viernes, 11 de septiembre de 2015

COLUMNA

Yo no soy Ayotzinapa

Apolinar Castrejón Marino
El tema de Ayotzinapa, vuelve a ocupar la atención nacional debido a las declaraciones de profesionales y científicos, que después de casi un año de los acontecimientos, han descubierto que no es “científicamente” posible que los cuerpos de los ayotzinapos hayan sido quemados hasta convertirlos en cenizas.

Y también se renueva la inconformidad de la ciudadanía por la alteración de la vida cotidiana, de la gente que busca sobrevivir a la corrupción, el encarecimiento de los bienes de consumo, y a la falta de empleo.
Como todos sabemos, las estrategias de lucha de los afectados de Ayotzinapa, están dirigidos contra la ciudadanía: bloqueos, marchas, y vandalismo. La ciudadanía reprueba el asesinato de los estudiantes, y está inconforme con el gobierno de Peña Nieto, pero su malestar es mayor, contra los estudiantes y sus seguidores.
“Yo no soy Ayotzinapa” es un blog que apareció en Internet, en donde sus administradores pretendían deslindarse de los hechos de violencia generalizados, en un momento en que parecía que todos los jóvenes y estudiantes, parecían empeñados en ocasionar el caos y la ruina total del país.
“Yo no soy Ayotzinapa” reunía fotografías de las acciones que realizaban los “ayotzinapos”: toma de casetas de cobro en las autopistas, “ordeña” de la gasolina de los autobuses, y preparación de bombas “molotov” para provocar incendios.
Lo más sorprendente eran los comentarios entre los estudiantes, sus familiares y sus seguidores, captados en la Escuela Normal de Ayotzinapa, en los plantones y en las casas de estudiante de la UAGro: “No nos quería dar su cooperación voluntaria y le salió más caro, porque le rayamos la camioneta”, “No le quedó más que aflojar el billete, cuando vio que le íbamos a partir la madre”, “Chido, cuando ves la colota de carros en la autopista, que no pasan porque nosotros lo decimos”.
Algo pasó en todos estos meses, y los administradores del blog cambiaron por completo el contenido de las declaraciones y pronunciamientos de los ciudadanos que participan “espontáneamente”. Por lo que se ve, ya no es  prioritario deslindarse de la hostilidad de las organizaciones estudiantiles contra la ciudadanía.
Ahora aparecen comentarios que primero dicen ser estudiantes sobresalientes de escuelas muy prestigiosas, y luego argumentan que se sienten afortunados por que no los han matado, y terminan expresando apoyo a la lucha de los ayotzinapos. 
Por el momento, los padres de los desaparecidos, se encuentran satisfechos, y aprueban las declaraciones de los científicos, en vista de que convienen a sus intereses, pero no dude que en pocos meses, estarán completamente inconformes con ellas, cuando vean que ya no pueden seguir sacando provecho de la conmiseración.
Porque vea usted, estamos ante acciones viles de abuso de la fuerza, en contra de jóvenes infractores. Pero también es verdad que venían de Tixtla, y robaron autobuses que según versiones, traían cargamentos de droga de un cártel muy poderoso. Esto ocasionó la furia de los traficantes, que se aprestaron a recuperar lo que les pertenecía. Y lo hicieron a su estilo:
En plena vía pública armaron tremenda balacera, en donde murieron estudiantes y curiosos, y a los estudiantes que iban en los autobuses, se los llevaron secuestrados. Se les escaparon 3 o 4 jóvenes, pero no les dieron ninguna importancia. En el transcurso de la noche según la procuraduría, asesinaron a los 42 estudiantes secuestrados. Pero nadie supo de los disparos.
Según los padres de los ayotzinapos, no los mataron, y tampoco los quemaron (¿?), y los deben de tener en algún lugar, el ejército… o Peña Nieto (¿?). En todo este revoltijo, destaca la idea de que los sicarios estaba muy preocupados en desaparecer los cuerpos de los estudiantes, al grado de que los llevaron a crematorios particulares.
“Todos” los mexicanos exigen que las autoridades esclarezcan punto por punto los acontecimientos de Iguala. Si esto fuera cierto, también estaríamos en derecho de pedir que los estudiantes de Ayotzinapa y sus padres, esclarezcan punto por punto sus acciones, empezando por dar el nombre de quien les ordenó partir hacia la Ciudad de México.
También tendrían que declarar, porqué obedecen órdenes de quienes no son las autoridades legalmente constituidas y reconocidas, o ¿No se considera grave que los jóvenes anden fuera de su escuela, a deshoras de la noche, cometiendo arbitrariedades, sin saber quién se los ordena?
Esos padres que ahora están muy preocupados por el destino de sus hijos ¿Dónde estaban, y que estaban haciendo, cuando sus hijos estaban siendo “baleados” en Iguala? Dicen que les gritaban a los soldados que no les dispararan, que estaban desarmados, pero que a bordo de los camiones que acababan de robar llevaban varillas afiladas en punta, bombas de gasolina, y petardos de pólvora. 

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