martes, 17 de noviembre de 2015

ARTICULO

No más feminicidios
Wendy Alanis

  Violencia Económica
 La violencia económica es una de las caras más viejas que se reproducen en la violencia de género, aunque hasta hace poco comenzó a reconocerse como  una artífice usado para reprimir y castigar a la mujer.

La violencia económica es una arma no deja huellas, no desangra, no produce estruendo porque no tiene estallido, no deja moretones visibles en el cuerpo pero es igual de peligrosa y ruin que cualquiera de las otras caras de la violencia.
La violencia económica no es una arma que se dispare y cause  una muerte instantánea pero es utilizada con la misma frialdad, premeditación, alevosía y ventaja para cometer un acto que cause dolor, ignominia, tristeza, miedo, desolación, abandono y una muerte lenta en la soledad y el olvido entre aquellos que se considera inferiores e inmerecedores de la protección y amparo, como los hijos y la cónyuge.
El terrible acto de abandonar a los hijos que se han procreado bajo el régimen de una relación amorosa es una artimaña que se utiliza para causar dolor y castigar a la mujer que se ha decidido a abandonar el hogar conyugal, principalmente por padecer violencia intrafamiliar y aunque se ha recurrido a la pensión alimenticia dentro de la ley para procurar el bienestar de los menores-hijos, ésta no es una ley que se obedezca en su totalidad y en  la mayoría de los casos los  menores sufren no sólo el abandono de su propio padre, sino también el del estado que no ha sido capaz de crear una ley que establezca esta negligencia como un delito que se persiga de oficio, no sólo por querella pues el desamparo económico que sufre un menor, incrementará el daño ya causado durante el resto de su vida y vivirá siempre en una atmósfera de carencias.
El castigo tácito de la violencia económica es un delito cruel que debería ser perseguido de oficio y no sólo por querella, sin embargo; el estado se mantiene al margen de la orilla del río, como un simple espectador de la ignominia, convirtiéndose en cómplice de la sucia violencia de género en deterioro de quienes siempre son los más desprotegidos.
Pero lamentablemente el estado mantiene una actitud blandengue con leyes sumisas que se quiebran como una espiga con el viento fuerte, nuestras leyes no contemplan este acto como un delito grave y eso sólo contribuye a extender más este tipo de violencia y al surgimiento de la marginación y pobreza entre esos menores que han sido abandonados no sólo por el padre, sino también por el estado que en nada se ocupa ni le preocupa su bienestar.
Mientras nuestras leyes no contemplen el abandono (económico) de un hijo como un delito grave propio de la sevicia contra el género femenino, seguirán existiendo actos de burla e impunidad, seguirán existiendo niños con carencias e infelicidad, seguirán existiendo niños que se vean obligados a trabajar desde antes que puedan siquiera pronunciar una  palabra, seguirán existiendo niños que pidan limosna y reciban migajas, seguirán existiendo niños que consuman droga en una maloliente esquina, seguirán existiendo niños que no podrán ir a la escuela y crecerán con un camino frustrado siendo quizá posibles delincuentes.
Mientras aquellos a quienes se les confiere con fé, la impartición de justicia, sean indolentes, incapaces y corruptos seguirán siendo cómplices de la violencia económica.

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