viernes, 5 de enero de 2018

ARTÍCULO

Sufragio Efectivo
Apolinar Castrejón Marino
¿Cómo sobrevivir a la guerra de “spots” de la televisión, cortesía de los precandidatos y suspirantes a un puesto, en cualquier “nivel de gobierno”?
En estos días, que estamos descansando, y que tenemos oportunidad de mirar una buena película, o cualquier programa televisivo de nuestra preferencia, no podemos hacerlo con tranquilidad, pues en cualquier momento, aparecen en la pantalla los odiosos rostros de los políticos de siempre, erigiéndose como nuestros salvadores, o como los padres amorosos, pendientes del bienestar de sus hijos.
Usted recordará que en la anterior campaña por la presidencia de México,
a Andrés Manuel López Obrador, lo tildaron de “mesías tropical”, y con esta sola acción lo “chamuscaron” definitivamente, restándole un gran porcentaje de adeptos y simpatizantes.
Pero en realidad, todos los candidatos y aspirantes se ven en la necesidad de adoptar una personalidad mesiánica con el fin de impresionar a los electores. Usted puede comprobar como todos definitivamente aparecen en público pronunciando discursos en los que se “comprometen” a resolver los problemas que aquejan a la ciudadanía.
Y como Peña Nieto, hasta firman ante un notario público sus compromisos (promesas) de campaña. Esto es posible debido a la ignorancia, la pobreza y la docilidad del pueblo mexicano.
Los hechos históricos así lo acreditan. Una de las frases más exitosas en asuntos electorales, fue aquella que utilizó Francisco I. Madero para derrotar al porfiriato: “Sufragio efectivo, no reelección”.
Según sabemos, el porfiriato era un gobierno explotador y represivo que ejercía el general Porfirio Díaz, y que gracias a las leyes retorcidas (como siempre), se había reelegido en varias ocasiones, con lo cual había tardado más de 30 años en el poder.
Contra esta dictadura se propuso luchar Madero, y decidió aprovechar el descontento generalizado de una población temerosa de las represalias del ejercito porfirista y de las policías locales.
Inició una campaña electoral trasladándose a los pueblos y localidades para dar discursos en los que hablaba del derecho de los mexicanos a ejercer su voto, y prometía democracia y equidad. Y hasta publicó un libro titulado “La sucesión presidencial”.
Pero el pueblo no entendía ninguno de estos conceptos, y solamente se interesaba en que Porfirio Díaz fuera sacado de la presidencia. Por eso fue aceptado el lema de “Sufragio efectivo, no reelección”, aunque hubiera causado el mismo efecto el lema “muerto el perro, se acabó la rabia” que es más mexicano.
La ironía del caso es que Porfirio Díaz había utilizado este mismo lema en el Plan de la Noria cuando se había levantado en armas contra de la reelección de Sebastián Lerdo de Tejada en 1871. Le salió bien la jugada política a Don Porfirio, pero cuando alcanzó el poder se olvidó definitivamente de este aforismo, al grado de que obligó a los diputados y senadores a aceptar incondicionalmente la reelección.
Revisando el libro “La sucesión presidencial” de Francisco I: Madero, nos damos cuenta de que era un demócrata convencido de que el modelo de nación que nos convenía, debía basarse en el respeto de la voluntad popular, a la hora de escoger a sus gobernantes, lo cual sintetizó en un axioma: “Menos gobierno y más libertades”.
Así que en cuestión de conseguir, y de ejercer el poder político no hay límites. Las mentiras, la calumnia, y la difamación, son completamente válidas. La traición, el embuste y la simulación son prácticas que todos realizan, sin ruborizarse.
Así, al final, quien “gana” una elección, es el más mentiroso, el más traidor y el más embustero. Y los “ciudadanos” que ejercen su derecho a elegirlo están de acuerdo con toda esta farsa. Por el contrario, los que no votan por nadie, son los únicos que tienen el derecho de decir “yo no lo elegí”.

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