martes, 16 de julio de 2019

ARTÍCULO

Antonio Banderas
en Chilpancingo
Apolinar Castrejón Marino
Cuando vamos a un restaurante porque queremos comer, según la parafernalia nacional, nos dan la “carta” para que escojamos algo que nos agrade, para satisfacer nuestro apetito.
Pero, con este acto aparentemente inocuo, nos están indicando que nuestros deseos, o nuestro antojo, no importan nada al dueño o administrador del negocio: tenemos que escoger algo que ya tiene preparado, algo que él quiere que comamos, algo que él quiere vendernos.
Igualmente, cuando acudimos a una tienda departamental, con la intención de surtirnos de algo que nos falte en el hogar, regularmente nos topamos con “islas” de mercancías cuidadosamente acomodadas en los lugares más transitados.
Esas pilas de artículos siempre tienen grandes anuncios, en los cuales nos argumentan su bajo precio, su gran utilidad y calidad, y hasta que están de moda. Hermosas edecanes, vestidas con pulcri
tud, ofrecen muestras gratis, hacen demostraciones, y están prestas para hablar a los clientes, de los beneficios de tal o cual producto.
Las características generales de la mercancía, pueden ser verdaderas… o no. Lo importante es que el cliente se sienta bien atendido, y por ese solo hecho haga su compra, de cosas que no necesite, aunque no le agraden, y aunque no tenga dinero. ¿Qué pasa con la libertad?
Pues como nunca hemos sido libres, no sabemos identificarla. Ser libre no es posible, porque la libertad es perfecta. Supone una cierta visión de las cosas, y encierra la posibilidad mínima de darle un sentido al mundo. Pero el mundo ya tiene un sentido desde los orígenes de la sociedad… y de las leyes.
Buscarle un sentido distinto nos pone en riesgo de ser eliminados como enemigos de la historia, y de la revolución. Tal es la solemne realidad: La libertad es una empresa autodestructiva.
Asì, los gobiernos hacen lo que les viene en gana, a pesar de la oposición  de los ciudadanos, y a pesar de haber quedado demostrado a través de la historia y del sentido común, lo fallido de sus acciones:
El gobierno minimiza la delincuencia, cuando dice que no hay delincuencia organizada, sólo pandillas que se disputan las plazas y se matan a balazos. Como quien dice, es normal, y que se sigan matando.
Por otro lado, el gobernador debería dejar de hacer tantas giras innecesarias, porque representan un alto costo para un estado pobre. Y porque la gente está positivamente convencida que el verdadero motivo de esas giras “de trabajo” en realidad tienen la intención de promover su imagen.
La imagen que el gobernador presenta a través de los medios de comunicación es completamente falsa: un político que escucha a la gente, que resuelve problemas, y que es testigo de la realización de las obras  públicas.
Aunque el culto a la personalidad no está configurado como delito, los ciudadanos están en contra de este dispendio, y del clima festivo y de auto homenajes que se paga el gobernador, con nuestros impuestos.
Aunque no tienen conocimiento de estadísticas y sondeos, la gente ha encontrado una relación directa entre los pobladores que “reciben” al Presidente en las colonias, y los que consiguen trabajo en el Ayuntamiento.
Y como no encuentra eco a sus protestas, la gente se desquita haciendo burla del gobernador y su “actividad política”. Le han endilgado el mote de Héctor Antonio Banderas; porque todo el tiempo anda posando con su banderita para las fotografías.
Esperamos que usted se dé cuenta -a tiempo- que la esclavitud aumenta considerablemente, cuando se le da la apariencia de libertad.

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