo que, como decía doña Silvina Ramírez, dueña de la fonda La Sanmarqueña, “pudo haber sido y no fue”.
La política viene siendo nada más y nada menos que eso, y quien no lo entienda así y la viva así, malo. 
Gracias, Ramón Carreto Soto por tus atenciones.
Ojalá en “La Covacha” nos atendieran con la atingencia y educación que te distingue…
Pero, pero…Hay que arrodillarse ante Su Graciosas Majestad para solicitar un “express”, como si lo fueran a regalar.   

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