martes, 16 de agosto de 2016

COLUMNA

Cosmos

Héctor Contreras Organista

¡…Y NO ME CANSARÉ DE BENDECIR TANTA DULZURA
Una noche linda, de esas especiales de octubre, con luna llena iluminando a nuestro querido Chilpancingo desde donde grata y románticamente asoma como gran señora y se va elevando atrás de los cerros de oriente, me tocó asistir a las tribunas.
En ese entonces era el “Estadio Andrés Figueroa” y había unas tribunas dignas de llamarse así donde jugaron futbol nuestros antepasados integrantes de los equipos “Escuadra Roja”, el “Atlante”, el “Universidad Rojo”, el “Universidad Gris” y muchos, muchísimos más, el “Casa Lama”, por ejemplo… todos de muy gratos recuerdos.
Esa noche de octubre y en ese lugar (el año no lo recuerdo, pero aún era muy joven) tuve en suerte de presentar como maestro de ceremonias a un grupo de artistas de lo más grande de la época romántica que pudo haber tenido México. 

Ya no vivía Toña la Negra pero sí Consuelito Velázquez, Hugo Avendaño, Chelo Silva,  y otros compositores y cantantes y bellas artistas que andaban “recorriendo la legua”, como antes se le decía a las giras artísticas que hacían por todo el país. 
Y lo hacían, supongo, porque ya eran famosos, unos mundialmente ya se habían consagrado y algo tenían que hacer y ese quehacer fue darle a la gente, a su gente en un valioso recorrido, algo de lo suyo, de lo que los elevó a la fama, y la fama recogió su nombre para escribirlo con letras de oro en la historia musical de México.
Esa noche allí estaban, ellas muy elegantes, ellos muy bohemios sobre un estrado hecho de madera colocado frente a las tribunas para ser admirados por el público, sentados en sillas de madera. Nadie fuera del escenario y cantando y arrancando emociones a los chilpancingueños que tuvimos en suerte verlos, escucharlos y platicar con ellos…
Y en ese lugar escuchamos a Claudio Estrada 
Con su conocida tranquilidad y sencillez se sentó al centro del estrado una silla de madera, cruzó la pierna y dijo algunas palabras… Empezó a rasgar las cuerdas de una guitarra finísima, y nos deleitó con una de sus más famosas canciones, que hoy la compartimos todos… 
CONTIGO
Claudio Estrada
Tus besos se llegaron a recrear aquí en mi boca,
llenando de ilusión y de pasión mi vida loca;
las horas más felices de mi amor fueron contigo,
por eso es que mi alma siempre extraña el dulce alivio.
Te puedo yo jurar ante un altar mi amor sincero;
a todo el mundo le puedes contar que sí te quiero.
Tus labios me enseñaron a sentir lo que es ternura
y no me cansaré de bendecir tanta dulzura.

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