jueves, 14 de septiembre de 2017

NOTA

Ausente la galardonada y
asistentes desinteresados
Wendy Alanís.-Con motivo del doscientos cuatro aniversario de la instalación del Primer Congreso de Anáhuac, por el generalísimo José María Morelos y Pavón, se celebró el día de ayer por la tarde en la Catedral de la Asunción una ceremonia con la crema y nata de la política guerrerense, en donde además se entregó la presea “Sentimientos de la Nación”,  a la Doctora Alicia Bárcena Ibarra.
En ausencia de la diplomática, por cuestiones de trabajo, la distinguida medalla fue recibida por su hijo Eduardo de la Torre Bárcena, quien se mostró austero en su discurso y discreto en su orgullo al ser uno de los vástagos de tan prestigiada mujer, bióloga de profesión.
En un emotivo discurso que fue transmitido en video para un selecto grupo de la sociedad, como lo son la clase política, Bárcena Ibarra se refirió a Guerrero como “Tierra Bravía” pero
al que lamentablemente como se pudo notar, pocos pusieron atención, tal vez porque estaban más inmersos en asistir por mero compromiso o por salir en la foto para el facebook. Y a pocos les importó el plan de austeridad que decretó el gobernador y los problemas de pobreza que se padecen en la entidad
Destacados políticos, todos en su inmensa mayoría vestidos de fúnebre, así como profesionales de la comunicación, militares de alto rango, clérigos y socialités, se dieron cita al interior del templo católico para festejar un aniversario más del Primer Congreso de Anáhuac, todos con gran pipa y guante, dejando como siempre de lado al verdadero pueblo que es de donde emanan las leyes, todos con cara de veladora escurrida, sonriendo siempre de dientes para afuera, mirando `por encima del hombro a quienes no huelen a colonia Sanbor’s, con prepotencia y desdén.
Como el caso de ex gobernador priista de Guerrero derrocado por el caso de Aguas Blancas en el año de mil novecientos noventa y cinco, Rubén Figueroa Alcocer, quien además desdeñosamente posaba medio minuto para la prensa, su compañero de banca el también priista, ex alcalde de Iguala e hijo del fundador de Diario 21, Esteban Albarrán Mendoza y su padre Jorge Albarrán, mantuvieron siempre la misma actitud pero dieron muestras de ser grandes amigos, no solo de partido.
Un evento en el que se pudo notar la frivolidad de la clase política de todos los niveles, al llegar en lujosísimas camionetas del año, rodeados de un séquito de guardaespaldas que le cuestan al erario público, señoras encopetadas, con tacones y vestidos caros, junior’s con cortes modernos pero bien trajeados como el papá, todos ellos en senda pasarela por el centro de la ciudad, mientras la comunidad de a pie, los miraba boquiabiertos.
La cita fue a las seis de la tarde pero la ceremonia comenzó ya entradas las siete. La clase política enriquecida de la noche a la mañana y a la que poco le han preocupado los señalamientos de corrupción, fue la que acaparó los primeros asientos, dando muestras de la importancia que ellos tienen en la política de Guerrero, como Manuel Añorve Baños (PRI), Bernardo Ortega (PRD), Esteban Albarrán (PRI) quien prefirió sentarse al lado de Rubén Alcocer en primera fila.
En fin; esto más bien parecía un culto al derroche y al distingo de clases sociales, un culto a la élite más poderosa de la sociedad porque fuera de la prensa que a diferencia de Jorge Albarrán Jaramillo, no vestía de traje y entró por la puerta trasera, nadie más del pueblo pudo tener acceso a un acontecimiento que le pertenece a todos por igual. Quedando demostrado que el “Primer Congreso de Anáhuac” solo es para los poderosos.
Y una vez más, Héctor Antonio Astudillo Flores, gobernador priista de Guerrero hizo hincapié en que tenemos “orden y paz” ante los cuestionamientos  de los reporteros por la excesiva inseguridad que se vive en todo el estado y dando portazo a esta reportera con su respuesta “se terminó la entrevista”. Pero quienes también dieron muestras de buena amistad fueron los alcaldes de los municipios de Chilpancingo y Acapulco, quienes a diferencia de sus compañeros lucieron un atuendo más o menos baratón. Siempre sonriendo cínicamente para el lente de la cámara.
En pocas palabras, dicha ceremonia, es solo para gente adinerada o políticos que juegan “carreritas” para el dos mil dieciocho y que se hacen de la boca chiquita cuando se les pregunta por sus aspiraciones para gobernar Guerrero.

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