lunes, 16 de enero de 2017

COLUMNA

 Los delirios del poder

Apolinar Castrejón Marino
Días pasados, presenciamos una conversación que trataba un tema interesante, la delincuencia. Uno de los interfectos decía que es demasiado frecuente enterarse por medio de los periódicos, la cantidad de muertos que hay todos los días.

El otro individuo dijo textualmente: “Yo por eso, ya ni leo los periódicos, solamente me entero de lo que me nadan por feis”. Cada uno de los protagonistas hablaba con un todo de suficiencia, positivamente convencidos de que tenían el mejor criterio y de que su conducta era la más acertada.
Eso es muy bueno, solamente hay que considerar los muchos factores que alteran la realidad….de manera intencional ¿A quiénes les interesa que no conozcamos la realidad? Pues al gobierno, a los explotadores, y a los políticos.
En aras de nuestra salud mental, física y económica, lo mejor sería tener alerta todos nuestros sentidos, para poder interpretar y manejar cualquier situación, en el trabajo, en la calle y en la familia. Hacer lo contrario es dejarnos llevar de la rumorología, y exponernos a la manipulación.
Lo más triste del caso, es que el gobierno, siendo el principal generador de mentiras, caiga en la credulidad de sus propias falsedades. Mencionaremos el caso de los “cambios políticos” realizados en los últimos meses, con la ventaja de que podemos dar seguimiento a las acciones del dictador de “Los Pinos”.
Ubiquémonos en los días previos al “informe” presidencial que presentaría Enrique Peña, el 1° de septiembre. Como ya se sabe, “sus opositores, detractores y malquerientes”, se preparaban para hacerle un mal día con marchas abundantes de insultos, “espantismo” con cohetones y otros calibres “ligeros”, y “asalto” a la sede oficial.
Pero todo había sido previsto por el Estado Mayor Presidencia para que la violencia estuviera muy lejos de él. Sin embargo, había otra amenaza, inmaterial e intangible, pero no menos perniciosa para su desquiciada mente: la aprobación de su gobierno, y las amenazas de indisciplina de sus subordinados.
Se rumoraba que algunos iban a apoyar a las organizaciones que estaban preparando reclamos en su contra. Así que se vio obligado a tomar medidas “emergentes”, y lo suficientemente espectaculares, para tranquilizar a los compatriotas.
Quitó a su principal alcahuete Virgilio Andrade de la Secretaría de la Función Pública, y quitó a José Antonio Meade de la Secretaría de Desarrollo Social, para luego colocarlo como Secretario de Hacienda. Hasta ese momento, Luis Videgaray se mantenía como la eminencia gris que siempre ha sido.
En eso, se realizó la visita del entonces candidato presidencial de Estados Unidos, Donald Trump, y se desataron las intrigas palaciegas: la Secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, se mostró muy indignada, porque según su dicho, no la habían tomado en cuenta para un asunto que competía a su cargo.
Se mencionó al secretario de gobernachong como causante de tan incómoda visita, y luego se dijo que Luis Videgaray había tenido tan infausta ocurrencia. La realidad es que Enrique Peña siempre ha tenido la inclinación de realizar actos que impresionen a la gente, con tal de lograr su aceptación.
Y entonces, se le hizo fácil invitar a los dos principales contendientes por la presidencia de Estados Unidos. Nadie podría haber previsto que solo Trump aceptaría la invitación, y se presentaría en nuestro País. Como es su costumbre, Enrique Peña quiso sacar provecho de la situación y le pidió su renuncia a Videgaray, a cambio de la promesa de que sería el candidato al gobierno del Estado de México.
El triunfo Donald Trump, vino a desquiciar todo, Enrique Peña se arrepintió de haber renunciado a su gran cuate, y se apresuró a “arreglar” las cosas, convirtiendo en acierto, lo que antes había sido un error, para nombrar a su “amiguis” como Secretario de Relaciones Exteriores, aunque para ello tuviera que sacrificar a Claudia Ruiz Massieu, pues para eso es un dictador que puede hacer su soberana voluntad ¿O, no?

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