lunes, 26 de octubre de 2015

ARTICULO

 Astudillo y  el cambio
de poder en Guerrero      

 “Todos los momentos que simbolizan cambios de poder, son en realidad la culminación de un largo proceso”. Juan Linz
Efraín Flores Maldonado
Alvin Toffler, en su excelente libro “El cambio del poder”, publicado en 1990, ya anunciaba que “toda la estructura del poder que mantuvo unido al mundo, se desintegra y otra, radicalmente opuesta, va tomando forma”, que “las viejas formas del poder se van desgarrando… debido a los usos irracionales que de él se han hecho”.

Anuncia visionario, “una revolución en  la naturaleza del poder; no una mera transferencia, sino una transformación”.  Hace 25 años esas  fueron sus ideas proféticas. Hoy, el poder cambia de manos, de partidos y se modifican algunos de sus usos significativos. El poder transita en el caso de México, del PRI al PAN y del PAN al PRI. En Guerrero, del PRI al PRD y del PRD al PRI. Esos entornos y retornos, son fotografía y radiografía de la conciencia y desarrollo político de la ciudadanía que mira más allá de las tinieblas partidarias; los electores han descubierto los defectos y los efectos de un poder extraviado…ineficiente…o corrompido. Como lo dijo el filósofo español José Ortega y Gasset, “en ocasiones el pueblo no sabe lo que quiere, pero siempre sabe lo que no quiere”. El cambio de poderes  del PRD al PRI en manos de HAF, es simbólico y sintomático. Representa genuina conciencia política ciudadana. Angel Heladio Aguirre Rivero, un candidato carismático, cometió el pecado de confiar el poder Ejecutivo  a inexpertos y novatos. Dejó que el nepotismo colonizara los legítimos intereses de la ciudadanía. El pueblo ya no quería “más de lo mismo”; prefirió la experiencia de Héctor Antonio Astudillo Flores y desechó el voluntarismo protagónico de una oposición mítica y mitómana. Como bien lo dice Leonardo Morlino, los electores siempre buscan “la certidumbre” para las mayorías y la protección estratégica de las minorías como legitimas oposiciones. Ese fue uno de los temas de Héctor Antonio Astudillo Flores, el interés de las mayorías, la eficacia del poder y la honestidad de los servidores públicos. El triunfo lo compromete a realizar verdaderos cambios en la naturaleza del poder estatal; modificando estructuras y asignando novedosas funciones a los actores políticos oficiales. Estableciendo nuevos usos del poder y desterrando sus históricos y modernos abusos. El abuso es el esmeril que siempre desgasta al poder. En México y Guerrero el poder público esta preñado de ineficacia y corrupción. Ya el Rey sol, Luis XIV, prevenía a su hijo en sus “Memorias sobre el arte de gobernar” que desechara de su reino a los Ministros en los que repentinamente “aparece la abundancia con sus nuevos cargos  y cubren sus malversaciones con toda clase de artificios, descubriéndose por otro lado, mediante un lujo insolente y audaz”. Los miembros del Gabinete de Héctor Antonio Astudillo Flores tendrán que ponerse los huaraches del pueblo y caminar a su lado, escuchando y resolviendo sus carencias. Emmanuel Sieyes en su “Ensayo sobre los privilegios”, decía en plena revolución francesa que los Ministros del Rey “deben aspirar a ser distinguidos por los ciudadanos y no a ser distinguidos de los ciudadanos”. En una Revolución y en una crisis económica, política y moral como la que vive Guerrero, la sencillez y cordialidad de Héctor Antonio Astudillo Flores y su esposa Mercedes Calvo Elizundia debe ser referente en la conducta eficaz del gabinete. Juan de Mariana en su libro “Del Rey y la institución real”, señala que el buen Príncipe “gobierna sin dominar…aspira a la popularidad por medios lícitos…es humilde y aspira a vivir bajo el mismo derecho que sus ciudadanos…y no se cree nunca dueño del Estado ni de sus vasallos, por más que se lo digan al oído sus aduladores”. Desde mi punto de vista, estos son rasgos que debe tener el cambio del poder que los guerrerenses esperan con Héctor Antonio Astudillo Flores. Es todo. *Doctorante en ciencia política.

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