viernes, 27 de abril de 2018

ARTÍCULO

Adultos mayores:
pisoteada dignidad
Edilberto Nava García
El jueves—19 de abril-- a media tarde, muchos fuimos testigos de un hecho patético. Un anciano que durante décadas hemos visto sano, de pronto sufrió parálisis facial. Le dio mucho coraje que los empleados del programa de adultos mayores los tuvieran ahí espera, espera y espera a la entrega de la dádiva o pensión gubernamental. Como las más de las veces, el pago de la pensión se hizo en la cancha techada, en el centro de Apango, donde insensibles empleados del programa se arro
gan importancia tal, que no les importa el estado enfermizo o de ínfima salud de los adultos mayores.
Varios son los que con verdadera necesidad se aprestan, incluso, aseándose a buena hora, para estar presentables a recibir esa ayuda, esa migaja oficial proveniente de los impuestos, del erario público y se llevan la sorpresa de que ni los nombran, pues alguna mano corrupta o simplemente maliciosa los ha eliminado de la lista de beneficiarios del programa. Al respecto, alguien trata deficientemente de explicar del porqué fulanos, zutanas y perenganas no están ya en la lista. “Es que está desactivada”, dice, supone. Y ¿quién la desactivó? Se le pregunta. Responde: quizá no se presentó a cobrar alguna vez. . . por algún error en su nombre, por no tener representante. . . suposiciones, pues.
En el caso de mi tía Maura García Iglesias, alguna mano corrupta o diabólica la desactivó durante medio año, es decir, inexplicablemente no le entregaron su pensión durante tres bimestres. Y ayer de plano, con desplante, con desvergüenza y hasta con mal disimulado cinismo, le dijeron que no le pagarán lo atrasado; que lo pasado, pasado. No dan una razón por la que “misteriosamente” estuvo desactivada medio año, cuando ninguno de sus documentos adolece de falla alguna, siempre ha estado presta al cobro de su pensión, porque además, vive a 25 metros de la referida cancha. Sin embargo, ayer reinició su pago. Empero, la voz de los insensibles empleados públicos, es para los adultos mayores una ley inmutable y nadie tiene derecho a decir lo contrario, so pena de desaparecer a más familiares. Así que ni se atreva a subir algo al internet.
Que como “ayuda” de la autoridad municipal, el programa de adultos mayores dispone de una persona que se denomina “enlace” y pide papeles para trámites o para corregirles la plana a los empleados provenientes de Sedesol. Lo lamentable es que enlaces de mente enjuta no entienden cabalmente el sentido de la colaboración institucional, por lo que se evidencia más como injerencia de la municipalidad. Injerencia, porque la instancia municipal no contribuye con un céntimo al programa, pero eso sí, gracias a esa figura organizacional del enlace contribuye a torcer los fines del programa. Fue público la forma de cómo se esfumó la anterior enlace, gracias a quien varios difuntos continuaron cobrando en las mismas penumbras del misterio.
Ayer, el adulto mayor que muy molesto le dio parálisis facial, hubo de ser llevado a su cercano domicilio para brindarle los cuidados del momento. Todo mundo vio esa desgracia que conduele, pero que a los empleados o mal llamados servidores públicos les valió un bledo; continuaron insensibles con lo suyo. Cuarenta minutos más tarde, se escuchó nuevamente el apellido del referido señor y los familiares, como Dios les dio a entender, lo trasladaron casi en hombros hacia la cancha techada para que pudiese recibir su pensión bimestral. ¿Dónde está la colaboración íngrima de la enlace? Pudo pedir esa pensión, ahí en la mesa y con dos o tres policías, si juzgare necesario, llevársela al domicilio de aquel anciano caído en desgracia física, evitando que volviera el pobre hombre a esa cancha techada en tan deplorables condiciones de salud.
Es pues, indiscutible que aun en este tiempo hay personas en la creencia de que cuanto hacen no lo mira Dios. Cuán equivocadas están, si nada escapa a la mirada penetrante del Creador y más pronto que tarde habremos de rendirle cuentas. Ahí sí, se escuchará el crujir de dientes, reza la Biblia. Por lo pronto no opto más por el silencio cómplice, que algo ha de cambiar; alguien ha de corregir el torcido sendero y las aviesas conductas. ¡Salud!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.