jueves, 5 de noviembre de 2015

ARTICULO

Astudillo: Cultura

Gustavo Martínez Castellanos
Resulta imposible no observar la preponderancia del tema del inicio de un nuevo ciclo al comienzo de un gobierno (y del lógico rompimiento del anterior), así como –en el caso explícito del PRI- de la posibilidad de un eterno retorno. 

Sobre todo en el caso de La cultura, en que esta posibilidad es mayor, a menos que el nuevo gobernador se deshaga de ella desde ahora y privilegie sólo el ejercicio del nacimiento de un nuevo ciclo: el suyo.
Porque en materia de cultura la posibilidad de muchos retornos crece; la sombra del licenciado Alfredo Figueroa, la de los amigos y parientes de Ángel  Heladio Aguirre Rivero, la de los funcionarios de Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, y la de los nuevos amigos (y parientes) del Aguirre Rivero gobernador perredista; en cuyo, en ninguno de los casos, la Cultura entendida como preocupación y motivo de acción de un determinado gobierno generó rentabilidad social.
La cultura, en todos estos casos, fue motor de reuniones de altísimos vuelos sociales y políticos, para “generar divisas y empleo”, “regenerar el tejido social” y, casi siempre, para entretener a la gente a través de grandes espectáculos o de programas que recaen en ciertos grupos sociales que realizan determinadas actividades para dar muestra de que “se está haciendo cultura”. Ya no digamos para beneficiar a los amigos con becas, cursos, talleres, seminarios y exposiciones. Todo eso, sin contar con la generación de una clase burocrática “cultural” que hoy ha sentado sus reales en los presupuestos.
¿Caerá el gobierno de Astudillo  Flores en ese eterno retorno? ¿Será un gobernante que aplauda los espectáculos armados o rentados por sus funcionarios para loarse a sí mismo? ¿Privará su gobierno a Guerrero de generar rentabilidad social? Esperamos que no. 
Esperamos que el gobierno de Héctor Antonio Astudillo Flores vea y pugne por que el ejercicio de la burocracia cultural genere estrategias, planes, proyectos y programas que no sólo lleven el taller, el curso o la exposición a públicos sino a la sociedad (que no es lo mismo), al ciudadano; que éstos (los cursos, etc.) sean capaces de incentivar en el individuo, en los grupos y en la sociedad toda, la búsqueda de los más altos valores, aquellos que lo señalan como ser humano y que, a su vez, lo alienten a analizarlos, a ubicarlos en su contexto y a replicarlos en un ejercicio de difusión que genere sinergias de cambios positivos y radicales en bien de la sociedad misma, del individuo mismo como tal. 
Resulta altamente desalentador que la ausencia de análisis tanto de ciudadanos como de funcionarios y medios de comunicación en materia de cultura como expresión de lo humano sea una de las más acendradas características del pueblo suriano.
Sobre todo, porque esta característica se conforma de las grandes ausencias del guerrerense en su proceso de desarrollo como entidad: la investigación, el análisis, la objetividad, la universalidad; el apego y búsqueda de las ciencias en sus praxis. 
Somos ésa cultura. Pero, y a través de los planes, proyectos y estrategias adecuadas ¿no podríamos arribar a ser otra cultura?, ¿una que rechace la especulación, el arribismo, la corrupción, el clientelismo, la apatía, la codependencia, la sumisión, el poco aprecio por la vida  y que ayude al guerrerense a insertarse en la dinámica del trabajo y su rentabilidad?, como muchos pueblos prósperos y felices en la faz de la tierra. 
La decisión es de Héctor Astudillo: eterno retorno o el nacimiento de un nuevo ciclo, el suyo, que siente las bases de un nuevo Guerrero. ¿Querrá? Está empezando. Es posible…
Interesante, el diálogo de los obispos…
Nos leemos en la crónica. gustavomcastellanos@gmail.com

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