martes, 25 de octubre de 2016

PRIMERA PLANA



 Libre del narco Apaxtla, extrema
seguridad con el toque de queda
Texto y fotos: Jonathan Cuevas.APAXTLA DE CASTREJON, GRO.-Comer una torta de nieve de leche en la plaza es un privilegio para la gente de fuera; para ellos, los apaxtlenses, una delicia clásica.
A 3 años de haberse gestado un movimiento de autodefensa, las familias no sufren más extorsiones, secuestros, amenazas o robos. Solo el recuerdo y dolor queda de aquellos años violentos, sanguinarios.
Entre las secuelas quedaron medidas extremas de seguridad, como el “toque de queda”.
A partir de las 22:30 horas no se ve a nadie por las calles. Entre el silencio resuenan las sirenas de una ambulancia que anuncia el inicio de una noche serena, pacífica. Algo que también es fuera de lo común para los visitantes, pero necesario y rutinario para los lugareños.

CAMINO A APAXTLA
Iguala de la Independencia es un centro comercial para la región norte del Estado. Hasta allá, casi dos horas de distancia en vehículo, una parte importante de los jóvenes de Apaxtla de Castrejón van a estudiar el bachillerato o universidad. Los comerciantes también se abastecen en esa ciudad.
Hasta hace tres años las carreteras o caminos que llevan para Iguala eran intransitables. Hoy, la principal carretera que cruza por Teloloapan se ve transitada y fluida. “Hay vida en la carretera”, dicen los apaxtlenses.
Pero la gente puede salir incluso por carreteras rurales cruzando el pueblo de Petlacala para llegar hasta Chapa, y de ahí tomar la federal Iguala-Altamirano.
Se cruzan varias montañas repletas de una inmensa variedad de flores y animales. Los correcaminos cruzando la carretera, es una imagen común.
Pero en tiempos de violencia ni siquiera se podía pensar en utilizar esta vía alterna. En los alrededores de Apaxtla fue “levantada” mucha gente. Maestros, médicos, comerciantes y transportistas eran las principales víctimas. Por muchos de ellos se pidió rescate y fueron liberados, pero varios más simplemente quedaron desaparecidos.
Por la carretera principal fueron incendiados o balaceados decenas de automóviles. En el transporte público sobre la ruta Teloloapan-Apaxtla casi nadie trabajaba; “solo dos o tres compañeros que tenían muchos huevos o era mucha su necesidad”, recuerda “Nacho”, un joven transportista.
La parte serrana del municipio de Apaxtla colinda con Tierra Caliente; tierra donde manda el narco. Xochipala y Tierra Blanca son limítrofes en esa zona; pueblos casi deshabitados, amenazados por los sicarios.
Pero la gente de la cabecera casi no sube a esa parte, ni las autoridades. Se conforman con mantener la paz y tranquilidad hacia Teloloapan e Iguala. Ahí son apoyados por el Ejército Mexicano y la Marina, que instaló 4 filtros de seguridad desde la “ciudad del oro”. Además, hay otros dos de policías ciudadanos de Teloloapan y uno de Apaxtla.
Saliendo de Iguala está el primer retén de militares. El segundo se ubica en el crucero hacia Ixcateopan y el tercero entrando a Teloloapan. Ahí, unos metros antes está el filtro de los comunitarios tecampaneros.
Luego, saliendo de Teloloapan hay dos retenes más; de efectivos castrenses y policías civiles. De ahí sigue el de los comunitarios de Apaxtla, justo en el arco de bienvenida a este municipio.
DÍA NORMAL
En Apaxtla de Castrejón, con los primeros rayos de sol salen los campesinos a sus tierras; calabaza, maíz, frijol, sorbo o jitomate, es lo que prevalece. También los ruleteros del transporte público, estudiantes y comerciantes.
Los ganaderos empiezan la ordeña desde antes de que salga el sol. Aquí la leche se toma tibia recién salida de la ubre. Con café, chocolate o pura, pero casi siempre acompañada con una pieza de pan.
El tío Luis apenas tiene 3 vacas. De cada una saca 10 litros de leche que generalmente usa para hacer queso. Su esposa, doña Jose, se encarga cuajarla para convertirla en queso fresco o de cincho. Todos los derivados de la leche de vaca en esta región, son deliciosos.
En casa del tío Luis abunda el elote entre los meses de abril y octubre. Los preparan como esquite, tlaxcal o tamal, o el puro elote asado se come como en ningún otro lado.
En la casa también hay dos cerdos en engorda, gallinas, dos becerros y tres caballos. Estos animales y la pequeña siembra de maíz son suficientes para tener comida todo el año. Tío Luis tiene una vieja camioneta en la que hace viajes especiales; entre esta actividad y la venta de quesos, saca sus ganancias.
Por las tardes, su familia se da el tiempo de ir a la plaza de vez en cuando. Cuando tienen visita van a las tortas de nieve de leche. El pan es con canela y combinado con el helado da un sabor exquisito.
En la colorida plaza hay una pequeña explanada, un monumento al general Adrián Castrejón, frondosos árboles y jardineras totalmente verdes. De fondo se ve la iglesia central con una torre repleta de campanas. Alrededor hay decenas de negocios abiertos hasta las 9:00 o 10:00 de la noche.
Cuando se acercan las 22:30 horas casi nadie se ve en las calles. Las tienditas cierran sus puertas y los jóvenes también “se guardan”. De día nadie los molesta; pueden ingerir bebidas embriagantes y andar en sus coches con música a volumen alto, pero en la noche, todos respetan las reglas.
Es cuando empiezan los recorridos de la Policía Comunitaria, acompañados de una ambulancia que tarda aproximadamente media hora sonando sus sirenas. Empezó el toque de queda.
“Checo”, un joven aventurero y enamorado, estudiante de mecánica, dice que todos deben respetar las reglas porque lo que sucedió hace tres años los dejó marcados para siempre. Pero también aclara que no hay abusos de la comunitaria. Todo aquí se maneja con respeto. Todos se conocen en el pueblo y ayuda en la vigilancia “quien quiere hacerlo”.
En la calle solo se escuchan los vehículos de los policías civiles y la ambulancia que marca la restricción para que la gente dalga de sus hogares.
“Es por seguridad nada más porque aquí ya no hay violencia, no hay mañosos ni alguien que te vaya a asaltar”, recalca Checo en una amena plática en la sala de su casa, encerrados.
El toque de queda parece ser una de las secuelas principales de aquellos años violentos. Las demás están en la mente de los familiares de las víctimas.
A la fecha hay gente que no regresa a su pueblo, Apaxtla de Castrejón. Son familias que durante aquella época huyó por temor al narco que empezaba a atacar y amedrentar para obtener dinero o jóvenes para reclutar.
LA COMUNITARIA
A finales del año 2013 se gestó el Movimiento Apaxtlense Adrián Castrejón (MAAC), que a la fecha se encarga de la seguridad de la cabecera municipal y varios pueblos.
Lograron desterrar a los delincuentes; mantienen la paz y tranquilidad. No permiten la instalación de bares o centros nocturnos.
Están siempre alerta y mantienen retenes en las entradas y salidas del pueblo. Son meras medidas de seguridad, porque ya no son acechados por los delincuentes.
Pero no pueden bajar la guardia porque entre 2012 y 2013 hubo decenas de personas extorsionadas, secuestradas, desaparecidas o asesinadas.
El actual alcalde de Apaxtla es un militar retirado, pero apoya al movimiento de autodefensa que hoy está por encima de la policía municipal. Aquí el pueblo unido es la Ley. (API).

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