El ladrillo volador
Apolinar Castrejón Marino
Aquél tipo llamado Enrique, llevaba siempre un ladrillo en la mano. Era poco amigable, y había decidido que a cada persona que lo molestara, le pegaría un ladrillazo.
Por la mañana se cruzó con un vecino fastidioso, de esos que parecen estar adivinando hacia donde caminaremos, para cruzarse con nosotros. Fiel a su propósito, agarró el ladrillo y se lo tiró.
Por suerte, no le pegó. Y fue a recoger su ladrillo, lo cual le pareció incómodo, debido a que era muy flojo. Entonces decidió regresar a su casa, para atar un cordel de 2 metros al ladrillo, y nuevamente salió a la calle.