martes, 3 de enero de 2017

ARTICULO

 Benemérito Padre Ángel…
y homenaje a Gustavo Téliz


Juan López
El Padre Ángel debe ser hoy un ángel celestial. La edad deshoja a los robles más enhiestos. Uno se hace viejo sin notarlo. Las canas son el muestrario primario de que los años de la juventud se fueron y se perdieron en el exilio de la longevidad. Es tiempo de reflexión y de recogimiento para nosotros que fuimos testigos de un sacerdote que dedicó los  mejores afanes de su ministerio religioso a hacer el bien y acompañar con los feligreses más desamparados la ambrosía que no debe faltar en el alimento y provisiones de los pobres.

En días muy semejantes a estos fueron los afectos del Padre Ángel los que colmaron la mesa navideña de los harapientos, indigentes y desheredados callejeros, a quienes nunca les faltó Dios porque con el pan y la sal compartidos en una fecha de tanto simbolismo como ésta, en que celebramos el nacimiento de Jesús Cristo, un caballero de la devoción católica, heraldo cristiano, portavoz del humanismo y  la caridad, ha ofrecido los días 24 de diciembre una cena gratuita en la iglesia Cristo Rey para todos aquellos que sin familia, amigos y carentes de domicilio y contertulios, huérfanos de cualquier cariño, solos y parias, acudieran a la mesa generosa que Ángel Martínez el canónigo unigénito de Cristo les preparaba como sustento sagrado recordándoles el nacimiento del hombre que fue la Luz del Mundo.
Desconozco si los años acumulados en la edad del Padre Ángel han  revocado este tributo que desde Acapulco se le rendía al Nazareno. Los hombres somos tan temporales en este valle de lágrimas que la verdad algunas veces por enfermedad, otras por cansancio o simple desgano renunciamos a la obligación de atender al que no consigue
por sí mismo la autosatisfacción de sus deberes.
Este mensaje tiene el justo propósito de enaltecer esa tradicional  bonhomía que por tantas navidades don Ángel Martínez hizo crecer en el nombre del Padre y del Espíritu Santo en este Acapulco donde los egoísmos no sucumben, atrincherados en las almas desprovistas de toda felicidad orgánica.
Y a ese espíritu santificado hoy se suma otro personaje que inicia su leyenda asistiendo con su bondad franciscana a los que parecen no ser hijos de Dios, por el abandono personal de que son víctimas: Gustavo Téliz, me permito rendir a sus pies un homenaje coronado de admiración y respeto. Como lo fue San Roque, aquel prosélito de San Francisco de Asís cuya acción era la dar de beber a los leprosos cuando éstos eran rechazados por la humanidad: santo individual, procurador de menesteres, igual a Téliz lo captamos en el suburbio de los excluidos, en esta ciudad insensible y drástica, socorriendo a quien clama por la misericordia de los hombres buenos.
Estas Almas Grandes -Mahatma, es lo que significa-, como el Padre Ángel y Gustavo Téliz, atraen a mi memoria aquel texto perenne de Desiderata: “Sí, la vida está llena de heroísmo… No finjas afectos, ni seas cínico en el amor…Pues en medio de todas las arideces y todos los desengaños, el amor es perenne como la hierba…Nacen muchos temores de la fatiga y de la soledad…Aún con todas sus penalidades y sueños fallidos y farsas, este mundo es todavía hermoso. Sé cauto y alegre.
Gracias Señor Padre Ángel. Gracias don Gustavo Téliz.
PD: “Esfuérzate por ser feliz”: Max Ehrmann.

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