martes, 18 de julio de 2017

ARTÍCULO

Muerte de Agustin de Iturbide
Apolinar Castrejón Marino

En México siempre se han dado las mentiras,  intrigas, y traiciones entre los personajes públicos, a veces con consecuencias mortales. Tal es el caso de Agustín de Iturbide, quien fue fusilado en Padilla, Tamaulipas, porque sus enemigos políticos le hicieron creer que el pueblo de México deseaba que regresara de su destierro para proclamarlo presidente.
Verá usted, Agustín de Iturbide se encontraba desterrado en Inglaterra, después de ser depuesto como emperador de México (su Alteza Serenísima Agustín I), cuando algunos de sus “amigos” le dijeron que la situación política en nuestro país se había equilibrado, y todos reconocían que el era un gran patriota, militar y político, que podría gobernar a los mexicanos con justicia y bondad.
Inició el regreso a México, por la vía de Londres a Tamaulipas, acompañado por su esposa Ana María Huarte, sus dos hijos, un sobrino, dos sacerdotes, un ayudante polaco, un
editor inglés y una imprenta portable.
Iturbide regresaba con la intención de reinsertarse en la vida política de la nación que él, ayudó efectivamente a independizar. Pero sus enemigos políticos, y los que envidiaban su personalidad de héroe y villano, se encargaron de propalar el rumor de que regresaba para levantarse en armas contra la República Federal.
A esto se sumó la campaña de satanización  que iniciaron los masones yorkinos. Decían que si el cura de Dolores Miguel Hidalgo era el Padre de la patria, Iturbide sería era el Padrastro. Y murió ejecutado por un pelotón de federalistas tamaulipecos.
A pesar de una notable reputación como coronel y brigadier contrainsurgente, forjada con crueldad y malversación, la gran hazaña de Iturbide no fue una batalla, ni mucho menos una férrea dictadura. Fue un pacto: el Plan de Iguala.
Con todo y la proverbial cursilería neoclásica de don Agustín en sus discursos y proclamas el texto del Plan de Iguala es mejor literatura política que el de la Constitución de 1824.
La entrada del Ejército Trigarante a la ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821, es la consagración del héroe, más justo aquí comienza la fama del traidor ¿Cuál fue, la traición de Iturbide?
La aceptación de la corona imperial en mayo de 1821, tras la disolución del Congreso Constituyente en octubre. La eficacia simbólica del imperio, dependía de que el trono se mantuviera vacío (por los siglos de los siglos), en espera de un príncipe con sangre real.

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