viernes, 5 de febrero de 2016

COLUMNA

Día de la Constitución 

Apolinar Castrejón Marino
Este lunes 1° de febrero hay suspensión de labores en las escuelas de todo el país, lo cual causa alegría y emoción en los niños y jóvenes. Así que salimos a preguntarles si sabían cuál es el motivo, y esto nos dijeron.
-Es el día de trabajo ¿No?
-Porque hay elecciones.
-¿Es el día de la patria?
Bueno, la verdad es que el 5 de febrero estaremos “conmemorando” la promulgación de la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, y el calendario cívico lo marca como una efeméride nacional muy importante, y por lo consiguiente, lo designa como día de descanso “obligatorio”.

Nadie nos ha podido explicar por qué los acontecimientos históricos importantes se celebran echando la weva. Y con el fin de confundir a los estudiantes esa fecha, se “traslada” 5 días antes. Según, para hacer un “fin de semana largo”, para que la gente viaje y compre.
Tenemos que precisar la importancia de la fecha 5 de febrero, porque es el día en que se publicó un documento que debe servir para fijar los límites y definir las funciones del gobierno, el cual se divide en: poder ejecutivo (El Presidente del país), poder legislativo (diputados y senadores), y poder judicial (juzgados y tribunales).
La constitución es el conjunto de normas que determinan las bases del ordenamiento jurídico que regula los fundamentos de la vida económica y social, los deberes y derechos fundamentales de los ciudadanos.
No se ría, pero en teoría, la constitución establece que ante la ley, todos somos iguales. Si, si, en la realidad usted no puede robar millones y millones como Moreira, porque se iría a la cárcel. Tampoco puede pasarse la vida viviendo como rey a costa del pueblo, como lo hacen Manlio Saurio Beltrones, o Emily Gamboa “El Patrón”, o Carlos Romero Deschamps.
La constitución no es un libro de lecturas para dormir, como “Las mil y una noches”, o “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, pero si nos lleva de viaje a un mundo de fantasía. En el primer capítulo, se refiere a los derechos humanos y sus garantías, y aún en el segundo capítulo, relativo a la nación mexicana, se refiere a los derechos de las comunidades indígenas.
Esos derechos que de continuo están reclamando las organizaciones y los movimientos sociales. Derechos que los mexicanos conocen y reclaman, pero que quienes deberían saber de ellos, no tienen la mejor idea; los soldados y los policías. Los políticos y los jueces si saben y los conocen, pero hacen como que “la virgen les habla”, y no se preocupan por hacerlos respetar.
Usted también sabe que el artículo 3° se refiere al derecho a la educación, y establece expresamente que “El Estado garantizará la calidad en la educación obligatoria de manera que los materiales y métodos educativos, la organización escolar, la infraestructura educativa y la idoneidad de los docentes y los directivos garanticen el máximo logro de aprendizaje de los educandos”, pero ¿Quién obliga el estado a su cumplimiento?
¿Usted recuerda que es fama de la ciudad de Chilpancingo, que aquí promulgó el cura Morelos los Sentimientos de la Nación, que se toman como la primera constitución de México? Pues parece que eso no sirvió de nada, pues el Estado de Guerrero es en donde más se atropellan los derechos humanos.
Hoy va a saber la verdad: las leyes las hacen quienes tienen el poder, y desde luego, las hacen para su beneficio. Y ¿cómo es “el poder”? pues es esa transformación divina que toca a los mortales, cuando ascienden a un “cargo de elección popular”.
Se transforman de seres mortales, a semidioses omnipotentes, infalibles, con la fuerza del rayo para destruir a sus enemigos, y con la bondad y magnanimidad para favorecer a sus familiares, amistades y compadres, a quienes prodigan con cargos y nombramientos, sin importar que carezcan de la mínima preparación, y aún que tengan antecedentes penales.

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