martes, 4 de junio de 2019

COLUMNA

Carpeta Política
Tino Gatica
Extorsiones telefónicas: otro efecto de la inseguridad para el comercio y negocios
Es una lástima que nuestras autoridades policiacas de los tres niveles de gobierno no den pie con bola en el combate a la inseguridad; es comprensible porque esta transición de un gobierno federal que se ufana de corte “izquierdista” encabezado por Andrés Manuel López Obrador no tiene el menor interés en “puentear” con los gobiernos estatales que no comulgan con él, además de que son de su “establo” los deja que se rasquen las uñas como puedan; ni qué decir de los municipios en donde no ganó su partido (Movimiento de Regeneración Nacional). En el caso de la ciudad capit
al, una situación de extorsiones telefónicas está afectando el desarrollo, creación y hasta convivencia de unos propietarios con sus pares, abatiendo el consumo, compra-venta o intercambio de diversos servicios y productos. Esto ocurre en un Estado mexicano (en toda la extensión del concepto) sumido en la incertidumbre, con una administración que constriñe los recursos de programas federales, condicionando a ajustarse a los servidores públicos a una situación singular. Y en esta parálisis de los recursos financieros es que en materia de seguridad pública ya se tiene el diseño de lo que será la Guardia Nacional, que se estará echando a andar por etapas. Sin embargo en ese ínter, siguen cometiéndose delitos que son poco probables que se castigue a sus perpetradores, como lo es la extorsión telefónica que si bien fue una constante durante mucho tiempo, había una relativa sensación de que se le atacaba. Ahora no ocurre lo mismo, pues se considera de escasa importancia su inhibición. Me lastima bastante, lo digo con sinceridad, que gente a la que he conocido, en el ámbito del comercio y de la venta de servicios tenga que dar pésima atención para empezar a ahuyentar a los extorsionadores que por vía telefónica les piden dinero a cambio de no chingarle a un familiar. Sé de muchas groserías, pero no forman parte de mi uso cotidiano en mi lenguaje, aunque cuando las personas afectadas me empiezan a decir cómo les exigen dinero para no matarlos o quemarles sus negocios sí me encorajina, pero me siento muy impotente de no poder hacer nada. Una denuncia anónima tiene que hacerse con mucha estrategia, porque no se tiene asegurado que no estén intervenidas las líneas telefónicas o que algún infiltrado no ponga el dedo en el denunciante. Ya es un asunto común entre el comercio que se vean cambio o traspaso de negocios a otros giros, que no es otra manera más de darle la vuelta a los extorsionadores. Lo cual es indicio de que es malo porque se cierra una fuente de trabajo, se obliga al propietario a buscar otro oficio, se pierden otros beneficios, se ocasiona que del desempleo los ex trabajadores tengan que caer en otras garras de la delincuencia en sus diversas modalidades, convirtiéndose todo en un círculo defectuoso. Así es el tiempo que nos toca vivir. (Comentarios:dacnificados@outlook.es).

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