sábado, 10 de agosto de 2019

NOTA

Air Canada: Experiencia
aterradora, dice la mujer
Tiffani Adams describe así lo que vivió la noche del domingo 9 de junio cuando despertó sola al interior de un avión Air Canada que, totalmente a oscuras, estaba estacionado en el aeropuerto de Toronto Pearson, en Canadá.
A través de su cuenta de Facebook, la mujer explicó que se quedó dormida mientras volaba de Quebec a Toronto.
Y asegura que cuando se despertó cerca de la medianoche tenía mucho frío y todav
ía estaba “atrapada” en su asiento, con el avión en “completa oscuridad”.
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Adams denuncia que ha experimentado recurrentes “terrores nocturnos” desde el incidente.
La compañía Air Canada -a la que la mujer acusa de haberla “dejado sola” mientras dormía- confirmó el incidente y aseguró estar investigando el caso.
¿Cómo logró salir del avión?
Cuando Adams despertó, consiguió llamar a su amiga Deanna Dale para explicarle su situación.
Esto, solo minutos antes de que se le apagara su celular pues no le quedaba batería y, como el avión estaba detenido, no había energía para cargarlo.
Su amiga logró llamar al aeropuerto y les contó el paradero de la mujer.
Pero antes de que llegaran a ayudarla -y mientras seguía a bordo-, Adams localizó una linterna en la cabina del avión e intentó llamar la atención.
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Un operador de equipaje la encontró. Según Adams, el hombre estaba “en shock“.
De acuerdo con la versión de la mujer, tras ser encontrada, el personal de Air Canada le ofreció una limusina y un hotel. Ella, sin embargo, se habría negado porque quería regresar a casa lo más rápido posible.
Adams agregó que representantes de Air Canada la han llamado en dos ocasiones como parte de la investigación y para disculparse.
“La balsa del sexo”, uno de los experimentos más extraños realizado en México.
Tras un secuestro inesperado que vivió el hispano-mexicano Santiago Genovés, doctor en Antropología graduado la Universidad de Cambridge británica, profesor de la Universidad Autónoma de México y una de las eminencias mundiales en Antropología física, en medio de un vuelo de Monterrey a México, se inspiro a estudiar el comportamiento humano poniendo en práctica uno de los experimentos más extraños en la historia, publicó la BBC Mundo.
Aunado a eso, la conclusión a la que llegó después de varios viajes por el mar fue que no hay mejor laboratorio para estudiar el comportamiento humano que un grupo flotando en alta mar.
Así que para poner en marcha su plan, mandó a hacer una barca de 12x7 metros con una pequeña vela. La cabina era de 4x3,7 metros de largo, “justo el espacio para el cuerpo de cada uno, acostado. No se puede estar de pie”, escribió la Revista de la Universidad de México (1974).
A la balsa que nombró Acali, que en lengua náhuatl significa “la casa en el agua”, contaba con la ducha  y el inodoro al aire libre a plena vista de sus compañeros de tripulación.
En ella se embarcaron 10 personas durante un viaje que duraría 101 días, sin motor, ni electricidad, “ni barcos que la vayan siguiendo, ni vuelta atrás”.
Para esto eligió a 4 hombres y 6 mujeres, solo 4 de ellos solteros y casi todos con hijos, de diferentes nacionalidades, religiones y contextos sociales, seleccionados “para crear tensiones en el grupo”.
A las mujeres decidió darles los roles importantes, dejando para los hombres las tareas insignificantes.
El 13 de mayo de 1973, la balsa Acali fue arrastrada hacia mar abierto desde de Las Palmas, en las islas Canarias, hasta quedar suelta como una isla flotando perezosamente hacia su destino: la isla mexicana de Cozumel.
A pesar de no tener las cámaras que años después mostrarían todos los detalles de situaciones similares en reality shows, los medios aprovecharon para crear historias con titulares como “Las orgías en la balsa del amor”, artículos como “El secreto de la balsa de amor”, que hablaba de un supuesto código radial secreto de SOS por si había problemas en la “balsa de la pasión”, y hasta un escrito dedicado al hecho de que el capitán usaba un bikini, hicieron que el proyecto de Genovés se empezara a conocer como “la balsa del sexo”.
Y aunque la realidad a bordo no era como la pintaban los diarios, las relaciones sexuales estaban muy presentes en el menú de experimentos preparado por el antropólogo.
Estudios científicos con simios han demostrado que hay una conexión entre la violencia y la sexualidad, donde la mayoría de los conflictos entre machos son consecuencia de la disponibilidad de las hembras que están ovulando. Para verificar si es igual entre los humanos, he seleccionado a participantes que son sexualmente atractivos. Y como el sexo está ligado a la culpa y a la vergüenza, dispuse entre ellos a Bernardo, un cura católico de Angola, para ver qué pasa.
En la balsa, aunque varios miembros de la tripulación tuvieron relaciones sexuales, ese aspecto de la conducta humana no generó tensiones u hostilidades que valiera la pena recalcar, a menos quizás de que se tenga en cuenta la incomodidad que sintieron los integrantes al descubrir, al final del viaje, la narrativa lasciva de los tabloides sobre la expedición.
Tras 51 días de convivencia, Genovés, frustrado, se percató que, “nadie parece recordar que estamos aquí tratando de hallar una respuesta a la pregunta más importante de nuestra época: ¿Podemos vivir sin guerras?”.
Lo que le tomó más tiempo darse cuenta fue que sus métodos efectivamente estaban logrando su objetivo: causar irritación, provocar animosidad y despertar agresividad. Solo que, sorprendentemente, no como había sido planeado.
Me di cuenta de que el único que había mostrado algún tipo de agresión o violencia en la balsa había sido yo.
No solo eso, también había sido el único blanco de los sentimientos oscuros de los demás, pues tiempo después, algunos miembros de la tripulación de Acali confirmaron que habían fantaseado hasta con lo peor: “asesinato”.
Cuando el Acali llegó a México, todos los que estaban a bordo, incluyendo a Genovés, fueron aislados durante una semana, y sometidos a una serie de pruebas por psiquiatras, psicólogos y médicos.
El antropólogo tuvo momentos difíciles durante las pruebas y, más tarde, con las críticas que se le hicieron al experimento, pero siguió adelante con su prestigiosa carrera como antropólogo físico, con sus aventuras flotantes, más tarde navegó solo “para conocerse a sí mismo”.
Para los “conejillos de indias”, el viaje empezó y terminó como una aventura, aunque vivieron algunos momentos difíciles, no hubo discordia en el grupo sino todo lo contrario: entre ellos se formó un vínculo que aún se mantiene.(animalpolitico.com).

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