martes, 13 de febrero de 2018

ARTÍCULO

Los Restos De Cuauhtemoc
Apolinar Castrejón Marino
María Cristina García Cepeda, fue nombrada secretaria de cultura por su experiencia, de “haber estado en el ámbito cultural por más de 8 años”. Y por haber estado durante 2 gobiernos ¿Dónde más hemos escuchado tales argumentos?
Así es. El candidato priista se asume muy experimentado y preparado, por haber permanecido mucho tiempo involucrado en áreas que son….un desastre.
Otra mujer mexicana de trayectoria ejemplar, “muy preparada y experimentada”, figura en los renglones de la historia de nuestro país, por haber armado un esqueleto humano, con osamentas de 8 individuos diferentes, y la cabeza de una mujer, y presentarlo
públicamente como el esqueleto de Cuauhtémoc.
No, no estamos hablando del Cuauhtémoc el futbolero metido a político, ni del fallido político Cuauhtémoc Cárdenas, nos referimos al último emperador de los aztecas, que defendió la ciudad de México-Tenochtitlán, de la invasión de los españoles.
Bueno, en realidad ni la defendió, y la ciudad fue conquistada. Lo apresaron, y torturaron para que les entregara el tesorito, y como no se los quiso dar, pues lo mataron.
En el códice conocido como “Tira de Tepechpan” se consigna que la muerte de Cuauhtémoc ocurrió en un año 7 calli, y se ha calculado que fue el 28 de febrero 1525.
En ese códice se ve al tlatoani mexica sentado en un asiento de respaldo alto y con su tiara; y también aparece como bulto mortuorio, colgado por los pies de un pochote.
Eulalia Guzmán fue una maestra y arqueóloga mexicana, que cursó una Maestría en Filosofía en la Universidad Nacional de México, y luego se  especializó en Ciencias de la Educación en Alemania.
En 1949, siendo presidente de México, Miguel Alemán Valdés recibió una comisión de investigadores, que aseguraban tener localizado el sitio donde se encontraban sepultados los restos del último emperador azteca.
Tal comisión estaba encabezada por el director de Instituto Nacional de Antropología e Historia arquitecto Ignacio Marquina, y el arqueólogo Carlos Margáin, y entre una docena de colaboradores, se encontraba Eulalia Guzmán.
Entonces como ahora, la fauna depredadora de la política andaba “a las ganadas”, y en un descuido de los directivos, doña Lala “se fue por la libre” a realizar trabajos de excavación en un pueblito del Estado de Guerrero, llamado Ixcateopan.
Basada solamente en la “tradición oral”, y en unos “documentos antiguos” que poseía el doctor Salvador Rodríguez Juárez, que había hecho un lugareño muy nacionalista, al que no le importaron los miles de kilómetros que mediaban entre aquel paraje conocido como Itzamkánac, del viaje a “Las Hibueras”, y este pequeño pueblito de Ixcateopan.
Y hasta trazó rutas por las que anduvieron algunos aztecas cargando el cadáver de su rey Cuauhtémoc, que había sido ahorcado, colgado de una ceiba. Y que inexplicablemente, quizá buscaban un lugar donde enterrarlo.
Así, con datos imprecisos, y sin la técnica adecuada, Doña Eulalia “descubrió” los restos óseos del héroe nacional. Y el 26 de septiembre de 1949 se dio a conocer la “noticia” del hallazgo del “joven abuelo”, el más representativo de nuestra nacionalidad.
Y Doña Eu, recibió premios y honores, y menciones durante muchos años, hasta que en 1976, una Comisión para la Revisión, y Nuevos Estudios de los Hallazgos de Ichcateopan, presidida por el científico Eduardo Matos, dictaminó que la osamenta “descubierta” por Eulalia Guzmán, pertenecía a ocho diferentes individuos, que provenían de distintas épocas, con diversas formas de enterramiento
Y que la cabeza pertenecía a una mujer joven mestiza, cuyos restos faciales y piezas dentarias, indicaban claramente, que no pudo haber sido enterrada en 1529.
Otras graves imprecisiones del “descubrimiento” de Eulalia Guzmán son que: El entierro no pudo haberse realizado en el templo de Santa María de la Asunción en 1529, porque su construcción se inició en 1550.
Además, la “tradición oral” que se presume, inició a partir del siglo XVI, y los dichos actuales se conocen a partir de 1949. Y que todos los documentos que dieron origen al hallazgo, como los presentados posteriormente, son apócrifos, y fueron elaborados después de 1917.
Eulalia Guzmán Barrón, nació en San Pedro Piedra Gorda,  Zacatecas, el 12 de febrero de 1890. Se inició como asistente del filósofo mexicano Alfonso Caso durante los trabajos de la exploración de la zona arqueológica de Monte Albán, en el territorio de Oaxaca.
En 1934 fue nombrada Jefa del Departamento de Arqueología del Museo Nacional, y recorrió parte de la mixteca alta.
De 1937 a 1940 la Secretaría de Educación Pública, la encargó de localizar información de la época prehispánica de México en universidades y bibliotecas europeas. Y en 1942 volvió a realizar diversas exploraciones en Chiapas.
Como hemos visto, mucha “preparación” y muchos estudios, no son garantía de eficiencia, y aunque doña Eulalia haya hecho cosas importantes, lo más impresionante es su “descubrimiento fallido” que cualquier compatriota hubiera podido evitar.
¿Cómo alguien podría confundir la cabeza de una mujer, con la de Cuauhtémoc?

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