viernes, 28 de septiembre de 2018

ARTÍCULO

El empacho, problema
 de salud popular
César González Guerrero
Expreso mi saludo cordial a mis paisanos de la Costa Chica que experimentaron el mal del empacho y espero no olviden las tradiciones y costumbres de la Región.
Vivir en los tiempos o situaciones de pobreza o pobreza extrema, siempre ha sido una inolvidable aventura grabada para la eternidad. Los recuerdos son demasiados y ya después de todo es muy bonito recordarlos. Pero también muy lamentable, en virtud de que algunas personas de toda
s las edades murieron por la falta de atención médica.
En nuestra época, la época de los sesentas-setentas, cuando en nuestra tierra Copala, municipio de la Costa Chica del estado de Guerrero, iniciaban los trabajos de pavimentación de carreteras y construcción de vados y puentes; cuando los médicos escaseaban y encontrar un centro de salud era muy difícil, le gente moría por males no identificados. Y quienes se pudieron salvar como es nuestro caso, fue por la efectividad de la curación naturista.
Una de esas enfermedades fue denominada como empacho. Y es ese el tema que pretendo comentar en esta ocasión ya que sin duda aun existe, solo que ahora se le conoce como Infección gastrointestinal o estomacal. Por supuesto habrá Médicos especialistas que desconocen no solamente que es el empacho sino que también están en contra de las curaciones naturistas. Pero ese por ahora, no es el tema.
Este mal empezaba como una “llenura” producto de un exceso de comida: pan, queso, leche, frijol, etcétera; un síntoma de dolor de “barriga”, de “panza” o de “estómago”, como fuera significaba lo mismo, un malestar que rebasaba lo normal y lentamente se transformaba en nausea o “asco”, provocando las ganas de vomitar o “gomitar”, dolor de cabeza, mareo, un vacío o falta de apetito, y lo más difícil la urgente necesidad de ir al baño, hasta convertirse en diarrea, popularmente conocido como “chorro”.
Por ello, en los momentos de crisis del empacho nuestros padres nos decían: “eso te pasa por Jambao”, “nunca te llenas”, “no te hartas”, etcétera. Seguramente quienes vivieron nuestra época y más en algún pueblo de la Costa Chica, saben perfectamente a que me refiero. Muchos niños y niñas, lamentablemente  murieron por falta de atención médica oportuna y de calidad profesional.
A los primeros síntomas como el sentir la barriga inflamada o “aventado”, lo primero que nuestros padres hacían, más la madre, era recomendar una “purga” y  una “sobada” de “barriga” con aceite de coco, tomarse más a fuerza que por voluntad unas cucharadas de un aceite llamado “castor”, y posteriormente el modernizado aceite llamado de Recino; después el actualizado polvo de Estomaquil o la Magnesia, siempre combinado con agua de limón, o del popular refresco Yoli o Pepsi, café o té de canela. Por supuesto que era preferible el Estomaquil con Yoli o el Estomaquil con Agua de Limón que el Castor solo.
Es que la “Purga” o limpia del estomago se utilizo para despegar la “chandera” que se traía en el estomago; tomarse el aceite de resino o castor, apoyado con una “chupada” de limón o de naranja, fue siempre un martirio y  a veces motivo de una “lucha libre” y “correteadas”  por todo el patio de la casa,  ya que su terrible  olor y sabor provocaba  nausea. Y es que a pesar de la fuerte resistencia, entre “regañadas”, “riatazos”, “bejucazos”, “cintillazos”, y “agarradas” con más de una persona se dominaba al pequeño o pequeña amarrándoles los pies y manos,   “apretándole la nariz y los cachetes” hasta lograr introducir en la boca la temible cuchara repleta de aceite. Esta escena es inolvidable para la gente de mi época. Es un trauma que estoy seguro es imborrable.
Cuando la purga no funcionaba se utilizaba otro método más violento llamado “lavado” (lavativas) con su famoso “Vitoque” de regular tamaño y su respectivo “rigador” (irrigador) que contenía mínimo 2 litros de agua tibia enjabonada con jabón de olor de presencia Palmolive, cuyas funciones ya se imaginaran, de efecto rápido y muy eficiente…..Seguro alguien se acordara de sus resultados por ello omito mayores detalles.
Curar el empacho siempre fue una odisea muy  grande que el escándalo causado por el llanto (“llantería”) de los pequeños y gritos de los padres  llegaba a varios metros de distancia. Por supuesto aun no llegaban los defensores de los Derechos Humanos que, ahora defienden hasta lo que antes era normal como el uso de los “apodos” que ya son delitos llamado bulling.
Curanderas de empacho de mi tierra siempre bien recordadas son: mi madre Cohinta Guerrero Aparicio, mi abuela Amada Guerrero, nuestra vecina y tía Sostenes López más conocida como Machota, mi abuela Victoria Castañeda (Matoya), mi Tía Chela, la señora de apellido Chona, Doña Bibiana, Doña Aniana, mi tía Petra Valeria, Mapana Clemente, Doña Reyna Lara, etc. A quienes ya fallecieron honramos su memoria y quienes aun viven les ofrecemos nuestro reconocimiento. Nuestras autoridades municipales tienen pendiente reconocerles sus meritos. Esperaremos,
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Agradezco a mi tía la Profesora Lucía González Castañeda y  a mi hermana la Profesora Delta González Guerrero sus valiosas  aportaciones y comentarios.

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