viernes, 28 de julio de 2017

COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
¡CASIANO JACINTO MIRANDA
SACERDOTE QUE VALE ORO…!

CASIANO JACINTO MIRANDA, es el nombre del sacerdote que este jueves en la misa de las seis de la tarde en la iglesia del Barrio de San Mateo, donde se recordó que hace un mes falleció Pablito Obregón, abordó con profundo interés el tema del rescate de nuestras tradiciones y de no dejar perder las que olas de modas extranjeras nos están arrebatando.
Al comentar el Evangelio de San Mateo y el tema de la Zarza del Antiguo Testamento, habló de los cuatro elementos conocidos: Agua, Tierra, Aire y Fuego, pero particularmente de de éste último que dijo sirve para la purificación, hablando también de la transformación de las personas mediante esa acción.
El padre Casiano Jacinto Miranda tiene toda la razón a su favor, pero lo más saludable de ello es que desde el púlpito puede convencer a la feligresía del aspecto más importante que es el rescate de nuestras tradiciones, a cuya tarea, desafortunadamente, las autoridades civiles no
hacen caso, no las toman en cuenta ni les importa si desaparecen o no.
En el ejercicio de nuestro oficio periodístico y por el tiempo que llevamos ejerciéndolo, nos damos perfectamente cuenta que los antídotos para los problemas sociales de cualesquier embergadura, son la cultura y el deporte, dos rubros que debieran tener prioridad en los programas de gobierno.
Pero no sucede así. Las autoridades estatales o municipales colocan en cargos de esa naturaleza a cualquiera que “pueda cubrirle las espaldas” o que por lo menos pueda ser actor de medio pelo para capotear las peticiones o exigencias de poyos que llegan de todas partes a las administraciones públicas.
“No hay, no hay, no hay”, es la respuesta cotidiana: “no hay presupuesto” es la cantaleta, mientras en los campos deportivos miles de jóvenes buscan la esperanza de tener balones, uniformes, campos deportivos adecuados, material que les sirva para los entrenamientos y que en las bibliotecas haya el material adecuado y suficiente. Pero eso no sucederá jamás.
El noble llamado del padre Casiano fue escuchado por una buena cantidad de católicos quienes llenaron el templo del popular barrio. Ojalá que su llamado no sea como uno más de “las llamadas a misa”, sino que repercuta, que encuentre eco y que para diciembre venidero veamos a Los Pastores acostando al Niño Dios en un “Nacimiento” hecho de heno traído de la sierra de Guerrero, como antaño.
Que los Santiagos de Tablado salgan a lucir sus sables y sus retos de Vespacino y Tito. Que Los Tlacololeros retomen la danza-teatro que fue en su origen y desarrollen completa la trama de La Caza del Tigre, con sus 16 sones incluyendo el Porrazo de Tigres.
Que San Mateo, vuelva a ser el barrio hospitalario de siempre y se deje de lisonjas y lambisconerías en sus 21 de septiembre a funcionarios que han hundido las tradiciones de Chilpancingo y con su presencia en el pozole enlodan la tradición y dividen la hospitalidad milenaria de ese importante sector de población.
Ya nos estaba haciendo falta en Chilpancingo un sacerdote de ese tamaño espiritual, de ese verbo fluido que llama al pan pan y al vino vino, de ese hablar claro y profundo como doctoralmente lo ha hecho el padre CASIANO JACINTO MIRANDA en la misa del jueves 27 de julio: Un llamado a hacer conciencia de la importancia que tienen las tradiciones en las raíces del pueblo.
Ese llamado, no debe quedar ahí. Tenemos que hacernos eco los periodiqueros, los políticos, los que quieren ser alcaldes, síndicos y regidores o los que quieren la gubernatura o una diputación o senaduría.
Si todos rescatamos con amor nuestras tradiciones y nuestro deporte, estamos del otro lado. Caso contrario “seguiremos” inventando frases bonitas que el terreno de la realidad pintan de cuerpo entero la falacia.
Un saludo muy respetuoso al sacerdote sabio y bueno que nos ha sorprendido y reanimado con una intención moral y espiritual muy elevada y expresada con sencillez y por lo mismo con mucha profundidad desde el púlpito.
Dios le bendiga padre CASIANO JACINTO MIRANDA... ¡Cura admirable y culto!

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