lunes, 7 de diciembre de 2015

ARTICULO

Cuentos de Navidad
Paz

Felipe Zurita
Algo había en la tierra de aquella vieja casona donde todo fruto y flor parecían ser mágicas.  Sus dimensiones eran de inmensas. Las hortensias eran una bola tan pero tan grande flores que los ojos no alcanzaban a mirarlas a todas. Los jazmín inglés, colgaba como un ramo de novia de los arboles abundantes de frutas.

El perfume que desprendían los azares de los naranjos de los toronjos entretejían un sueño inolvidable de amores de calma de armonía. Las magnolias parecían recubiertas de azúcar blanca tan dulces como su perfume, el aroma de la puma rosa se impregnaba en la piel como el sabor dulce de los limones y de las guayabas que eran más grandes que las manos.
Tan frío el piso que parecía quemar, si lo tocabas con las manos pero era mágico para aquellas plantas que nacían como las rosas…brotaban con tanta fuerza como los lirios, margaritas, azucenas, teresitas mientras que la yerbabuena se extendía hasta las lilis que eran soñadoras un retro al verlas.
Una tarde Don José quien era el responsable y dueño del edén llegó con una raíz poco viva, parecía más bien seca por el paso del tiempo, por la falta de agua, o quizás por un sol que la había matado por no estar sembrada en tierra fresca. Todas las plantas escucharon como Don José le hablaba incluso por un momento llegó a cantarle una vieja canción de cuna, si porque a las plantas también le gustan ser mimadas como los niños pequeños. 
Con el paso de los días, la pequeña raíz fue tomando fuerza, mientras escuchaba el canto de Don José y la armonía de todas las demás plantas que con gusto nacían en los pasillos de aquel inmenso jardín recubierto por senderos sorprendentes. 
Un día brotó una hoja verde, tan verde y fuerte. Que hizo reír a su cuidador “necesitabas buena tierra para volver a ser tú”, la acarició en el extremo de su punta. Así pasaron varios días, hasta que aquella planta tomó fuerza y determinación para crecer para hacerse grande, bonita e imponente. 
Pero Don José no le había dado su nombre. Solo le llama “paz”, y todos crecían que ese pudiera haber sido su nombre, pero completaba la frase y decía “paz… era lo que querías para ser hermosa”.
Se aproximaba un frío muy intenso por la noche y paz parecía ser más feliz le ayudaba a crecer a hacer hermosa cada vez y sus hojas se volvían más verdes, más grandes. Hasta convertirse casi en un árbol mediano, pero nadie sabía ni ella misma como se llamaba. 
Así que un día de invierno Don José se hizo a acompañar de un amigo, que no era igual de grande que él, sino más bien casi era un niño que aprendía a dar sus pasos, con gran torpeza pero era ágil alegre como aquel jardín y fuerte tal vez como aquella raíz que llego marchita. Pero él era todo lo contrario alegría y esperanza.
Fue entonces cuando Don José les presentó a todas las plantas a su hijo, miren amigas y amigos este bebé hermoso se llama Jesús, así es que cada planta se presentó por su nombre, fue el momento de aquella planta tan  verde y que solo le decían paz. 
No se cómo me llamo. Le dijo. Se agachó de pena y el niño la miró con sus ojos fue tal el canto que la planta se puso roja de vergüenza y le brotaron unas pecas amarillas en la punta. Tú te llamara “Flor de Noche Buena” pero si te gusta el nombre de paz. Habrá quien te conozca como flor PASCUA, por ser tu “la más Bella”. 
Así que el niño le dijo a su padre esta flor se llama pascua. 
Nota: originaria de Guerrero y se da en colores: rojas, amarillas, salmón, blancas. 

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