viernes, 21 de septiembre de 2018

COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
 LLEGÓ EL DÍA DE SAN MATEO
-21 de septiembre de 2018-

Alberto Ruz Guevara, periodista nacido en Chilpancingo (1 de septiembre de 1928-22 de octubre de 2007) y con quien convivimos por muchos años como amigos y como reporteros de don Héctor García Cantú en el periódico que fundó don Humberto Ochoa Campos, me hizo el gran favor de platicarme muchos detalles de lo que fue nuestra ciudad capital del estado de Guerrero.
“Beto Ruz”, como con afecto y respeto todo mundo lo nombraba, era un hombre culto, amistoso, protagonista y conocedor de infinidad de anécdotas y dueño de una vida llena de aventuras que lo llevó a ser timonel en un barco que zarpó de Mazatlán, Sinaloa y fue a parar hasta Hong Kong donde se quedó a vivir unos años, habiendo regresado a Panamá de donde viajó por tierra a México, recorriendo Centro América, a par
tir de Panamá hasta el Suchiate.
Fue hijo del combativo periodista yucateco Alberto Ruz Quijano (“Mefistófeles”) y de la prestigiada artista (pianista) chilpancingueña doña Isabel Guevara Catalán, “Chabelita Guevara” quien fue alumna de Manuel M. Ponce y gran amiga de Margarito Damián Vargas. Beto casó con Avelina Landín (“pero eso no lo pongas”, me decía), hermana de María Luisa, quien internacionalmente popularizó la canción “Amor Perdido” (“si como dicen es cierto que vives dichosa sin mí”) y fue pionero, en apoyo del profesor Arturo Cervantes Delgado, en la televisión en Guerrero.
Pues, ese gran “Beto Ruz” me decía que el ombligo de Chilpancingo, el punto exacto donde inician los barrios se localiza en la esquina donde comienzan las calles (al Este) 16 de septiembre; (al Norte), Abasolo; (al Poniente) Bravo y (al Sur) Altamirano.
Allí funcionaba la Botica “La Central”, propiedad de la familia Villalva Ruiz, que ahora es una tienda “Oxxo”. Y en la esquina, sobre la banqueta estaba hace muchos años plantada una mohonera que indicaba el imaginario paso de un paralelo, y abajo, enterrada, una bota de cobre que contiene algunos documentos sobre la historia de Chilpancingo.
Si respetamos la separación que en ese sentido trazaron los viejos habitantes de nuestra ciudad, encontraremos que la calle 16 de septiembre separa a dos barrios de Chilpancingo: San Mateo y San Antonio. La calle Altamirano separa o divide a San Antonio con San Francisco. La calle de Bravo separa al barrio de San Francisco con Santa Cruz, y finalmente la calle de Abasolo separa los barrios de Santa Cruz con San Mateo.
Así las cosas, y tomándose en cuenta los festejos anuales de esos nuestros cuatro (4) barrios, vemos que la primera celebración en el año corresponde al 3 de mayo, día de La santa Cruz; el 12 de junio, San Antonio; el 21 de septiembre a San Mateo y el 4 de octubre a San Francisco.
Se supone que estos cuatro barrios que conformaban la ciudad (porque Chilpancingo no tenía colonias…. y ahora hasta “Colonia Centro” hay, que es una estupidez reforzando un barbarismo) fueron trazados así, y –se supone también- que a sugerencia de la representación de la iglesia católica, los vecinos de los barrios distribuyeron sus espacios geográficos, otorgándoles el nombre de tres personajes (apóstol y evangelista Mateo; predicador portugués san Antonio, que murió en Padua, Italia, y San Francisco –“el francesito”, de Asís) y una conmemoración a la santa Cruz, sumando así los cuatro barrios principales y hasta ¡2004!, únicos de Chilpancingo.
NO HAY QUINTO MALO
Para crear, edificar, consolidar y aumentar el número de barrios para Chilpancingo, ya no intervino la santa madre iglesia católica apostólica y romana, sino que se creó (¿?) por parte del ayuntamiento de Chilpancingo, el jueves -¡Día de Verde!- 14 de octubre de 2004, el barrio de Tequicorral.
Por medio de un boletín difundido por la dirección de Comunicación Social del ayuntamiento que presidía el médico Saúl Alarcón Abarca, se dio a conocer que en el segundo punto de la Orden del Día, en la sesión de Cabildo celebrada el jueves 14 de octubre de 2004 “se abordó la solicitud que enviaron los representantes de los barrios tradicionales de Chilpancingo –sin especificar quiénes son o fueron esos ‘representantes’- para que los ediles otorgaran el reconocimiento como barrio a Tequicorral, ya que ha sido un lugar de asentamiento humano de muchos años de tradición, por lo que solicitaron se analizara la posibilidad de emitir el Decreto para que se le otorgara el título, el cual fue aprobado”, según reza el boletín histórico.
Debemos comentar que los viejos paisanos afirmaban que, como barrio de Chilpancingo, Tequicorral fue el primero que se tuvo, antes de la llegada de los españoles, y por ende, sin santo que celebrar, a no ser que a Ehécatl, que no era santo sino el “dios del viento”, a quien los yopes, primeros habitantes del valle de Chilpancingo (“Cerrito Rico”) hayan reverenciado.
Tequicorral, ¡El Quinto Barrio!, después de 12 largos años de haberse erigido, a diferencia de los cuatro primeros barrios de Chilpancingo cuya antigüedad se remonta a más de 400 años, se sigue llamando “Barrio de Tequicorral” y no “Barrio de La Natividad”, que obligadamente (por los muchos años de “tradición”, según dictó el Cabildo) debe llamársele así. Y no puede ser barrio ningún sector de población, afirman los que saben de estas entretelas, cuando en un barrio existen colonias en su interior y… Tequicorral suma varias colonias en sus entrañas: “Universal”, “Hidrometría de la CFE”… por ejemplo.
Porque, si los demás barrios son conocidos y populares por un santo que los identifica, a Tequicorral le impusieron –no la iglesia, que conste- a la santísima virgen de La Natividad.
Al respecto, el admirado periodista don José Filemón Estrada y Carreño (qepd), cita en su libro “Imágenes Milagrosas de Guerrero” que “ya la Natividad era venerada en Tixtla por los frailes agustinos, aunque, sabido es que cada 8 de septiembre celebraban a Nuestra Señora de Covadonga, con vísperas, maitines y misa cantada reverenciada desde el siglo VIII, en un pueblecito de Oviedo, cerca del caudaloso río Deva, España, bajo el cuidado directo de los canónigos regulares de San Agustín, desde 1635”.
Así que, explicado el por qué hay cinco y no cuatro barrios en Chilpancingo de Los Bravos, pasemos al
BARRIO DE SAN MATEO Y SU FESTEJO
De dar a conocer quién fue Mateo, como el Videgaray de “en aquel tiempo”, o como apóstol, o en su postura como evangelista y como santo, de eso se encargan los curitas chocolateros, que para eso les pagan y para eso estudiaron. Y no hay fecha más propicia que esta para que desquiten el sueldo, o las “limosnitas”, si se quiere.
El popular barrio de san Mateo viste sus mejores galas cada 21 de septiembre, al festejarse al santo patrón.
La fiesta comienza desde un día antes por la tarde cuando en el centro de la ciudad, al pie de la ahora catedral de la Asunción se dan cita vecinos de los demás barrios quienes, acompañados de sus danzas, su pendón, sus flores y sus madrinas, de confeti y de mucha alegría se aprestan a llevar los cuatro barrios a san Mateo, “la cuelga”.
A iniciativa del canónigo don Agustín M. Díaz, los primeros barrios que se unieron (porque siempre traían un pleitazo absurdo de “celos” por las guapas muchachas chilpanchingonas de cada barrio) fueron san Antonio con san Mateo.
Don Salomón Peralta Organista, don Teófanes Organista y don Mariano Alcaraz de san Mateo se reunieron con don Bernardo Aguilar, de san Antonio, platicaron del tema de los pleitos y las piedrizas (porque había mucho tecorral: ¡Pura arma Azteca!) y acudieron al padre Agustín, encargado de la Asunción. Y él, como se decía hace años, fue el que “unió a los barrios”.
En la celebración de cada festejo, más se afianzaban los lazos de amistad entre los chilpancingueños, y la única disputa que se hacía y continúa es en “El porrazo de tigres”.
Hay que esperar todo un largo año para que llegado el término del Pendón (o lo que queda de él) se enfrenten los tigres de cada barrio y ahí se ve de qué cueros salen más correas. O de que molcajete salta mejor el chile… o el jitomate.
La muy respetable señora doña María de Jesús Peralta Alday (“Alday de los aldayses”, dice ella), hija de don Salomón Peralta echó su cartas evocadoras al vuelo recordando cuando era una niña y veía a su papá, don Salomón, que en el curso del año, antes del 21 de septiembre iba comprando marranos para engordarlos, gallinas, leña, maíz para el pozole, etcétera y que llegado el día 21 de septiembre, ya convocadas las molenderas vecinas del barrio, se organizaban unos comelitones para toda la gente que acudía al festejo de San Mateo.
Don Salomón ponía de su bolsillo todos los gastos, pero había vecinos como don Mariano Alcaraz, propietario de unos molinos para nixtamal, o el mismo Teófanes Organista, que era sastre, y de otros muchos queridos vecinos que no se quedaban con los brazos cruzados. Humildes, pero aportaban para el festejo todo cuanto más podían. Y en la noche de la víspera y en la madrugada ya estaba el pozole sirviéndose en grandes cazuelas con cucharas de sotol y el mezcal servido en carrizos en los patios de la casa de don Salomón, quien vendía aguas frescas y refrescos en el mercado, pero con el ahorro que iba haciendo todo el año tenía para dar y prestar con todo su corazón a sus paisanos y así festejar al santo patrón. En ese entonces no había cura párroco en ningún barrio. Sólo en la Asunción.
Dice doña Chuy que “mi papá salía en la danza de los “Santiagos” y era célebre su frase que quedó para la historia, cuando tenía que decir su parlamento: “¡Ora sapos y colembras y todo animal que vole”…. Tiempos idos, bonitos. Tiempos del barrio de Luz y Alegría… ¡Tiempos de Chilpancingo…!
Y, para concluir, no podemos pasar por alto que en el barrio o el bordo, como también se le dice, nacieron grandes, pero bien grandes hombres y mujeres: El célebre y celebrado científico Roberto Arroyo Matus, por ejemplo. El primer astronauta mexicano, Rodolfo Neri Vela.
No acabaríamos de citar a muy queridas familias que han engrandecido y prestigiado a Chilpancingo con sus acciones.
Ahí fueron curas célebres dignatarios de la iglesia: Don Humberto Osorio Refino y don Oswaldo Gómez Sandoval. Ahí nació el gran compositor David Adame Nava y su trío “Chilpantzin”.
Ahí nació la Feria de San Mateo y ahí está una estatua dedicada a don Rubén Mora Gutiérrez y una al Porrazo de Tigres: ¡El origen!, de don Salvador López Cuenca, nomás porque en san Mateo nació la tradición más querida de Chilpancingo.
Y allí, frente a la iglesia, cuando sólo había dos casitas de chinancli con techo de palma, nacieron mi padre y sus hermanos, ahí y en la calle Doctor Liceaga vivieron mis abuelos, había un patio con dos árboles de guaje, recuerda don Rogelio Muñiz Tapia, uno para el consumo familiar y el otro para la venta. Más jodido no se podía estar…En san Mateo han nacido grandes futbolistas, y profesionistas en general, y ahí, don Chencho Garzón, ese gran emprendedor de lo bueno y de lo mejor quien primero fue presidente de Mejoras Materiales, y quien trajo al jardín del barrio en diciembre el popular programa de la XEW: “Así es mi tierra”….
¿Y dónde un agradecimiento? Vino el locutor de la “W” Luis Ignacio Santibáñez. Casi nada. Y después don Ausencio Garzón Chávez, fue presidente municipal de Chilpancingo. ¡El sí, chilpanchingón, aunque nació en Ayutla!
Y ahí nació y ahí tiene su domicilio el actual presidente municipal de Chilpancingo, Marco Leyva, ¡Orgullo del Barrio de San Mateo!, cuidando su residencia la gendarmería municipal.
Ahí tienen sus academias de éxito mundial Juan Carranza y su esposa Conchita Bello, Qué bella, para ejercitar a su internacional compañía de Danza “Xochicalli”, y ahí tiene su academia de guitarra “Antonio Bribiesca” el “Orgullo de Buena Vista de Cuéllar y sus alrededores”, el ilustre y querido maestro Martín Ocampo Uribe….
Y ahí se localizan los talleres y oficinas del periódico “¨Vértice”, y ahí está la Biblioteca del estado, la Preparatoria 33 y el grupo de AA: “Tercera Tradición”…¡Ahí está el SUSPEG!,
Y en el jardín y sus calles quedan muchos recuerdos de juventud, de serenatas, de noviazgos y de música… Ahí está de fiesta san Mateo, con el busto del bardo cuautepeco Rubén Mora Gutiérrez… y su jardín y su quiosco y el recuerdo de muchos con la novia del colegio…y los primeros besos de Amor...
Ahí las escuelas “Himno” y la “Lauro”… Nada falta: Hasta canal de televisión local hay desde hace muchos años con mis grandes amigos Martín Martínez Olvera y su linda e inteligentísima esposa, Isabelita Ortega Morales…
San Mateo, cuna de la primera pozolería en forma y formal que estableció en 1921 la tradición del pozole los miércols, jueves, sábados y domingos, con “doña Jose”, señora doña Josefina Santos Alonso al frente.
Y, vagan, giran y se van... y regresan frescos los gratos recuerdos de Doña Luisa Memije y de don Mundo Morales “el Chaparrito”, los queridos padres de Nalo Morales Memije, excelente futbolista.
Y muy sublime remembranza de don José Contreras y mi tía Luchi… ¡Uy!…de Pepe Castañon y su Feria de Chilpancingo, cancionononón….
Y la inolvidable “Puerta del Sol”, del gran Luis Santos y la rifa de pollos (¡suegro, suegro, suegro!) y el “strick” de hielo contra los árboles de zapote en su patio para que los clientes llegaran…Y del Tío Fanés Ortega Jorge….
¡Cuánto recuerdo hermoso de un Chilpancingo que quisiéramos resucitar, pero… ya no se pudo; sólo hay que recordar… hasta donde la cuerda ajuste, porque…
¡Recordar es volver a vivir!

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