martes, 24 de septiembre de 2019

ARTÍCULO

Asesinato en el PRI
Apolinar Castrejón Marino
El 28 de septiembre de 1994, fue asesinado el político priísta José Francisco Ruiz Massieu, en la Ciudad de México.
A los 48 años de edad, acabaron sus planes de grandeza, su trayectoria de poder, y su fama de visionario de la política.
Era Secretario General del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y tenía asegurada la coordinación de la bancada priísta en la cámara de diputados. Era un político “macisero” y ese día, participó en un desayuno con 180 diputados de su partido, en el hotel Casa Blanca, en las inmediaciones de Pas
eo de la Reforma.
A las 9:22, salió solo del hotel, y como no le gustaba que otro manejara su automóvil Buick Céntury plateado, ordenó a su chofer Juan Cabrera que se fuera en el coche de Roberto Ángel. En tono molesto, le dijo a Heriberto Galindo que si quería irse con él, se pasara al asiento trasero.
Con su conocida prepotencia, tenía más seguridad que el Presidente Ernesto Zedillo, pero en ese momento quedó rodeado de agentes, pero indefenso ante la muerte. Un individuo se acercó a la portezuela izquierda. Sacando una subametralladora Intratec de 9 milímetros, le asestó un disparo.
Muchos diputados con que se había reunido corrieron a ver en que ayudaban. El herido fue sacado de su automóvil y trasladado de emergencia al hospital español, donde fue ingresado a las 10:06. 24 minutos después fue declarado muerto. El policía bancario José Rodríguez Moreno, encañonó al asesino con un rifle M-1 frente a la sucursal de Banca Cremi. Dijo que su nombre era José Roberto Ortega. 
Con los ojos abiertos, Ruiz Massieu vio venir la muerte. La bala expansiva penetró por su cuello, rompiendo la carótida, la yugular, la aorta y la vena cava.
A cada latido, el corazón bombeaba mucha sangre, que se desparramaba por el tórax, a los pulmones y llenaba los bronquios. El corazón latía a toda velocidad, bombeando más sangre, y el cuerpo se sacudía en estertores. Y Ruiz Massieu entregó su atormentada alma.
Por la tarde, los comunicados de la PGR informaron que el detenido no se llamaba José Roberto Ortega, sino Héctor Reséndiz, y era originario de Acapulco. En los círculos políticos se desató la especulación. Mientras unos aseguraban que era una venganza del crimen organizado, otros decían que era una acción de los dinosaurios, que se oponían a las políticas renovadoras.
Al día siguiente, el procurador general de la república Humberto Benítez Treviño aclaró que el asesino se llama Daniel Aguilar Treviño, y era de origen tamaulipeco. Aseguró que ya había confesado, denunciando una larga lista de conspiradores.
Sin pérdida de tiempo, en el PRI, iniciaron los enroques necesarios: Esteban Moctezuma como Secretario General del PRI, y Humberto Roque Villanueva, como coordinador de la bancada priísta.
Pero luego, surgió otro rumor más elaborado: José Francisco tenía un enemigo poderoso, llamado Abraham Rubio Canales, quien había sido coordinador de su campaña para la gubernatura del Estado de Guerrero.
Tiempo después, fue acusado de un cuantioso fraude, que le valió una condena de 14 años de cárcel. Estando preso, solicitó el apoyo de José Francisco, y se la negó. Entonces trató de chantajearlo, y como tampoco funcionó, decidió vengarse. 
Mandó a Fernando Rodríguez González para contratar a Daniel Aguilar Treviño y a Carlos Ángel Cantú Narváez, como sicarios, simulando que trabajarían en su rancho.
Durante la investigación, la PGR se acercó al FBI a fin de confirmar la identidad del asesino Aguilar Treviño. Enviaron un juego de huellas dactilares, pero como es frecuente con funcionarios mexicanos, las huellas no sirvieron.
Ángel Cantú Narváez se encontraba en Brownsvile Texas, cuando se enteró de las noticias en las que se le involucraba. Regresó a México y se entregó voluntariamente a las autoridades, para aclarar la situación, que el juzgaba una confusión.
Fueron mencionados otros nombres como los diputados Manuel Muñóz Rocha, y Fernando Rodríguez González, compañeros en una comisión del Congreso.
Jorge Muñóz Rocha, hermano de Manuel fue detenido, y confiesó que él entregó el dinero al asesino. También detuvieron a Jesús Sánchez, chofer de Fernando Rodríguez González, a la esposa de Fernando y al hermano de ella, quienes confesaron que llevaron al asesino cerca del hotel donde se encontraba J.F.
El 23 de noviembre de 1994 Mario Ruiz Massieu renunció a su puesto en la Procuraduría, y fue cuando pronunció una frase lapidaria: “¡Los demonios andan sueltos!”, y acusó públicamente a Ignacio Pichardo Pagaza del grupo de Hank González, y a María de los Ángeles Moreno del grupo de Beatriz Paredes, de fraguar el asesinato de su hermano.
El fiscal especial para el caso Ruiz Massieu, Pablo Chapa Bezanilla giró orden de aprehensión contra Raúl Salinas como coautor intelectual del homicidio.
Mediante un juicio que duró hasta 1999 Raúl Salinas fue declarado culpable y se le sentencio a 27 años de cárcel. En 2005 durante una revisión de su caso, un juez determinó que su fortuna era excesiva, pero no ilícita. Y salió de la cárcel.
Manuel Muñoz Rocha desapareció para siempre, y la orden de aprehensión en su contra, expiró en el año 2009, y Daniel Aguilar Treviño cumple una sentencia de 50 años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.