martes, 31 de enero de 2017

COLUMNA

 Cosmos

Héctor Contreras Organista

ROBERTO CATALAN MANCILLA
“EL GUERO SOL”
Los personajes de un pueblo como Chilpancingo o como cualquier otro, son siempre importantes porque forman parte del anecdotario popular, y porque dan color especial a las épocas, de las cuales, las nuevas generaciones solamente tienen referencia por las charlas de los padres o de los abuelos.

Don Roberto Catalán Mancilla es, en nuestra modesta opinión, el personaje más popular, más importante que, al menos en el siglo XX, dejó huella en la memoria del pueblo de Chilpancingo.
Muchos viejos chilpancingueños aún recuerdan a ese hombre alto y albino, vistiendo un pantalón y un saco anchos, zapatos viejos y sin agujetas y un sombrero de palma, caminando por las calles, levantando la pierna derecha, palmeándose violentamente con la diestra el muslo interior y diciendo a la vez:
“¡Cuidado con la pintura!” o “¡Golpe de verija!”, y algunas veces se le observaba sentado en alguna banca del jardín “Cuellar” o el “Bravo”, leyendo el periódico, pero con el ejemplar que leía era sostenido de cabeza, al revés de como se lee normalmente.
Algunos dicen que fue nuestro “Pito Pérez”, otros aseguran que “El Güero Sol” tuvo rasgos quijotescos. Lo cierto es que el periodista don Humberto Ochoa Campos, antes de fundar el diarismo en el estado de Guerrero, publicó en Chilpancingo un semanario con el titular de “El Güero Sol”, en 1946.
Cada vez que “El Güero Sol” era conducido a la cárcel, cosa que ocurría muy frecuente debido a su alcoholismo, los reos le gritaban desde las crujías:
“¡Ese Güero Sol!, ¿qué anda haciendo por aquí?
¡Vengo a ver a mis inquilinos!”, respondía, al tiempo que cuidadosamente bajaba las escaleras de la prisión, siempre llenas de aserrín y viruta producto del trabajo de las carpinterías carcelarias.
La gendarmería acudía en respuesta al llamado de auxilio de alguna asustada vecina que calificaba como falta grave el hecho de que a media calle, don Roberto Catalán Mancilla se bajaba el cierre del pantalón, extraía el miembro viril y lo exhibía ante la gente que pasaba. Para llamar la atención y como dinámico complemento de esa liturgia, lanzaba un grito de batalla: “¡Viva la color de rosa!”.
Dicen -quienes lo vieron-, que cuando iniciaba una nueva administración de gobierno, a la entrada del palacio repartía huesos a todos los políticos que presurosos iban al besamano del nuevo gobernador.
Los huesos los conseguía don Roberto con los carniceros del mercado. Eso le mereció también ir a la cárcel, donde en alguna de sus paredes, según lo narró el doctor Rodrigo Vega Leyva, en la “Revista UAG”, “El Güero Sol” escribió lo siguiente:
            “En esta cárcel sombría,
            donde reina la tristeza,
            no se castiga el delito,
            se castiga la pobreza”.
Otra socorrida anécdota es aquella en que le dijeron que le darían diez pesos si le mentaba la madre al gobernador.
Se platica que “El Güero Sol” se paró frente al balcón de la casa del gobernador y dijo..., lo que tenía que gritar: “Chingue a su madre el gobernador del estado!
Presurosos    salieron de la casa los pistoleros para detenerlo, pero entonces, el ingenioso “Güero Sol” agregó:
¡Eso dicen sus enemigos!
¡Yo digo: Que Viva mi señor gobernador!”.
Hace algunos años, platicando con la profesora Lucía Luna, su media hermana, fundadora en Guerrero de la Escuela Normal para Educadoras, nos comentó que don Roberto Catalán Mancilla era profesor, maestro de instrucción primaria.
Suponía la familia que por la maldad de algunas personas, el maestro Roberto Catalán Mancilla se trastornó debido a la ingesta de algún brebaje.
Nos dijo la querida maestra Luchi Luna, que don Roberto tenía una letra muy bonita, que hizo muchos versos y escribió sobre muchos temas, pero que sus escritos se extraviaron.
“El Güero Sol” tuvo su domicilio en las calles de Altamirano, y en la década de los años 50, por ese rumbo lo conocimos. Casi siempre se hacía acompañar por alguna botellita de mezcal.
Doña Luchi Luna (qepd) recordó que con cierto resentimiento, su hermano decía en contra del General Baltazar R. Leyva Mancilla: “Por desgracia soy Mancilla, por orgullo Catalán”, debido a que el entonces gobernador Leyva Mancilla, no quiso apoyarlo económicamente.
Casi nadie se preocupó por tomar fotografías de El Güero Sol. Tal vez existan más, pero la única que pudimos conseguir después de batallar mucho tiempo, es la que generosamente nos  proporcionó el amigo de toda la vida, don Javier Castillo Villanueva.

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