miércoles, 1 de febrero de 2017

COLUMNA

 ¿Coopelas? o cuello



Apolinar Castrejón Marino
Los coyotes, se unen en manadas para atacar a presas que sean de gran tamaño, y los guajolotes, también se unen en conjunto para pelear. En ambos casos es correcto utilizar la expresión “echar montón”; y en ambos casos se trata de acciones en que se esconde la cobardía.

Así lo hacen los mexicanos en contra del presidente de Estados Unidos. Precisamente, los mexicanos que tienen la ilusión de irse a vivir, o a estudiar, o a trabajar del otro lado de la frontera. Y también los políticos que quieren dejar a tras su origen, o que quieren un lugar para irse a gastar los millones escamoteados a los mexicanos.
Pero los más patéticos son esos atarantados compatriotas que sin tener “vela en el entierro” se agregan a las manadas de burros que profieren insultos en contra del mandatario gringo, y otros que se proponen “boicotear” a las empresas norteamericanas que apoyan a Donald Trump.
Y aún están los más bobos que se están sumando a la tendencia de colocar como imagen de su “Feis”, la bandera o el escudo mexicano. Aquí es más clara la manipulación, porque no se dan cuenta que están haciendo “el caldo gordo” al PRI, que utiliza (arbitrariamente) los colores patrios como emblema.
El mayor pleito internacional de ahora es la construcción del muro, y de quien vaya a pagarlo. Los políticos mexicanos se llenan la boca diciendo que son partidarios de los puentes, y no los muros ¿Se imagina usted alguna residencia oficial sin muros?
Las casas de gobierno de todos los estados, están rodeadas de grandes murallas. ¿Y las casas de los políticos? Así es, están cercadas con muros de más de tres metros, y cercas electrificadas, y cámaras de seguridad ¿Entonces?
Los políticos de cualquier partido, una vez que llegan al poder, así sea de la más mísera alcaldía, de inmediato mandan reforzar sus puertas, tapiar sus ventanas, y sus rejas ¿Se ha fijado? Algunos hasta adquieren perros, y los mandan entrenar para el ataque. ¿Y quién cree que paga todo esto? pues los contribuyentes ¡A chaleco!
Y aquí tenemos la otra cuestión. Usted ha oído hablar de algo que se llama deuda pública. Pues le diremos que es un barril sin fondo en el cual el gobierno mexicano avienta grandes cantidades de dinero (de los contribuyentes) y que nunca se llenará.
Esta deuda pública se divide en deuda interior, y deuda exterior, y ambas son las más altas del mundo: 8 billones de euros, que representan más de la mitad de nuestro producto interno bruto. Y lo peor es que crecen 75 mil millones cada año.
La cosa es así. Cuando en nuestro país sucede alguna eventualidad, como un terremoto, o una inundación, estados unidos se apresta a enviar “ayuda humanitaria”: alimentos, medicamentos, ropa, y todo cuanto se considere necesario en esos momentos de urgencia.
Pero en el mismo momento en que se recibe la tal ayuda, también se establece la comunicación entre los gobiernos mexicano y norteamericano, en la cual el presidente de aquel país, le dice al nuestro, cual es el valor de todo lo que nos han enviado por ejemplo, 500 toneladas de víveres a razón de medio millón de dólares, al cambio actual, algo así como 10 millones y medio.
Pero dado el momento de urgencia, y a la “magnanimidad” de nuestro benefactor, le dice que no es necesario que le pague de inmediato, y que solo se sumará a la deuda pública.

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