viernes, 9 de marzo de 2018

ARTÍCULO

XII Aniversario luctuoso de
Cohinta Guerrero Aparicio
César González Guerrero
Existen un gran número de historias exitosas en la vida. Anécdotas y leyendas de personajes de indistintos sexos, que en todas las sociedades del mundo son modelos a seguir e imitar. Sin duda en cada pueblo o comunidad, en algún barrio o colonia de cualquier ciudad, en las zonas urbanas o rurales, encontramos las biografías de algún hombre o mujer, de todas las edades, con verdaderas acciones y hechos difíciles de superar. Los casos que se conocen nos permiten dimensionar la capacidad del ser humano para alcanzar metas y objetivos en cualquier contexto
social.
Hoy, en ocasión de recordar el 12 aniversario del fallecimiento de mi madre Cohinta Guerrero Aparicio, es importante para mí destacar algunas de sus enseñanzas que como toda mujer abnegada y preocupada por sus hijos y su esposo, por toda su familia y por su pueblo, hizo todo lo que estuvo a su alcance para llegar a los objetivos trazados.
En primer término y en virtud de su origen humilde, siempre y desde muy pequeña se acostumbró a trabajar, apoyando las actividades domésticas y emprendedoras de su madre, mi abuela Petra Guerrero. Su belleza juvenil muy natural, fue acompañada de prendas y joyas que en su momento lucia, completaban una armoniosa figura femenina capaz de resaltar a la dama modesta con un gran corazón y sentimiento humano que duró toda su existencia. Las fotografías de la época así la muestran, pura y de una expresión profundamente austera, con valores y principios que hoy se anhelan, producto de las enseñanzas de su madre.
En segundo lugar, ya en su matrimonio con mi padre Santa Cruz González Cortés, su vida se transforma en la parte más importante de la familia, el motor de ese gran núcleo que apoyó a su pareja en las actividades también emprendedoras de la época, inclusive en las políticas y sociales a grado tal de llegar a figurar en los grandes eventos municipales, estatales y nacionales, en el periodo en que su esposo, mi padre, llegó a ocupar el honroso cargo de Presidente Municipal de Copala, mi tierra.  Por supuesto sin  desatender la formación de sus hijos Luis Javier, Nabor Cesar, Delta, Yolanda, Amadita y Nerida, hasta verlos como profesionales en las carreras de Contador Público, Economista y Maestras las hijas. Sin duda grandes triunfos morales que hasta su fallecimiento siempre fueron su mayor orgullo.
En tercer lugar, y como parte fundamental de vida, su alto respeto a la convivencia humana principalmente con la familia a quienes siempre defendió inclusive a su padre Francisco Aparicio Bracamontes y por supuesto a sus hermanos y hermana: Nicandro, Sabino, Gabriel, Irais, Ángel, Macario y Daniel con quienes siempre compartió sus alegrías y tristezas. Mi madre significo el valor esencial de la familia no obstante que en la época que vivió la situación no fue sencilla.
Finalmente. Después de disfrutar plenamente sus 81 años de vida, hasta el día 5 de marzo del año 2006 en que parte a la eternidad, sus hijos, familiares y amistades, continuamos su obra generosa y solidaria. Apoyamos a quien lo necesita en la medida de nuestras posibilidades. También otorgamos la confianza que ella nos enseñó a quienes nos demuestran el afecto y el aprecio que ella siempre demostró.
Ahora, y en honor a su esfuerzo, la recordamos como la pieza fundamental de lo que somos. A ella debemos gran parte de nuestra historia exitosa. A ella debemos lo que hemos logrado como profesionales. Y a ella viviremos eternamente agradecidos. Muchas gracias a mi Madre por ser como fue.
Agradecimiento a los familiares y amistades que aun expresan sus muestras de solidaridad, asistiendo a las misas que se realizan en Copala, Chilpancingo y otros lugares.

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