lunes, 24 de julio de 2017

COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
DON IGNACIO VÁZQUEZ BUENO
-Sastre-
-PRIMERA PARTE-

Meses atrás, logramos realizar una entrevista  con nuestro cordial y siempre atento amigo y paisano Ignacio Vázquez Memije, “Nacho” o “Nachito” como llamamos con afecto al valioso chilpancingueño.
Él y su hermana Marthel, heredaron de sus padres el ejemplo del esfuerzo tenaz en el trabajo y por ello llegaron a convertirse en brillantes profesionistas; en el caso de nuestro entrevistado,, es comerciante junto con su valiosa y apreciada familia.
Instalados en su negocio de perfumería en el centro de la ciudad de Chilpancingo, solicitamos de nuestro amigo nos ofreciera un perfil de su papá quien fue todo un personaje en Chilpancingo.
Don Ignacio Vázquez Bueno (Don Nachito Vázquez), fue propietario de una sastrería, de las típicas en la época de oro en los años 30, 40 y 50, cuando en Chilpancingo las mujeres vestían muy elegante y los hombres traje y corbata. De ahí la importancia del funcionamiento de una sastrería con el prestigio de un maestro sastre que tuvo buena fama, aprecio en la sociedad y magníficos operarios.
-Nachito, el motivo de nuestra visita es recordar el ejemplo de vida de un
chilpancingueño distinguido, como lo fue tu papá, don Ignacio Vázquez Bueno, un hombre mucho muy querido, igual que tu mamá quien pertenece a una familia también muy apreciada.  Gracias por la oportunidad que nos brindas. -¿Dónde nació tu papá?
“Nació aquí, en la ciudad de Chilpancingo, Guerrero un 31 de julio de 1909, y falleció aquí mismo, un 13 de mayo de 1992, a la edad de 83 años. Mi mamá, Alicia Memije Pastor, originaria de Chilpancingo, nació un 11 de octubre de 1925, y como muchos saben, acaba de cumplir sus 90 años, dándonos un buen ejemplo de actividad y trabajo, igual que mi padre”.
-Ciento por ciento chilpancingueños…
“Así es. Por lo de Vázquez, un poco de raíces de Teloloapan, por ahí de esos Vázquez de Teloloapan, de los Sánchez Vázquez, son sus primos. Por ejemplo estamos emparentados con el amigo Juan Sánchez Andraca, por este lado de los Sánchez Vázquez, y mi mamá originaria de los Memije de Chilpancingo”.
-Tu papá fue todo un personaje que dominó la sastrería y fue muy famoso por su oficio.
“Así es. La sastrería a él le viene de familia, desde su abuelo y desde su papá Heliodoro Vázquez. Él sí, originario de Teloloapan y desde muy pequeño, a la vez que mis otros tíos que también se dedicaban a la sastrería. Específicamente dos fueron los que se dedicaron a eso, que fueron Julián y mi papá, Ignacio. Ellos lo aprenden en la ciudad de México.  Resumiendo un poquito antes: Mi papá nace en Chilpancingo pero mi abuelo, con los hijos ya un poco más grande, deciden emigrar a la ciudad de México, ahí se desarrolla  mi papá a los ocho o diez años y aprende la sastrería. Un poco más grande él recuerda con agrado su Chilpancingo. Quedó familia aquí, recordarán ustedes a la tía Marianita, que vivió aquí en la calle de Ignacio Ramírez, junto al hotel Muñiz. Ella fue la tía Mariana, hermana de su mamá Encarnación. Ella fue Mariana Bueno, casada con un señor Guevara. De ahí vienen los primos de mi papá, los Guevara Bueno que algunos de ustedes habrán de recordar. Mi papá decide regresar a Chilpancingo, a  los veinte o veintidós años y se dedica a trabajar la sastrería. Precisamente ahí en Ignacio Ramírez fue que le da la tía un lugarcito para que ponga su taller de sastrería”.
-En esa época los caballeros en Chilpancingo vestían traje y corbata, y las señoras elegantemente ataviadas.
“Así es. Eso era una costumbre que se tenía en todos los señores formales, digamos. Los jóvenes usaban traje y corbata en los días de bailes, que también eran muy frecuentes. Los organizaba el gobierno del estado, acudían con su traje, pero en práctica del diario era muy frecuente ver a todos los adultos mayores con su traje, con el sombrero y con la corbata. La gente bien vestida, y no eran pocos, eran muchos los señores que así lo hacían y no se diga de las señoras”.
-Estamos hablando de que tu papá viste a Chilpancingo en esos años.
“Afortunadamente participa en buena parte de esa cobertura, digámoslo así”.
-Tu papá debió haber tenido muchos alumnos en la sastrería.
“Pues, sí. Debió haber tenido muchos. De los que recuerdo, con los que tenía trato, porque mi papá básicamente lo que hacía era el corte de la prenda. Si se requería, él lo cosía, pero para efectos de coserlos él tenía sus operarios y cada uno de ellos el trabajo lo hacían en su casa; no era un taller donde él los tuviera a su disposición, sino que, por decirte algo: Samuel Guevara, él era uno de sus operarios; había unos que se dedicaban a coser pantalones y otros que hacían el traje completo. Que cosían el saco, que era más laborioso, más delicado, y hacían el saco y hacían el pantalón, esos eran ya los saqueros y los pantaloneros, que así les decía, y entonces el pantalón era más fácil y había jovencitos que iban por el trabajo. Don Nacho, ¿tiene trabajo? Sí, llévate este pantalón. Y obviamente mi papá iba seleccionando, dependiendo al tipo de costura, del casimir. Si era fino no lo podía dejar en manos inexpertas, sino que tenía que ser de los especializados. Yo recuerdo de los especializados a José, no recuerdo el apellido pero era del rumbo de san Mateo. Nuestro amigo José García mejor conocido como ‘El Chamuco’, él cosía pantalones. Había un jovencito, el amigo Beto, que ahora es abogado. Y así era como se la llevaba mi papá”.
-Recuerdo cuando tu papá tenía la sastrería donde estuvo después el hotel Laura Elena…
“Exactamente, ahí en el hotel tenía su sastrería, y cuando viene el temblor de 1957, se daña ese edificio y se ve precisado a abandonarlo, y se pasa sobre la misma calle de Madero, donde estaban los baños. Todavía no existía ahí la Cámara de Diputados. Había una cantina ahí, y allí se pasó mi papá y ahí estuvo desde 1957 como hasta 1970, dedicado a la sastrería, ahí nace también la perfumería Marthel. En esa época, mi mamá, sabiendo que había un negocio de baños, como bien lo dices, ella con una buena visión comercial, dice: Voy a vender jabocintos y champues, y hacía estropajos y ella se dedicaba a coserlos y los vendía, y así empezó a vender los cosméticos, básicamente”.
-Uno de los alumnos que recuerdo de tu papá fue Clemente Donjuan… El famoso “Mentos”, que era enfermero de la Cruz Roja, de la primera generación de enfermeros y socorristas.
“Efectivamente, asistía también en la esquina de Guerrero y Madero, estaba también una farmacia, la farmacia Cruz Roja; ahí también él trabajaba con otro señor, don Santos Cabañas, yo ahí los ubicaba y a mí me extrañaba que luego iba y salía con su atado de la prenda que iban a coser, y yo muy pequeño no me daba cuenta y le preguntaba a mi papá y decía que se llevaban la prenda y allá la cosen, en su casa, y ya en dos días me la traen o en el mismo día”.
-Recuerdo que ahí tocaba la guitarra Clemente Donjuan, en la sastrería.
“Comentan que había siempre una guitarra, no porque mi papá la tocara, sino que estaba ahí para el que llegara a ejercer sus dotes artísticas, ahí lo hacían. Entre lo que platican es que mi papá tuvo mucha amistad con el profesor Francisco Escobar, era su amigo muy querido y llegaban otras personas, Chanín Saavedra llegaba a tocar la guitarra, había otros personajes. Eso no lo viví pero lo platican “… (CONTINUARÁ).

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