viernes, 10 de noviembre de 2017

COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
“EN LA FORMA DE AGARRAR EL TACO,
SE VE AL QUE ES TRAGÓN...” (Frase popular)

Cuando el 4 de enero de 1961, cayó el gobierno de Raúl Caballero Aburto, después de la masacre contra el pueblo de Chilpancingo, ocurrida horas antes en la alameda “Granados Maldonado”, el 30 de diciembre de 1960, la Cámara de Diputados designó al licenciado Arturo Martínez Adame (chilpancingueño y presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación), como gobernador sustituto.
El pueblo de Guerrero estaba en duelo, herido hasta lo más profundo de su entraña por la muerte de tanta gente en la alameda y calles adyacentes.
Llegó el nuevo gobernador y desde una ventana del palacio de gobierno
pronunció su primer mensaje. Se percibía en el nuevo mandatario la presencia de un hombre experimentado, prudente, tranquilo, pero a su vez, muy vivaz, y entre las manos traía, sin duda, la consigna o el encargo presidencial de poner orden en una entidad que estaba convulsa y socialmente bajo varias incógnitas del rumbo que habría de darle el nuevo gobernador Arturo Martínez Adame.
Uno de los personajes que llamó a su gobierno fue al poeta chichihualteco Lamberto Alarcón Catalán, quien ya había sido Oficial Mayor de Gobierno con el general Rafael Catalán Calvo y gozaba de gran aprecio entre la población.
Chilpancingo, Atlixtac y Chichihualco le vivían agradecidos porque tomó la iniciativa de hacer una brecha que comenzaba en Zumpango y acababa en Chichihualco, brecha hecha a pico y pala por gente de Zumpango y de Chichihualco, por donde comenzaron a entrar los primeros carros de transporte a esa población.
Esos transportistas eran el señor Samuel Montero (Monterito) y el maestro Solís, cuyo taller estaba donde hoy se conoce como las parotas, y era conductor de uno de esos carros don Beto Castillo, hombre muy querido.
“La terminal” de esos carromatos estaba en el Mesón de don Rafa Cabrera, en las calles de Altamirano, República de El Salvador y Ayuntamiento.
Comenzó a gobernar don Arturo, no era hombre de anuncios espectaculares ni de andarse promoviendo como gobernador. Su acción de gobierno (sin Cámara de Diputados de por medio en Guerrero), se fue deslizando casi en silencio, pero comenzó a rendir frutos.
“Por sus frutos los conoceréis” y el pueblo poco a poco fue acomodándose a una nueva vida en Guerrero.
Chilpancingo comenzó a crecer: más colonias y más colonias, hasta que el 1 de abril de 1963 don Arturo Martínez Adame le entregó el Poder Ejecutivo de Guerrero, ya en otras condiciones político-administrativas al doctor Raymundo Abarca Alarcón, nacido en Chilpancingo pero radicado en Iguala y quien gobernó hasta 1969, contando, en los inicios de su gobierno, con el apoyo en la presidencia de la república del licenciado Donato Miranda Fonseca, que era “el dedo chiquito” del presidente don Adolfo López Mateos.
Ya alguna ocasión comentamos la frase que el querido periodista Arturito Catalán incrustó en su periódico “El Grillo”: “Político sin padrino, es hombre muerto”.
Viene todo ésta explicación a cuento porque llama la atención la actitud del nuevo alcalde de Chilpancingo quien al parecer no tiene cosa más importante qué hacer en el ayuntamiento que “hacer declaraciones a la prensa”.
¿Valen de algo? ¿Sirven de algo sus “conferencias de prensa” cuando desde el primer instante que protestó como alcalde, hasta el más ingenuo -¡Si lo hubiera!- de los periodiqueros está observando que quien maneja el ayuntamiento de Chilpancingo es el gobierno del estado?
¿Acaso el nuevo presidente municipal “eligió” a la tesorera que le impusieron para que bien maneje y administre la economía municipal en el tiempo que falta para que concluya la administración municipal?
La respetable y muy querida dama, actual tesorera es, como se dice en el pueblo “Una Chucha Cuerera”, para eso de los billetes, y es de la gente más cercana y de más confianza a Héctor Astudillo Flores, tanto que la tenía trabajando a su lado en el gobierno del estado, pero la envió a cuidar “el pastel” municipal, porque si alguien sabe de cuánto, cómo y dónde se manejan los billetes municipales es el experimentado ex alcalde de Chilpancingo, convertido hoy en mandatario.
¿Quién se va a chupar el dedo cuando gentecita respetable y de carrera muy larga y colmillo retorcido en los tejemanejes oficiales ocupa cargos “clave” en el improvisado ayuntamiento chilpancingueño… Acaso alguien en los comederos políticos ignora quién es Joel Eugenio o Federico Santos Nava?
No tratemos de aparentar lo que no somos…
Y, finalmente, si de “dar noticias” se trata, es la hora  que el nuevo alcalde deje de ser “el todológo” para informar sobre la marcha del ayuntamiento.
Si se trata de CAPACH, que deje que hable gente de esa dependencia, o del Registro Civil o del área que sea. Tiene que dejar que los responsables de cada área cumplan su compromiso de servidores públicos frente al pueblo.
El alcalde, hasta donde se ve, sólo tiene que desempeñar su triste papel de aparentar que es presidente municipal de Chilpancingo, porque, como se ve ahora y como el mismo tiempo lo demostrará, la presidencia municipal se maneja desde el Palacio de Gobierno, con tres monitores claves en el edificio municipal: Elizabeth Vega Abarca; Federico Santos Nava y Joel Eugenio.
Su primer yerro espectacular es declarar que chilpancingo está en paz, cuando la ciudadanía por las redes sociales a cada rato reporta y exhibe la violencia que ha incrementado en la capital de Guerrero. A pocas horas de tener un nuevo presidente municipal, el pueblo vive con “el Jesús” en la boca...pero par que ya se vaya.
A lo mejor el nuevo alcalde pronto, muy pronto tenga, en serio, que pedir licencia para retirarse del cargo de alcalde.
No lo desearíamos, pero se ve a leguas que el papel de sustituto le quedó grande.
Y, por cierto: Ya ayer en el centro andaba de paseo el ex presidente municipal de Chilpancingo, don Efrén Leyva Acevedo… Mientras, el “matronato” de la feria, sigue en picada.
El primer escándalo que enlodará la feria, será el nada más y nada menos inútil, caro e intrascendente concurso de “Señorita Flor de Noche Buena”, que nada tiene que ver con la esencia de la tradición chilpancingueña…
Tiempo al tiempo. No falta mucho. Parece que el paseo del pendón, sin Juanca, se adelantó.

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