jueves, 16 de marzo de 2017

COLUMNA

 Benito Juarez


Apolinar Castrejón Marino
Bueno, estamos en vísperas de otro fin de semana largo, lo cual debemos agradecer a don Benito Juárez, quien tuvo el acierto de nacer el 21 de marzo de 1806 en San Pablo Guelatao, Oaxaca, México.
Casi todos sabemos quién fue Benito Juárez, un niño indígena que por su inteligencia (y un poco de ayuda) se trasladó a vivir a la ciudad de México, donde estudió, y se convirtió en licenciado. Pero no cualquier licenciado, sino uno muy patriota y valiente, que consiguió importantes cargos políticos, hasta llegar a ser presidente.
Estudió la carrera de derecho en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, y luego se inició en la vida pública en 1831, como regidor del Ayuntamiento. Cuando se graduó como licenciado se dedicó a defender a las comunidades indígenas de los atropellos de los caciques.
En 1833 fue diputado local, y años más tarde, fue electo diputado federal. En este encargo, apoyó al presidente Valentín Gómez Farías, con un préstamo que había solicitado para financiar la guerra contra Estados Unidos.

En 1847 fue gobernador de Oaxaca, y entonces ejecutó obras públicas como caminos y puentes, y fundó de escuelas Normales para maestros. Reconstruyó el Palacio de Gobierno, ordenó hacer el primer plano de la ciudad de Oaxaca, y mandó “levantar” de una carta geográfica.
Pero en esas fechas, asumió la presidencia de México el general Antonio López de  Santa Anna, de tendencia ultraconservadora y de inmediato se dedicó a aniquilar a los liberales. Juárez tuvo que huir hacia Nueva Orleans, Estados Unidos.
Pero las facciones liberales se unieron para proclamar el Plan de Ayutla, mediante el cual desconocían a Santa Anna como presidente, y entonces le tocó huir a santa Anna y se fue a refugiar a La Habana, Cuba.
Juan Álvarez asumió la presidencia, y Juárez regresó a México. Al llegar, Álvarez lo nombró Ministro de Justicia e Instrucción Pública y se dedicó a combatir las injusticias. Expidió La Ley sobre Administración de Justicia y Orgánica de los Tribunales de la Nación, del Distrito y Territorios.
Abolió los fueros, que eran privilegios de los tiempos dela colonia, de los cuales gozaban los militares y el clero por encima de otras personas.
Juárez volvió a ser gobernador de Oaxaca, y entonces promulgó la Constitución de 1857. Ese mismo año fue convocado para ser ministro de Gobernación y posteriormente fue elegido presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Debido a los vaivenes políticos Comonfort desconoció la Constitución de 1857, y se dedicó a encarcelar a los liberales que la había impulsado. Juárez fue a dar con sus huesos a la cárcel, y entonces se desencadenó la Guerra de Reforma.
En 1861, al concluir la Guerra de Reforma con el triunfo de los liberales, fue electo constitucionalmente para la Presidencia de México. Debido a la invasión francesa, en mayo de 1863 al instaurarse el imperio de Maximiliano, Juárez tuvo que escapar de la ciudad de México, llevando su gobierno a diferentes puntos del país. Regresó el 15 de julio de 1867 a la ciudad de México, cuando el ejército mexicano derrotó a Maximiliano y lo pasaron por las armas.
Muchos, critican que el Tratado McLane Ocampo o Tratado de Tránsito y Comercio fue un acuerdo entre Estados Unidos y Benito Juárez, firmado en el puerto de Veracruz, el 14 de diciembre de 1859.
Por una parte para que el gobierno norteamericano reconociera la presidencia de Juárez por un pago de cuatro millones de dólares, y a cambio, Estados Unidos tendría libre acceso a nuestro territorio, sin importar que se violara la soberanía nacional.
Los militares norteamericanos podían disponer a discreción desde el puerto de Tehuantepec en el sur, hasta Coatzacoalcos en el golfo de México, y desde la ciudad de Guaymas hasta el Rancho de Nogales.
Además podrían disponer de cualquier punto entre Camargo y Matamoros, u otro punto conveniente de la frontera de Tamaulipas, vía Monterrey, hasta Mazatlán.
Sin embargo de todo esto, Juárez es recordado por su discurso que pronunció al triunfo de la República: “Mexicanos: encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y a consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios, será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los derechos de todos los habitantes de la República. Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

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