martes, 12 de septiembre de 2017

NOTA

Nos ocupan de relleno  como
espacio muerto:payaso callejero 
Wendy Alanís.--El oficio de ser payaso normalmente es un oficio mirado con desprecio pero en realidad es un arte que va más allá de ser un simple trabajo.  Es mirar dentro del alma, hacer sonreír al más triste de los humanos, es tener como paga una pequeña moneda y conformarse con el estruendoso reír del público más exigente.
Estaba en la etapa de la adolescencia, justo cuando estaba terminando la secundaria, cuando en una ocasión conocí a unos payasitos en la plaza pública de Minatitlán, Veracruz, de donde soy originario, me acerqué a ellos y desde ahí me empezó a gustar la idea de hacer reír a la gente, comenta
de manera melancólica Rubén Aracen Blancarte, mejor conocido como “Loquillo”.
Allá mismo en Veracruz conocí a “Tallarín de la sopa aguada”, un payaso muy reconocido aquí en el estado de Guerrero, cuando yo apenas contaba con diecisiete años de edad. Hoy ya cuento con alrededor de veintiséis o veintisiete años de trayectoria, recuerda con alegría Rubén Aracem,; payaso callejero de Chilpancingo.
Y con una sonrisa en los labios “Loquillo” nos explica lo que para él significa ser payaso, “para mí es tener una satisfacción muy grande, porque hago reír a la gente que viene con problemas graves”, es por eso que me gusta ser payaso. Aunque existen tres clases de payaso: el payaso callejero, el payaso de circo y el payaso de fiesta, continúa diciendo con mirada dulce, Aracem Blancarte.
“El payaso de calle es el más difícil de hacer porque la gente no esta obligada a quedarse a ver tu trabajo”, simplemente la gente se acerca por curiosidad y si le arrancamos una sonrisa, mágicamente nos regala una moneda que nos hace caminar.
Pero confiesa Rubén tener experiencia en espectáculos cerrados como el circo, y la carpa donde el payasito es encasillado como alguien que no es artista, sino es ocupado como relleno de la función, como espacio muerto, por ejemplo en lo que ponen la red nos dicen: “éntrale” solo los grandes circos como el de los hermanos Vázquez, “Sí consideran al payaso como un artista”.
Sucede lo mismo por ejemplo en los teatros del pueblo, emperó con tristeza y molestia el cómico de pueblo, mejor conocido como “Loquillo”, Rubén Aracen, quien a pesar de eso no se atreve a decir que son discriminados, solo a refrendar que el orgullo de ser payaso queda herido.
Pero a pesar de tantas dificultades en el arte de hacer reír a la gente, Blancarte acepta ser felíz, “Loquillo me ha dado mucho, me ha dado más de lo que yo le he dado a él” y este trabajo me da para vivir pues tengo ya dos hijos a los cuales les he dado carrera profesional, gracias a la moneda que la gente me da.
Sin embargo; a loquillo lo que más le gusta es recibir aplausos y es por ello que “yo moriría siendo payaso, aunque existe una vigencia porque el cuerpo se gasta y hay que ceder la estafeta”, finaliza sonriente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.