viernes, 15 de febrero de 2019

ARTÍCULO

Ciruelares en Apango
Edilberto Nava García
Queda claro que no es lo mismo deciruelita que decir abuelita; deciruelito, decirgüelito que abuelito. Pero tampoco como en Zumpango, el vecino municipio, donde están en la creencia que “pan huele” tan profuso en su Feria de la Candelaria ya está debidamente castellanizado.
La entrada anterior es ocurrencia. Es que hoy al retornar de por el rumbo de la secundaria técnica (que no tiene nada de técnica y menos de agropecuaria) me percaté que donde era solar de doña Sofía Díaz González, cuenta aún con varios ciruelos. Es la esquina de la calle Narciso Mendoza e Hida
lgo, en la orilla sur del pueblo. Ahí está brotando el fruto en todas sus ramas deshojadas. Ahora dicho predio lo han heredado dos de sus hijas, doña Cristina Camacho Díaz y María de los mismos apellidos. El predio y sus ciruelos me hicieron recordar que donde hoy se ubica la escuela Federico Encarnación Astudillo, cerca del puente, había dos predios con más de diez ciruelos. Muchos niños, así como jovencitas y jovencitos en plena pubertad, iban a jugar ahí, trepándose en tales árboles de corteza cenicienta y lisa, por más que se mirara corrugada. Ello, cuando en dichos predios se les consideraba calmilme o tierras de cultivo de casa o de orilla.
Recuerdo también que en aquellos ya lejanos ayeres, las familias acostumbraban degustar la salsa hecha a base de ciruela sin sazonar y variado picante. Viendo esos rostros mostrando alegría lo mismo en el almuerzo que en la cena saboreando esa salsa, un día le pregunté a mi abuelita Laura Iglesias Inés, porqué habiendo ciruelas (cimarronas les decían) en muchas casas comían esa salsa y a veces muy picosa. Sonriente me platicó que las personas que comían esas ciruelas, piñuelas y toronjas no engordaban; se conservaban cualtetzitzime, es decir, esbeltas, bonitas.
Ahora me pregunto, si no supimos captar esa sabiduría antigua, porque es posible que quienes se consideran pasaditos de peso específico, si comen esas salsas de ciruela, esas piñuelas y las toronjas sin tanta sal, limpiarán su sangre y eliminarán la grasa sobrante de sus físicos. Nada por el comercial, aunque no vendo ni produzco ciruelas ni piñuelas ni toronjas, pero informo que hubo antes otros ciruelares en Apango. En el predio posterior a la familia Ríos Miranda, de entre las calles de Juárez y Álvarez, así como en la parte sur de esos predios que hoy ocupa la primeria ubicada junto al puente que, en su tiempo fue de doña Guadalupe Inés, hace treinta años eran de mi tía Juanita Iglesias y precisamente de mi abuelita Laura de los mismos apellidos. También los había en el amplio predio de don León Alonso, al oriente de la calle Mina y lindando dicho predio con el cerrito del depósito del agua, En mis tiempos de chivero, miré en nuestro ex vergel, llamado “Los Corrales”, muchos ciruelos y, algunos otros en los carriles de las tierras cultivables del llano y en algunos montecillos
Respecto del “pan huele” semeja expresión de la etnia popoloca, ya desaparecida, pero no lo es. Pan en nahua se dice tlaxcalli. Huele, deformación del adjetivo huelic, cuya traducción es sabroso. Es todo

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