miércoles, 14 de noviembre de 2018

ARTÍCULO

La Escuela Cotidiana
Efraín Flores Maldonado*
En 1994, Elsie Rockwell, distinguida miembro del Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional en México, coordinó y publicó una interesante obra con el título del presente artículo. El texto contiene una investigación suya y la de 6 investigadores más, sobre la educación básica, específicamente sobre las experiencias diarias que se viven en las escuelas en México. Se logró en fotografía y radiogr
afía, atrapar lo cotidiano de los procesos de la vida escolar, constitutivos de apropiación de conocimiento y cultura, pero también de elementos inductivos de la reproducción social. El texto refleja la diversidad de estructuras y contenidos de la comunidad escolar en la que maestros, alumnos, padres de familia y contexto social, dibujan y accionan el horizonte cultural de cada localidad donde las escuelas funcionan. Del estudio emergen experiencias y practicas escolares heterogéneas que, exponen, indagan, explican y transforman la construcción real del conocimiento y sus aprendizajes. Texto y contexto escolar, sintetizan la experiencia de enseñar y el logro de calidad del conocimiento aprendido. En la escuela cotidiana suceden relaciones diferenciadas y practicas institucionales que desglosan el currículo oficial aplicable normativamente. En el silencio y en el estruendo, hay negociaciones legitimas de los intereses concurrentes, coincidentes y opuestos que, al depurarse marcan ruta de acción. La escuela cotidiana opera mediante alianzas y acuerdos que la definen social e históricamente. Así acciona su operación diaria. En la cúspide, las estructuras directivas cupulares marcan rumbos y normas, pero son los maestros los que construyen la educación en las aulas. Ser maestro implica competencias actualizadas de manera permanente, porque solo así se dibujan como promotores del cambio. Docencia y enseñanza se definen por su calidad, la que en ocasiones produce y reproduce la ideología estatal dominante, pero también genera, sin proponérselo disidencias y oposiciones. En la realidad, no existe homogeneidad en la función de los maestros y ahí reside su riqueza critica y evolutiva. Tampoco es homogéneo el ritmo de aprendizaje de los estudiantes, ni sus complacencias y rebeldías.  En la escuela cotidiana existe acción, reacción y creación; hay expectación, silencios y miradas que se traducen en aprobación o desacuerdo. En la escuela cotidiana, los contenidos académicos se obsequian como verdaderos, como los autorizados, pero eso no los libera de ser ubicados como preponderantes o simplemente complementarios. En la escuela cotidiana, el maestro eficiente debe poder explicar un conocimiento de distintas maneras. En la vida escolar real, es donde se provoca la distancia que hay entre un currículo propuesto y el currículo real y vivido, producto de una crítica interacción colectiva entre alumnos y docentes. En una visión justa y esperanzada, la escuela y el aula deben ser el espacio ideal de libertad, donde el maestro y sus alumnos deben seleccionar y ordenar los contenidos del texto obligatorio, provocando atrevidas interpretaciones y selecciones consideradas prioritarias. El alumno debe consolidarse como el centro del proceso educativo, anticipando y precipitando las temáticas obligadas para adecuarse a sus intereses y a los ritmos en que se detona su competencia de aprendizaje. La escuela cotidiana vive una profunda crisis, reflejada en su falta de calidad y en su creciente ingobernabilidad. Eso y más dice Elsie Rockwell. *Doctor en Ciencias de la Educación.

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