jueves, 26 de septiembre de 2019

ARTÍCULO

El turismo
Apolinar Castrejón Marino
Hoy hablaremos de turismo, por si no le gusta el tema, o por si tiene usted otras cosas mejores que hacer.
Como lo haría cualquier compatriota, recurrimos al Internet en busca de una definición, y de información acerca del turismo y los turistas, pero como es frecuente, solo encontramos datos tan irreales e inconexos, como inútiles.
Por ejemplo, encontramos una definición por demás jalada de los cabellos que dice  “…las necesidades, y motivaciones son los motores de la conducta humana que activan los mecanismos que mueven el turismo”. Primera fals
edad ¿Por qué?
Como es de dominio público, para viajar, se necesita tener dinero y tiempo, y ambas cosas son escasas entre los mexicanos. El trabajo  esclaviza gran parte de nuestras vidas, y además, tenemos la tendencia a utilizar el dinero que ganamos, para cosas más prosaicas como, satisfacer nuestras necesidades familiares de alimentación, casa y vestido. Y lo que queda, no alcanza para turistear.
Tal situación contrasta con las declaraciones que pronunció recientemente en la radio, el secretario de turismo del Estado de Guerrero.
Dijo este embustero funcionario que, el turismo “...es una actividad de darrama económica, porque además de dar empleo a muchas personas, el beneficio se multiplica, porque toda una familia depende de cada persona que atiende a los turistas”.
Alguien le tiene que decir a tan insigne parásito, que lo mismo sucede con la agricultura, la ganadería y todos los oficios. Las familias dependen de las actividades económicas, y las personas trabajan para mantener a su familia.
Otra opinión alucinógena proviene de los “expertos” de la Organización Mundial de Turismo, quienes afirman que “…una persona tiene un impulso que genera una necesidad, que a su vez crea una sensación de insatisfacción que solo desaparece cuando dicha necesidad es satisfecha”.
¿Por qué estaremos en desacuerdo con esta opinión? Pues porque sabemos en nuestra experiencia, que cuando llegamos de un viaje, venemos cansados, hambrientos, fastidiados, y malhumorados ¿Dónde quedó la satisfacción?
La socióloga Rosemary Crompton, en su libro Estratificación y Clases, nos ofrece una opinión más razonable. Dice tan ilustre señora que “...siempre ha existido la tendencia de querer escapar temporalmente, del ambiente cotidiano y del trabajo, que nos imponen rutinas monótonas y aburridas, que dificultan nuestra auto-realización”.
Por su parte, el psicólogo Abraham Maslow opina que “...también viajamos en  busca de lo nuevo, de lo no experimentado, de satisfacer el deseo de querer aprender diferentes culturas, y de descubrirse internamente, y la relación que tenemos con el mundo”.
En verdad, a muchos nos gusta viajar, y tenemos alguna experiencia como turistas: sabemos del placer de estar en algún lugar desconocido, y donde no nos conozcan. En esa situación, gozamos al realizar ciertas prácticas no habituales en nuestro ambiente doméstico.
Disfrutamos no tener que trabajar, no estar sujetos a un horario, ni obedecer órdenes del jefe. Experimentamos el placer de ordenar, y ser atendidos por los “prestadores de servicios”, y nos tomamos la libertad de gastar como deseemos.
Aunque también, en ese medio de intercambio cultural, tenemos que convivir con personas de diversos orígenes, con ideas y costumbres diferentes a las nuestras, quienes ponen a prueba nuestra capacidad de socializar, y sacar lo mejor de nosotros: tolerancia, inteligencia, orientación y cálculo.
Otra cosa. En el ambiente del turismo, la fauna que durante largos años, mantuvo un modo de vida de lujo, viajes, banquetes, modas, culto a la personalidad -a costa de los contribuyentes- elevan toda clase de protestas en contra del nuevo gobierno, que les ha “levantado la canasta”.
Todos sabemos que el dinero que antes disfrutaban los presuntos promotores del turismo, indefectiblemente iba a dar al pozo sin fondo de la corrupción.
Como el caso del “Tianguis Turístico” de Acapulco, en el cual se invertía cada año, 10 millones de pesos, y se obtenían solo 2 de ganancias. Grandes cantidades se destinaban para dar los “chayotes” para que los periodistas publicaran un ambiente ficticio.
Otras mentiras del Secretario de Turismo del Estado de Guerrero es, acerca de la ocupación hotelera y de los pingües ingresos, que se contabilizan cada temporada, que se evaporan, pues los acapulqueños siguen en la pobreza.
El gobernador aprovecha cualquier ocasión para darse “baños de pueblo”,  el presupuesto que le asignaban para promover el turismo era más bien para promover su imagen personal.
Y también miente acerca de la creación de empleos en torno a la actividad turística, pues la gente que trabajó en hoteles, restaurantes y agencias de viajes, al terminar la temporada, se quedan desocupados, y se van a sus casas.
Durante 3 meses sin trabajo, se comen lo que ganaron en 2 semanas, y hasta la siguiente temporada. Y la pobreza continúa.

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