martes, 13 de junio de 2017

ARTÍCULO

Las Vaquitas De Leonardo
Apolinar Castrejón Marino

Leonardo Di Caprio expresó su desprecio hacia los mexicanos, con la frase “Prefiero besar a un cerdo que a una mexicana”. A pesar de que sus películas han recaudado muchos millones de pesos en nuestro país, y de que cuenta con miles de “fans” que lo idolatran, fue categórico: los cerdos son mejores.
Pero ahora resulta que el galán del cine norteamericano, está muy preocupado por la suerte de las vacas marinas. Ante situación tan inaudita, salimos a preguntar en nuestro vecindario, en la colonia, y en muchos lugares de Chilpancingo, si la gente conoce a las vacas marinas, y grande fue nuestra sorpresa: nadie las conoce.
La gente conoce las vacas y los weyes, pero nadie sabía que pudieran nadar. Enrique Peña, a quien le falta un año para dejar de ser presidente de México, recibió en “Los Pinos” a don Leonardo, como embajador de las vacas, y le dijo que “Desde luego, no faltaba más”, que él se encargaría que
a las vacas marinas no les pasara nada.
Y hablaba como siempre, como si supiera inglés, y como si estuviera enterado de las tribulaciones de las vacas de Don Leo. Y subía y bajaba la cabeza, y sacudía las orejas, como hacen los burros cuando están contentos.
Nuestras “fuentes” introducidas en la casa blanca, nos informan que Enrique Peña hizo todo lo posible por complacer a Don Leo, y mandó a sus redes de espionaje a buscar la vaca adecuada. En el colmo de la buena suerte, encontraron una vaca vieja y flaca llamada “Marina”, y desde luego que la mandó a traer.
Los dueños no querían separarse de su animal. Pero como los personeros de don Enrique Peña, les, ofrecieron despensas, becas para sus hijos, y su tarjeta rosa, pues al final consintieron que “La Marina” se fuera a “Los Pinos”.
Usted y yo sabemos que don Leo no se refería a esa vaca, y se molestó un poco. De emergencia, don Enrique Peña le mandó comprar una hermosa vaca, modelada con barro negro de Oaxaca, decorada alegremente por los artesanos de Olinalá, y rellenada con mezcal “de pechuga”, y se la ofreció a don Leo.
Don Rafael Pachiano, secretario de Medio Ambiente, estaba arrepentidísimo de haber invitado a Leonardo Di Caprio de parte del gobierno mexicano a entrevistarse con el presidente, pero ya ni modo.
Al advertir en carne propia lo pachorrudo de los mexicanos, “El Renacido” Di Caprio se armó de paciencia, y procedió mejor a explicarles que su fundación está dedicada a “Procurar la salud y bienestar a largo plazo de todos los habitantes de la Tierra”, y que forma parte del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Lo que es tener dinero ¿Verdad?
El actor metido a ecologista, agregó que “…busca apoyar proyectos que protejan de la extinción a la fauna vulnerable, y reestablezca el equilibrio de ecosistemas”. No se necesita mucha perspicacia para suponer que eso no incluye a las mexicanas, que en opinión de Di Caprio, son más repulsivas que los cerdos.
La fundación del multimillonario Carlos Slimm se unirá a la fundación Di Caprio para salvar y cuidar a las ultimas 30 vaquitas marinas que sobreviven en el golfo de California. Lo que nadie le ha dicho al actor, es  que mejor debió buscar el apoyo de los capos, mafiosos, y políticos mexicanos, pues ellos pueden tener varias vaquitas de esas.
Una cosa le queda clara a don Leonardo,  tener que aclarar que esas vaquitas no dan leche que pueda ser consumida por los humanos, por muy mamones que sean, y que en ningún lugar venden queso de vacas marinas, que no se vayan a dejar engañar. 

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