lunes, 7 de septiembre de 2015

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Wendy Alanis.--Según datos del Observatorio de Violencia Contra las Mujeres, “Hanna Arendt”, más de mil 200 feminicidios (específicamente 1293) se han cometido en el estado de Guerrero en los últimos diez años, alarmante cifra que lo ubica dentro de los tres primeros lugares en feminicidios a nivel nacional y comparándolo con los países en guerra.
Sin embargo, ésta cifra sólo avala aquellos feminicidios que han sido documentados pero a mi muy particular punto de vista faltarían todos aquellos que han quedado en la impunidad por machismo, miedo o ignorancia e incluso usos y costumbres y hasta aquellos que han sido tipificados como homicidio porque en su momento fue pasado por alto que se trataba de un acto de odio contra el género femenino o se desconocía que existiera la violencia de género.

Estas cifras vertidas por el mismo Observatorio, sólo revelan el alarmante porcentaje que el feminicidio ocupa dentro de la sociedad, siendo Acapulco el primer lugar con el 25 por ciento en el año 2005 pero llegando dolorosamente a un 50 por ciento el día de hoy, Zihuatanejo ocupa el segundo lugar y Chilpancingo el tercero.
Y como prueba de la existencia y la impunidad que permea un feminicidio están los casos de Hermelinda  Anastacia Jardón, asesinada dentro de su domicilio en la comunidad de Cacahuamilpa, en octubre del 2010 y el de Irma Isela Navarrete Morales, violada y asesinada a golpes  en la ciudad de Iguala de la Independencia también en octubre del 2010 pero a pesar de que a todas luces estos casos son feminicidios, fueron calificados como homicidios y aunque es un delito que se persigue de oficio, en estos casos todo quedo en la completa oscuridad.
Pero más dolorosa aún es la resistencia de  las autoridades encargadas de impartir justicia al no querer reconocer que muchas de las muertes violentas de mujeres, donde además se  manifiesta como máxima burla hacia la mujer la violencia sexual, son en realidad feminicidios, es decir 
crímenes de odio.
Y como indolentes deben tomarse las declaraciones del ciudadano gobernador sustituto Salvador Rogelio Ortega Martínez, al decir que sólo “si se reúnen los requisitos se emitirá la alerta de género” en el estado, todo esto a pesar de que la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (Codehum) solicitó ya al Tribunal Superior de Justicia (TSJ) y a la fiscalía información para promover dicha alerta, siendo que es una obligación del gobierno del estado tener un registro preciso de dichos crímenes pero quizá su actitud blandengue ante los feminicidios es más bien el reflejo del verdadero misógino que gobierna nuestro estado y tal vez ni informado esté de que según “Tlachinollan” y el Centro de Derechos Humanos, en la región de la montaña de Guerrero desde el año 2014 se agravó la violencia de género y se registran más de dos muertes violentas de mujeres al mes.
Pero pareciera que Salvador Rogelio Ortega Martínez pensara que todo esto sucede fuera de Guerrero en lugar de reconocer que se necesita urgentemente emitir la “alerta de género” porque además somos un estado con negro historial de venta de mujeres y niñas.
Y el gran “elefante blanco” que es la SEMUJER, no se quedó atrás con sus declaraciones escuálidas y faltas de toda defensa hacia la mujer al decir en dos ocasiones “que no va a iniciar de oficio un procedimiento de ésta naturaleza si no lo promueven con argumentos organizaciones de la sociedad civil o la Comisión de Derechos Humanos (CODEHUM)”, de vergüenza que una secretaría creada para la defensa de la mujer, sea la primera en cruzarse de brazos y sentarse a esperar que otros hagan lo que es su obligación, en pocas palabras una vez más la SEMUJER, sólo demuestra su ineficacia en la procuración y exigencia de justicia hacia la mujer pero lo que es peor, su actitud derrotista en nada ayudará a emitir con urgencia la “alerta de género” que Guerrero necesita, confirmando con ello que sólo es un edificio con mujeres “ entaconadas”, faltas de toda sororidad para con su género. 

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