viernes, 12 de enero de 2018

SEGUNDA PRINCIPAL DE NOTA ROJA

Recibió Regina el cuerpo de
su esposo, pero duda sea él
Margena de la O.--Al final, Regina Cervantes Teopanzin cedió y aceptó que la Fiscalía General del Estado le entregara el presunto cadáver de su esposo, Roberto Zapoteco Chinito. La familia de él ya quería cerrar la agonía de la espera aun con la crisis de los servicios forenses y periciales del estado, y ella cedió.
“Dicen que el ADN coincide en un 99 por ciento con mi hijo”, comenta sobre la repuesta de las autoridades sobre el cotejo del cuerpo. El joven chofer de taxi fue sepultado
la tarde del sábado 2 de diciembre en el panteón de Zitlala, después de dos años de su búsqueda.
Regina se resistió a recibir el cadáver porque para ella no había dictamen más válido que el de los peritos argentinos, quienes asumieron la identificación de nueve cadáveres hallados en fosas clandestinas en Zitlala y Chilapa. Los familiares con desaparecidos tienen derecho a un tercer dictamen después de los emitidos por la FGE y la Procuraduría General de la República. Las familias de ambos municipios pidieron la colaboración del Equipo Argentino de Antropología Forense.
A mediados del mes de noviembre los argentinos suspendieron sus trabajos de cotejo por la crisis en el Servicio Médico Forense que se resume en una carencia de médicos forenses y cámaras de refrigeración, además de la saturación de cadáveres sin identificar, situación ya publicada por La Silla Rota.
Para Regina su lucha no termina con la entrega y sepultura del cadáver de su esposo, porque con los dos años atrás a partir de la desaparición, dejó más que anécdotas de búsqueda. “Yo voy a seguir. Voy a seguir exigiendo. Ahora somos una familia: nos une el mismo dolor. Mientras esté viva voy a seguir”, dice  sobre su compromiso con las otras familias con personas desaparecidas. Regina es integrante de Siempre Vivos, una organización creada por familiares de más de 140 desaparecidos de Zitlala y Chilapa de Alvarez.
Roberto desapareció el 8 de marzo del 2015, en el sitio de taxis de la ruta Chilapa-Zitlala, de donde era chofer. La última vez que lo vio Regina fue un día antes, por la tarde, cuando acudió a comer a casa. Ella recuerda que le dijo que daría una última vuelta en el taxi, para completar la gasolina, pero supo que se quedó en una fiesta con los demás choferes, quienes lo vieron antes del amanecer en el sitio de Zitlala.
Regina y Roberto estuvieron juntos desde que él tenía 16 años y ella 19, concibieron un hijo que ahora tiene ocho años. A decir de Regina, antes de que su esposo fuera taxista, era campesino, como ella lo es ahora; para mantener al hijo corta el maíz, limpia la milpa, pela la mazorca o escoge el mejor grano.
Zitlala es un municipio de la Montaña baja de Guerrero, con predominancia del pueblo nahua, donde los habitantes se dedican, principalmente, al campo o al tejido de trenzas de palma para artesanías. En los últimos años comparte con Chilapa una condición de inseguridad que las autoridades adjudican a la pelea de Los Rojos y Los Ardillos. En medio de esa violencia, los crímenes y las desapariciones de habitantes en la zona se disparó; Roberto, quien ahora tendría 26 años, es uno de esos casos.
Si bien aceptó el cadáver que la Fiscalía corresponde a su esposo, Regina todavía tiene muchas preguntas para el gobierno de Guerrero: “No creo en las autoridades. A mí no me ha llamado el Minsiterio Público o alguna autoridad de la investigación. No sé si investigaron. La verdad no sé nada”.
La negación de Regina a recibir el cadáver de su esposo puso al descubierto la crisis del Servicio Médico Forense, que en Guerrero depende del Sector Salud, y de los servicios periciales de la FGE. Ahora ella también planteó dudas en el proceso de investigación de la Fiscalía.
El Ministerio Público le notificó a Regina a finales de 2016 que uno de los cadáveres hallados en fosas clandestinas tenía compatibilidad con su hijo, y que correspondía a su esposo, Roberto. En junio pasado, la Fiscalía le informó que el cadáver lo hallaron a los 11 días de la desapareción, pero lo reconocieron casi un año y medio después, de acuerdo a la relatoría del Centro de Derechos Humanos José María Morelos.
A los dos años de la última vez que Roberto estuvo en casa, su familia hizo en el lugar una velación con los restos humanos que la Fiscalía les entregó, con rezos por su memoria y descanso. “Dijimos hay que enterrarlo, dicen que es él, hay que enterrarlo para que no esté sufriendo”, dice Regina de su esposo y el acuerdo que decidieron con la familia de él. Alrededor de las cuatro de la tarde del sábado, lo sepultaron.
Después de comentar sobre los detalles del sepelio, Regina guarda la respuesta sobre qué pasará con el dictamen de los forenses argentinos: “voy a esperar cómo salen esos resultados”. (lasillarota.com).

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