viernes, 22 de febrero de 2019

ARTÍCULO CON FOTOS

Coyolxauhqui
Daniel Reyes
El día de ayer, se conmemoraron 41 años de unos de los descubrimientos más relevantes de la década de los setentas, fue el hallazgo del monolito de  Coyolxauhqui, la Diosa de la Luna, al pie de las escaleras del templo Mayor de la Ciudad de México. Durante los trabajos de la compañía de Luz y Fuerza, aún de  madrugada y antes de que la Luna desapareciera,  fue encontrada una roca de dimensiones colosales de 3.25 metros de diámetro y un peso de 8 toneladas, el 21 de febrero de 1978.
El presidente en turno José López Portillo, asombrado por su misterioso simbolismo, pues tenía amor por esta cultura,  ordenó que se derrumbasen los viejos edificios coloniales, con la finalidad de conocer más sobre los aztecas y fue así,  como se encontró el Templo Mayor y su monolito portentoso.
A continuación, les compartimos el mito de la Diosa, tomado del Códice Florentino, traducido por el Dr. Miguel León Portilla
Mucho honraban los Mexicas a Huitzilopochtli; sabían origen, su principio fue de esa manera: En Coatepec, por el rumbo de Tula, había estado viviendo, allí habitaban una mujer de nombre Coatlicue. Era madre de los 400 Surianos y de una hermana de éstos de nombre Coyolxauhqui.
Y esta Coatlicue allí hacía penitencia, barría, tenía a su cargo el barrer, así hacía penitencia, en Coatepec, la Montaña de la Serpiente, y una vez, cuando barría Coatlicue, sobre ella bajó un plumaje, como una bola de plumas finas. En seguida lo recogió Coatlicue, lo colocó en su seno. Cuando terminó de barrer,
buscó la pluma, que había colocado en su seno. Pero nada vio allí. En ese momento Coatlicue quedó encinta.
Posteriormente, mació Huitzilopochtli, se vistió sus atavíos, su escudo de plumas de águila, sus dardos, su lanzadardos azul, el llamado lanzadardos de turquesa. Se pintó su rostro con franjas diagonales, con el color llamado “pint
ura de niño”. Sobre su cabeza colocó plumas finas, se puso sus orejeras.
Y uno de sus pies, el izquierdo, era delgado, llevaba una sandalia cubierta de plumas, y sus dos piernas y sus dos brazos ‘os llevaba pintados de azul. Puso fuego a la serpiente hecha de teas llamadas Xiuhcóatl, que obedecía a Huitzilopochtli. Luego con ella hirió a Coyolxauqui, le cortó la cabeza, la cual vino a quedar abandonada, en la ladera de Coatépetl, montaña de la serpiente.
El cuerpo de Coyolxauhqui fue rodando hacia abajo, cayó hecho pedazos, por diversas partes cayeron sus manos, sus piernas, su cuerpo. Entonces Huitzilopochtli se irguió, persiguió a los 400 Surianos, los fue acosando, los hizo dispersarse desde la cumbre de Coatépetl, la montaña de la culebra.
Y este es el mito, que de manera resumida les compartimos, un relato que habla sobre la eterna lucha de la luz sobre la oscuridad, que de manera metafórica, podemos relacionarlo con nosotros y los valores que llevamos por dentro.

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