viernes, 5 de agosto de 2016

COLUMNA

Bombas contra Hiroshima y Nagazaky

Apolinar Castrejón Marino
Hoy día, la atención está centrada en la lucha por la presidencia de los Estados Unidos, entre los 2 partidos dominantes y sus candidatos. Unos dicen que la idónea es Hillary, esposa del ex presidente “Bill” Clinton, y que Donald Trump es un loco.
Pero por otro lado, los sondeos y encuestas entre los norteamericanos revelan una tendencia creciente hacia el empresario y político, abanderado por el partido republicano, y se encargan de revelar a la población, genio y figura de los Clinton.


La verdad es que no hay donde escoger, porque al final ambos son iguales: representan los intereses del pueblo norteamericano: ambiciosos, soberbios y destructores.
Porque eso no es de ahora, vamos a recordar aquí e alevoso, cobarde y vil ataque dirigido contra población indefensa a la que masacraron con sendas bombas atómicas los días 6 y 9 de agosto de 1945, hace 71 años.
Hiroshima era una ciudad industrial y comercial en la región de Chugoku, al oeste de Japón. Contaba con 381 000 habitantes, que vivían en rústicas  casas de madera con techos de teja.
La mañana del 6 de agosto, aparecieron sobre el cielo de Japón el bombardero norteamericano Enola Gay, escoltado por otras 4 naves ligeras de combate. Los radares japoneses los detectaron claramente, pero no los consideraron una amenaza. Era el contexto de la Segunda Guerra Mundial.
Inesperadamente, el bombardero soltó una carga mortal en paracaídas, una bomba atómica de uranio-235. Según lo programado,  explotó a 580 metros del suelo, matando instantáneamente a  166 mil personas, en medio de un calor tan intenso que simplemente se desintegraron. Otras 20 mil gentes, sufrieron quemaduras de la piel, los ojos y las vías respiratorias, que les ocasionaron la muerte de manera terrible.
El presidente de los estados unidos, quien ordenó este ataque inhumano fue Franklin Delano Roosevelt, con la intención de obligar a la rendición de Japón.
No le pareció suficiente, y 3 días más tarde, lanzó una segunda bomba atómica sobre la indefensa ciudad y puerto de Nagasaki masacrando a otras 80 mil gentes. El ambiente en las dos ciudades, después de la explosión se tornó completamente inhabitable, el aire lleno de polvo radioactivo, el agua envenenada y las casas completamente destruidas.
Cada día morían cientos de gentes, las cuales permanecían tiradas a la intemperie, haciendo más denso el ambiente. Mutilados, ciegos, quemados, con las entrañas derretidas, con huesos de fracturas expuestos, fueron muriendo de manera espantosa.  
En la historia militar de los Estados Unidos, se conoce como Proyecto Manhattan a este genocidio, y es la culminación de las investigaciones de “científicos” como Albert Einstein Enrico Fermi y Leo Szilard. 
Esperamos que tenga siempre presente, que acciones de exterminio como esta, describen la poca estima que tienen los norteamericanos por la gente ¿Recuerda usted otros bombardeos contra población indefensa?

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