miércoles, 2 de diciembre de 2015

ARTICULO

Crónica de los cuentos de Navidad

La Mariposa



Felipe Zurita
La risa de los niños era tan hermosa aquella tarde que el sol parecía reír con ellos. Esa misma felicidad hacía que el jardín floreciera. Ya era casi otoño y las hojas de los arboles estaban verdes como si fuera primavera. 

Era el lugar favorito de muchos niños cada tarde ahí no había hojas secas o flores marchitas al contrario era un jardín tan hermoso, cálido donde la música era una mezcla de cantos de las aves. Quienes parecían anidar solo ahí.
El corazón de la felicidad del jardín era un anciano llamado José quien por las tardes leía historias, que parecían tan verdaderas incluso vividas por el mismo quizás en su muy lejana juventud y que las cantaba con gran emoción.
Los niños llevan de todos partes era como una ilusión jugar ahí. Nadie lloraba, todos reían. Solo había un vago silencio interrumpido por el trinar de las aves cuando la historia se iba a leer. Una de ellas y quizás la favorita era la mariposa de alas azules.
Cuenta la historia. Que de un árbol seco nació un gusano flaco, con muy poco pelo casi escaso en todo su largo cuerpo, con unos ojos que parecían gotas de agua y su caminar tenía un vaivén que no le ayudaba a estar muy lejos de su árbol.
Aquel día cuando se cayó, no fue por casualidad sino que deseaba conocer el mundo donde vivía quería tocar con sus pequeñas manos una hoja verde, probar con su boca el sabor del agua, pero lo que más deseaba era viajar a mundos lejanos.
Si a esos mundos lejanos que sus ojos reflejaban en un profundo color azul como el cielo. El gusano. Veía desde su árbol el paso de las estrellas el movimiento de la luna, disfrutaba del calor del sol. Y oía el canto del agua.
Una tarde vio llegar a un canario, con plumas tan hermosas que se venía como hijo del sol. De pecho amarillo de dulce azúcar algunas alas blancas y de un canto más transparente que el agua. Y de una felicidad que le daba volar.
El canario le contó en su trinar que el mundo era inmenso, que había arboles verdes con sabor a miel, que eran tan grandes y frescos por el día y cálidos por las noches y sus hojas por las mañanas había agua tan fresca para beber que era maravilloso vivir ahí.   
La visita del canario fue tan recurrente con el gusano que logró inquietarlo tanto por conocer el mundo más allá de su árbol seco que parecía olvidado por los otros árboles que a la distancia se veían llenos de felicidad.
El gusano pensó muchas noches sobre lo que le platicó el canario en cada uno de sus cantos.–porque han de saber que los canarios se hablan, ellos solo cantan en un trinar de gotas de aguas mágicas que toman por las mañanas-.
Dispuesto a conocer el mundo el gusano dio un salto desde la parte más alta de su árbol y cayó derechito al suelo, donde parecía rebotar tantas y  tantas veces que se una pequeña pelota saltando en el mismo lugar. 
Durante todo el día camino y camino, lo más que pudo lograr llegar lejos de su seco árbol fue la distancia de una hoja de amate, si así de lejos, unos diez centímetros. Pero su deseo por conocer el mundo no quedo solo ahí. Había que buscar una forma más rápida para viajar.
En eso apareció el canario instantes de que la luz del sol se ocultara tras el cerro que parecía una tijera abierta que comía al sol. –te has decido a conocer el mundo. Pero ya estar, mañana te voy ayudar a conocerlo es momento de ir a dormir, lo tomo con su pico y lo llevo nuevamente al árbol.
Bajo la promesa de que al día siguiente le mostraría el mundo.
Y así fue. Llegó muy temprano el canario despertando al gusano con su canto despabilo al noctambulo. Quien Tras una larga noche de lluvia de estrellas el  gusano imagino al mundo. Aunque triste por su poco avance en su aventura pasada.
-como le vamos hacer, no camino tan rápido y tú conoces el mundo por donde caminan las estrellas. Y yo no tengo alas solo estas dos pequeñas patas y un cuerpo desnudo.
El canario lo miro, saltó a un lado y lo miró, fue hacia tras y lo miro fue al frente y lo miró. De repente lo tomo de un brazo y lo aventó  al cielo como si fuera a comerlo. Lo puso sobre sus largas alas y volaron. En una larga caída hacia otro árbol. 
Conoció el gusano el agua y no solo su canto, conoció las hojas verdes de un árbol, disfruto de una hoja de monte y probó el suave perfume de una rosa. Los tiernos pétalos  de una flor de  margarita silvestre si aquellas que son rojas. Pero lo que más disfruto fue la libertad de las alas de su amigo el canario que lo llevo a volar.
Tras largos viajes todos los días. El gusano deseaba volar por su propia cuenta. Vio pasar en el cielo una estrella fugas y le pidió un deseo. Cerró sus ojos de agua y con el grito más enorme que da el silencio pidió unas alas. 
Esa misma noche el gusano resbalo a otra rama del árbol y quedo prendido como si fuera un fruto, una manzana o quizás un durazno. El canario lo busco por la mañana y no lo encontró preocupado por su amigo bajo hasta el suelo en busca de él y no lo encontró fue a buscarlo al rio, a las flores al pasto y no lo encontró. 
Una mañana de delgado roció. Donde el sol parece jugar con los colores, hizo un arcoíris tan hermoso que sobre el coloreo una mariposa de bellos colores de grandes alas de antenas perfumadas y de unas patitas tan suaves. 
Los amigos que había hecho el gusano durante sus viajes con el canario se quedaron admirados al ver a la mariposa. Que inquieta agitaba sus alas para volar. –hola… soy yo. El gusano. Les gritó al mismo tiempo que agitó las alas.
Admirados los amigos le hablaron a gritos al canario. Quien se desprendió de su nido donde cuidaba los huevos. –él es el gusano le dijeron. Pero como ahora eres hermosa tienes unas alas de colores y vuelas muy feliz.
La armonía en aquel jardín se hizo inmensa y la mariposa llego a las flores y comió miel y sus patitas hicieron frutos en los árboles. Y los arboles volvieron a ser verdes otra vez. 
Cuando desees que algo cambie en ti. Sólo pide un deseo y seguro algunas estrella fugaz te lo dará. 

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