viernes, 17 de noviembre de 2017

ARTÍCULO

Habilidades y destrezas
de la infancia campesina
César González Guerrero
Expreso mi reconocimiento a los pequeños hijos de campesinos que día con día luchan por cumplir sus tareas en su núcleo familiar.
Después de las dificultades que se tienen que superar en una familia campesina, humilde, con bastantes carencias y más problemas socioeconómicos, un pequeño o pequeña, pero más el varón, se enfrenta a una triste realidad: realizar actividades cotidianas desde que empieza a caminar y hablar. Todas ellas se relacionan con el trabajo que obligadamente tiene que
hacer todos los días, desde las primeras horas de la  madrugada hasta muy tarde noche.
Desde luego esto no varía mucho de lo que se hacía en la época de los cincuentas o sesentas, con lo que se hace actualmente, en la época del siglo XXI. Claro que existen comunidades en donde encontramos situaciones similares.
Solo para ejemplificar en una familia campesina siempre habrá necesidad del apoyo de un animal doméstico para trabajar, puede ser un Burro (técnicamente llamado asno),  un caballo y un Macho (pueden ser Burra, Yegua y Mula). Lo que sea siempre será de mucha utilidad. Por supuesto un animal dócil o sea “mansito” para que el pequeño no sufra las caídas o “patadas” que provoca un animal bruto o “brioso”.
Cuando se tiene el recurso para adquirir el animal excelente, pero cuando no, la familia deberá buscará la forma más adecuada para cumplir las tareas que exigen el trabajo en el campo, el caso es que para evitar un esfuerzo adicional más vale pedirlo prestado, “alquilado” o comprado. Sin duda el apoyo del padre y de algún hermano mayor será fundamental.
Y es que la verdad, un niño de solamente 6 años de edad y tal vez hasta los 11 años, se las tiene que ingeniar para “enseñar” a obedecer al animal y así dominarlo solo con la voz y con señales. Obviamente las palabras deben sonar fuertes y en ocasiones hasta “groseras” porque a veces solamente así obedecen. Ya se imaginaran ustedes mis estimados lectores las “leperadas” que un niño debe aprender para desempeñar bien su papel de campesino. Su lenguaje empieza a ser fuerte y  decidido a hacerse entender. En esta ocasión me abstengo de mencionar esas “palabras” que mucho ofenden a los castos oídos de la gente de ciudad. Pero sin embargo, en el lugar de los hechos esto es normal escucharlas y la gente se acostumbra. Si alguien se anima puede acudir a cualquier pueblo de la Costa Chica y si se deciden pueden hasta aprender este “florido” lenguaje de comunicación entre el pequeño campesino y su animal.
Ya dominado el animal el pequeño debe aprender a “encillar” y “desencillar”, colocar el “juste” o la silla de montar, colocar y  “apretar” el “cincho”, la “grupera”, la “cuellera”, el freno o bozal, hacer amarres, “nudos” y “gamarras”, también debe conocer las técnicas para ello porque hay animales muy “mañosos” que en ocasiones engañan y son causas de accidentes al montador. Y por si fuera poco debe saber como “subirle” o montarle considerando la estatura del montador y la altura del animal.
Posteriormente, y de acuerdo con el uso, el pequeño campesino debe saber cómo cargarlo sin ayuda de nadie, de “leña”, “agua” (si es “lata o cántaro”), de pastura, madera, “costales” de copra, maíz, etc. Simplemente el pequeño echa mano del ingenio y la creatividad utilizando “varas”, “horquetas”, “piedras”, etcétera. Y todavía depende del tipo de carga porque puede ser con “Guililes”, “cajones” de madera o simplemente las “sogas” o reatas para la carga.
Desde luego, independiente de que todo es cargar y descargar el pequeño campesino deberá adaptarse lo más pronto posible a este tipo de trabajo diario, no debe estar sujeto a que alguien más lo podrá ayudar. Regularmente esta actividad las realiza sólo en medio de las tardes obscuras. Es algo que forja al ser humano y que desarrolla habilidades y destrezas que no cualquiera puede hacer. Felicidades a los pequeños campesinos.

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